Madrid, 18 de junio de 2019.- El Presidente Nacional de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA), Pedro José Caballero, ha solicitado en el día de hoy medidas a la Comisión Mixta de Seguimiento del Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia para la protección de los menores y jóvenes ante la creciente oferta de anuncios y promociones de juegos online que se vienen realizando en las televisiones, cada vez más en horario infantil.
CONCAPA pide una mayor sensibilidad en un tema cada vez más difícil, por cuanto se multiplican las adicciones a este tipo de juegos entre los jóvenes españoles y menores. En las promociones incluso se ofrecen cantidades de regalo para iniciarse en el juego, que a la larga generan serios problemas de adicción, perjudicando en casos extremos la estabilidad de las familias.
Para CONCAPA es preciso que se modifiquen y actualicen las regulaciones sobre este tema y que, en caso de incumplimiento (tanto de este aspecto como de otros susceptibles para los menores) se gestionen las reclamaciones oportunas de manera ágil y eficaz. En este sentido, cabe señalar que la web oficial para las reclamaciones televisivas es tvinfancia.es, cuyo enlace también figura en la web de CONCAPA www.concapa.org (https://tvinfancia.es/tvinfancia/content/reclamaciones).
Por último, señalar que CONCAPA no es partidaria de que “personajes famosos o conocidos” sean precisamente los que promuevan estas prácticas, que no hacen otra cosa que generar adicción en un colectivo tan vulnerable como el de los menores.
Les informamos que el próximo mes de julio, del 14 al 21, celebraremos la X Asamblea General Adsis. Cada seis años vivimos este acontecimiento desde el que intentamos renovar nuestra vida y misión. Esta vez hemos elegido un tema central: Hacia una nueva forma de vivir la comunidad. Con él queremos abrirnos a la llamada del Espíritu a ser signo de una fraternidad unidad en torno a Jesús, entrañable e itinerante, que impulsa el Reino con los jóvenes y los pobres. Vemos la necesidad de ir configurando comunidades sencillas y en salida, que viven el amor de Jesús y lo transmiten como buena noticia para el mundo de hoy; que potencian la relación personal y el vínculo con Jesús, con los hermanos y con los pobres y jóvenes. El amor fraterno es el testimonio más cercano que podemos dar de la presencia viva de Jesús, el don que muchas personas perciben en nosotros y que es tan necesario en el mundo de hoy.
Hemos realizado un proceso participativo de todos los hermanos y comunidades a lo largo de un año, en el que hemos escuchado la realidad de nuestro mundo a la luz de la Palabra de Dios; hemos dialogado y compartido a fondo entre nosotros la vivencia de la comunidad y lo que el Espíritu nos sugiere; y finalmente, nos hemos dispuesto para vivir una Asamblea abiertos a los cambios necesarios a fin de ser comunidades nuevas para la misión.
Percibimos un profundo deseo de renovación, una ilusión por asumir este tiempo de incertidumbre, confiados en que Dios siempre abre caminos nuevos para hacer crecer su Reino.
Les pedimos su oración para que el Espíritu sople con fuerza.
Desde la JOC os hacemos llegar la información de los distintos campamentos que se llevarán a cabo durante el proceso de verano como propuesta para jóvenes a partir de 14 años.
Fechas de Campamentos:
– Madrid + Bilbao: 15-21 de julio en Candeleda, Ávila.
– Burgos + Ávila + Plasencia: 15-21 de julio en Laguna de Duero, Valladolid.
– Alicante: 25-31 de julio en la Mata, Alicante.
– Zaragoza + Huesca: 1-7 de agosto en Obarra, Huesca.
– Ciudad Real: 2-9 de agosto en la Mata, Alicante.
– Córdoba + Sevilla + Granada + Cádiz: 2 campamentos del 3-12 de agosto en la Sierra de Cazorla.
La Santa Sede, a través de la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), ha constituido la Federación Regnum Christi y aprobado sus Estatutos. La Federación está formada y gobernada colegiadamente entre los Legionarios de Cristo, las Consagradas y los Laicos Consagrados, con voto consultivo de los laicos, que se asocian individualmente a dicha Federación.
El secretario de la CIVCSVA, Mons. José Rodríguez Carballo, OFM, en la carta en la que comunica la aprobación, expresa su esperanza de que “la nueva estructura de comunión contribuya a promover y a profundizar el carisma común y a favorecer la colaboración en vista de la misión a ustedes confiada por la Iglesia”, dice. Los Estatutos fueron aprobados ad experimentum por cinco años y entrarán en vigor el 15 de septiembre.
“La aprobación pontificia de la Federación Regnum Christi es una confirmación del discernimiento que hemos hecho entre todos y de los Estatutos como un instrumento válido para dar continuidad y una nueva proyección al plan de Dios sobre nuestra familia espiritual”, afirman los directores generales de la Federación, en la carta con que lo han anunciado a todos los miembros.
“Se cierra una etapa importante de la historia del Regnum Christi en la que hemos buscado comprender más profundamente la identidad del Regnum Christi para poder encontrar una estructura canónica que ayude a custodiar el espíritu y vivir la misión que brotan de nuestro carisma”, afirman los directores generales de la Federación en su carta.
El camino de renovación ha sido un proceso participativo y global en el que desde 2010 han tenido la oportunidad de involucrarse todos los miembros del Regnum Christi de las cuatro vocaciones, unos 22.000 entre legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos.
12 de junio de 2019_ La Santa Sede, a través de la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), ha constituido la Federación Regnum Christi y aprobado sus Estatutos. Es una Federación formada y gobernada colegiadamente entre los Legionarios de Cristo, las Consagradas y los Laicos Consagrados, con voto consultivo de los laicos, que se asocian individualmente a dicha Federación.
El secretario de la CIVCSVA, Mons. José Rodríguez Carballo, OFM, en la carta que comunica la aprobación, fechada el 31 de mayo, expresa su esperanza de que “la nueva estructura de comunión contribuya a promover y a profundizar el carisma común y a favorecer la colaboración en vista de la misión a ustedes confiada por la Iglesia”. Los Estatutos fueron aprobados ad experimentum por cinco años y entrarán en vigor el 15 de septiembre.
La aprobación pontificia se ha comunicado a los miembros del Regnum Christi a través de una carta de los directores generales de la Federación -el P. Eduardo Robles-Gil, LC, de los legionarios de Cristo, Gloria Rodríguez, de las consagradas del Regnum Christi, y Jorge López, de los laicos consagrados del Regnum Christi-: “Es una confirmación del discernimiento que hemos hecho entre todos y de los Estatutos como un instrumento válido para dar continuidad y una nueva proyección al plan de Dios sobre nuestra familia espiritual”, afirman, y agradecen a todas las personas que lo han hecho posible, a la Iglesia y al Asistente Pontificio P. Gianfranco Ghirlanda, S.J.
El proceso de renovación ha sido un proceso participativo y global en el que desde 2010 han tenido la oportunidad de involucrarse todos los miembros del Regnum Cristi de las cuatro vocaciones, unos 22.000 entre legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos. “El camino ha sido un desafío, a veces con dificultades y tensiones, pero ha dado como fruto este paso que no es un logro personal de alguien sino del esfuerzo conjunto entre todos, buscando ser dóciles al Espíritu Santo”, reconocen los directores generales en su carta.
Con esta aprobación “se cierra una etapa importante de la historia del Regnum Christi en la que hemos buscado comprender más profundamente la identidad del Regnum Christi para poder encontrar una estructura canónica que ayude a custodiar el espíritu y vivir la misión que brotan de nuestro carisma”, afirman los directores generales.
El camino de renovación que ha recorrido el Regnum Christi de la mano de la Santa Sede se inició hace 8 años, después de conocerse los escándalos y delitos del P. Marcial Maciel. Durante este tiempo, los Legionarios de Cristo han elaborado unas nuevas Constituciones; las Consagradas y los Laicos Consagrados han sido reconocidos canónicamente como Sociedades de Vida Apostólica de derecho pontificio con sus respectivas Constituciones, y los laicos han elaborado su Reglamento, un código secundario que, junto a los recién aprobados Estatutos de la Federación Regnum Christi, entrará en vigor el 15 de septiembre de 2019.
LA FEDERACIÓN REGNUM CHRISTI EN 7 CLAVES
El Regnum Christi, una realidad de la Iglesia formada por cuatro vocaciones: legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos
Uno de los aspectos clarificados durante este proceso de renovación es la propia identidad del Regnum Christi como una realidad formada por cuatro diferentes vocaciones (Legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos) cada una de las cuáles expresa con su propia originalidad la misión y carisma común del Regnum Christi.
Corresponsabilidad
Consecuentemente, el proceso ha concluido que cada una de las cuatro vocaciones que forman el Regnum Christi es corresponsable de la custodia del carisma común, se reconoce el valor de la autonomía de cada una, y la importancia de su adecuada expresión canónica.
Gobierno colegiado en que los laicos participan de derecho con voz y voto consultivo
La colegialidad del gobierno de la Federación es otra de las grandes novedades en la forma de organizarse el Regnum Christi. Supone un avance y es expresión de una forma renovada del ejercicio de la autoridad al servicio de la misión común. Pone de manifiesto el espíritu de comunión y la complementariedad de las vocaciones respetando la autonomía propia de cada vocación.
El órgano de Gobierno de la Federación se llamará Colegio directivo. Estará formado por los directores de las vocaciones consagradas –legionarios de Cristo, consagradas y laicos consagrados- y por dos laicos con voz y voto consultivo.
Los laicos expresaron en su momento la importancia de profundizar en su identidad como laicos en el Regnum Christi y la Iglesia viendo «la necesidad de crecer en el futuro hacia una mayor armonía entre la identidad jurídica y la realidad carismática del Regnum Christi».
Pertenencia de los Legionarios de Cristo al Regnum Christi
Durante el proceso de renovación, se ha confirmado la pertenencia de la Legión de Cristo al Regnum Christi de forma inseparable tanto en el Capítulo General de los Legionarios de Cristo de 2014 (CCG 2014, 2) como en la comunicación del Capítulo General de abril de 2018. (CCG 2018, 12), y en el Capítulo Extraordinario de 2018.
Gobierno, dirección y gestión de las obras orientados a la misión
En relación con el gobierno de las obras, el Estatuto establece que podrán depender de una de las vocaciones, de varias, o de la propia Federación Regnum Christi, y que cada obra establecerá en sus estatutos correspondientes la manera de ser gobernada en ese sentido. La obra actualmente existente se organizará desde la realidad de cada territorio y obra a lo largo de los próximos años.
Expresión renovada y compartida de la espiritualidad
El Estatuto contiene una expresión renovada y compartida de la espiritualidad y de los principios de acción apostólica, y delinea con claridad los fundamentos espirituales del Regnum Christi. Sus miembros buscan «dar gloria a Dios y hacer presente el Reino de Dios en el corazón de los hombres y en la sociedad» (EFRC7) por la propia santificación y la acción apostólica.
Una federación como forma canónica
La Federación aprobada ahora por la Santa Sede se planteó como la forma jurídica más adecuada para el Regnum Christi, que permitía «dotarlo de una configuración canónica más sólida que aquella del Estatuto de 2004 y más acorde con la fisonomía de la realidad carismática del Regnum Christi», según explicó la Asamblea General de 2018 en su mensaje final.
DOCUMENTOS Y RECURSOS
Carta de los directores generales ante la aprobación de la Federación Regnum Christi y sus Estatutos
Decreto de erección de la Federación Regnum Christi y aprobación de sus Estatutos
Carta de Mons. José Rodríguez Carballo, O.F.M., Secretario de la CIVCSVA, anunciando la aprobación pontificia
Al final del año 2018, el Regnum Christi cuenta con 22.652 miembros laicos, 523 consagradas, 59 laicos consagrados y 1.501 legionarios de Cristo.
Cuenta, además, con 11.150 miembros del ECYD (el carisma del Regnum Christi vivido por los adolescentes).
Ha habido crecimiento de miembros laicos (6%) en el último año. En este periodo se registra una disminución del 1% de consagradas, 3% de legionarios, 4 miembros menos entre los Laicos Consagrados y 3.5% menos miembros del ECYD.
Tipo de miembro del Regnum Christi
2016
2017
2018
Variacioìn
Miembros seglares no consagrados
20.481
21.300
22.652
6%
Consagradas
540
526
523
-1%
Laicos Consagrados
62
63
59
-6%
Legionarios de Cristo
1.582
1541
1.501
-3%
Total de miembros
22.665
23.430
24.735
6%
Obra educativa, misionera y social
En su obra educativa (154 colegios, 5 academias internacionales, 14 universidades civiles y 4 eclesiásticas), se forman más de 185.000 alumnos, y miles de jóvenes y familias participan en las misiones de evangelización.
Política de Ambientes Seguros
Desde 2015, y como parte de la petición de perdón institucional por la historia de abusos, se han implementado unas exigentes políticas de prevención y actuación inmediata ante posibles abusos de menores y personas vulnerables. Hay un responsable en cada país de implementar los protocolos, códigos, canales de denuncia y demás medidas, y de generar una cultura de corresponsabilidad en la protección del menor.
Parroquias
Durante el año 2018 se cuenta con un total de 48 parroquias confiadas a los Legionarios de Cristo, de las cuales 25 están en México (23 de ellas en la Prelatura de Cancún-Chetumal), 8 en Italia, 2 en Francia, 2 en Brasil, 2 en Estados Unidos, 1 en Argentina, 1 en Canadá, y el santuario diocesano de Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila, España y legionarios y consagradas del Regnum Christi dirigen el centro de Magdala en Tierra Santa.
Misiones de evangelización
Las misiones de evangelización del Regnum Cristi, generalmente desarrolladas a través del apostolado Juventud y Familia Misionera. Son misiones al servicio de los párrocos, tanto durante la Semana Santa y periodos estivales. Hay misioneros de 30 países: Estados Unidos, El Salvador, Venezuela, Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Cuba, Costa de Marfil, Polonia, Nueva Zelanda, Australia, Rumania, Hungría, Filipinas, Canadá, Belice, Italia, Francia, España, México, Irlanda, Alemania, Bosnia, Islas Bahamas, Líbano, Inglaterra, Austria, Bélgica y Lituania.
Comienza hoy en Ginebra la asamblea del Centenario de la OIT, un «parlamento mundial sobre el trabajo» al que asisten 5.000 personas delegadas.
La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) –Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC) y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— comparten la necesidad de poner a las personas en el centro de todas las prioridades que se subraya en el informe “Trabajar para un futuro más prometedor” de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, que va a ser debatido en las sesiones de la asamblea del Centenario que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra en Ginebra del 10 al 21 de junio.
A esta reunión, que el director general de la OIT, Guy Ryder, define como un «parlamento mundial sobre el trabajo», asisten más de 5.000 delegados y delegadas de todo el mundo. En la delegación del Movimiento Mundial de Trabajadoras Cristianos participa Toni Santamaría, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), una de las entidades que integran la ITD.
El informe proporciona un análisis en profundidad del futuro del trabajo, orientado a sentar las bases para alcanzar la justicia social en el siglo XXI. En este horizonte, el trabajo decente es esencial para las personas, para la paz y para el planeta, en el marco de un nuevo contrato social que priorice a la persona y preserve el trabajo
Para la ITD es importante la coincidencia entre las preocupaciones de la OIT, las reivindicaciones y propuestas del movimiento sindical internacional, los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio del papa Francisco en torno a la urgente necesidad de ese nuevo contrato o pacto social que priorice a las personas, su dignidad y el valor de su trabajo.
La Declaración final que se adopte en esta reunión centenaria debe establecer un nuevo contrato social que, entre otras cuestiones, priorice el respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras con una Garantía Laboral Universal que proteja los derechos de todos los trabajadores, un salario adecuado, la limitación de las horas de trabajo, la seguridad y salud en las relaciones laborales, la no discriminación, la libertad sindical y la negociación colectiva, la igualdad de género, la protección social universal, el aprendizaje permanente, la gestión humana de las nuevas tecnologías, la lucha contra la crisis ecológica y el diálogo social comprometido como fórmula para resolver los inaplazables retos.
Resultan inspiradoras, en ese sentido, la reclamación del papa Francisco de un «nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social para el trabajo», esencial para la democracia y para las personas, que otorgue «dignidad, respeto, honor, libertad, derechos para todos» (No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. En distintos discurso y mensajes). Un pacto social y cultural que nos permita vivir juntos (Evangelii gaudium, 239).
La aportación de la Doctrina Social de la Iglesia
Recordando las palabras del Papa en Laudato si’, es urgente cuidar la casa común y la familia humana, con especial atención a los pobres y a la fragilidad del planeta, retos que están íntimamente vinculadas porque instan al cuidado de la vida para poder construir el mundo desde la fraternidad. Para ello, «es esencial cuidar el trabajo humano y su dignidad, en un mundo en que hacemos todo lo contrario». Y por eso, «el trabajo es una prioridad humana y, por tanto, una prioridad cristiana», subraya Francisco.
La Doctrina Social de la Iglesia recoge una cuestión clave: la prioridad del trabajo (personas) sobre el capital (cosas). Esto implica, decía san Juan Pablo II en Laborem exercens, que los derechos de la persona en el trabajo deben ser el criterio decisivo para organizar toda la economía y no, como ocurre ahora, dejar que la rentabilidad económica someta los derechos de trabajadores y trabajadoras.
Esta prioridad del trabajo es lo que reclama un nuevo contrato social que proteja efectivamente la dignidad de las personas y ponga las cosas en su lugar, lo que, al mismo tiempo, requiere impulsar un profundo cambio de modelo económico «fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad». Para avanzar hacia ese objetivo es prioritario promover la dignidad del trabajo, el trabajo decente y la protección de los derechos de todas las personas y familias trabajadoras.
La iniciativa «Iglesia por el Trabajo Decente» surge en España en el año 2015 haciendo suyo el objetivo impulsado por la Santa Sede, la OIT y organizaciones de inspiración católica, de colocar explícitamente el «trabajo decente para todas las personas» entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015.
La crisis de la sociedad y el papel de lglesia. «El hombre necesita ser abrazado en toda la “densidad de su humanidad”». L’Osservatore Romano entrevista al presidente de la Fraternidad de CLAndrea Monda
Con Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, se amplía a toda Europa la reflexión sobre la crisis de la sociedad actual y sobre el papel de la Iglesia que, desde hace algunas semanas, llevamos a cabo desde estas páginas.
Giuseppe De Rita, reflexionando en estas páginas sobre la crisis actual de la sociedad italiana y europea, hacía referencia al pasado y decía que en la Edad Media el buen gobierno de una comunidad se apoyaba sobre dos autoridades: la civil, que garantizaba la seguridad, y la espiritual, que ofrecía a los ciudadanos el sentido de la existencia. Estas dos autoridades no pueden concentrarse en una sola persona, y sin embargo, en Europa se tiende con frecuencia a la concentración del poder. En este contexto, ¿cuál puede ser el papel de la Iglesia, y por tanto su responsabilidad? En realidad, ambos aspectos están muy ligados entre ellos. En el ánimo de mucha gente se percibe la sombra de un gran miedo, de una profunda inseguridad. Pero, ¿de qué se trata? ¿Cómo hacer frente a ello? Si las personas no encuentran una respuesta radical al miedo, este acaba dominando y produce reacciones deslavazadas. Sin embargo, resulta evidente que la política no es, no puede ser capaz de responder al ansia de seguridad, al desconcierto que el hombre tiene en su interior. Entonces sale a la luz la verdadera cuestión. La sociedad –con todas sus instituciones, los partidos, los sindicatos, las escuelas de cualquier orden y nivel, y sus realidades vivas, las comunidades, la Iglesia– tiene ante sí un desafío: ¿quién responde a esta necesidad de seguridad que aparece a la vez que el miedo? No se puede responder a esta necesidad confiando la solución a muros, sean del tipo que sean. Cuando se propagan las actitudes más hostiles, en la línea del homo homini lupus, cuando cualquier persona o cosa se convierte en un enemigo potencial, la respuesta nunca se puede reducir a una cuestión de «policías» o «muros».
El miedo parece ser el sentimiento más difundido hoy en día cuando, paradójicamente, la sociedad nunca ha sido tan segura como ahora. ¿Cómo se explica esto? Se explica porque la cuestión del miedo está totalmente enraizada en la cuestión del sentido. La respuesta a la inseguridad no puede ser únicamente social, sino que debe ser respuesta a la exigencia de sentido, porque nunca se puede reducir al hombre a sus aspectos materiales. La seguridad material no es una respuesta suficiente ante la confusión última del yo. Lo demuestra precisamente el hecho al que usted ha hecho referencia: las sociedades occidentales nunca han sido tan seguras y saludables y nunca han estado tan en paz como hoy, y sin embargo ha crecido el sentimiento de inseguridad, de miedo. Lo único que vence el miedo del hombre es una presencia. Lo vemos en la experiencia elemental del niño. La única respuesta a su miedo es la presencia de su madre, que él reclama con todas sus fuerzas; no busca otra cosa, porque nada sería capaz de responder. El problema es, por tanto, más profundo. Hace algunos días, presentando un libro en París, cité al escritor Houellebecq, que es considerado casi como un símbolo del nihilismo. Pero en el fondo de este aparente nihilismo se manifiesta una exigencia de significado impresionante e insuprimible. Escribe este autor en una carta dirigia a Bernard-Henry Lèvi: «Tuve cada vez más a menudo –me es penoso confesarlo– el deseo de gustar. Un poco de reflexión me convencía cada vez, por supuesto, de que este sueño era absurdo; la vida es limitada y el perdón imposible. Pero la reflexión era inútil, el deseo persistía; y debo confesar que persiste hasta la fecha». El deseo es más radical que la reflexión sobre él. La reflexión sobre lo absurdo de desear ser amado, de buscar una respuesta a la sed, debe ceder el paso al deseo que persiste. Es decir, lo que tenemos ante nosotros, aquello con lo que nos medimos, es el problema del deseo –el deseo de ser amados, de que nuestra vida se cumpla– que, al no encontrar respuesta, se manifiesta en el miedo, en la rabia, en la violencia, en el intento de levantar muros. Pero en el fondo hay algo que se escapa, que es la naturaleza del hombre que, incluso en esta situación de nihilismo, de confusión, de desconcierto, sigue siendo irreductible. Y es precisamente en este nivel donde nos sentimos interpelados.
¿Puede la Iglesia intervenir a este nivel? Creo que la Iglesia, los cristianos, tienen una tarea única a este respecto. De hecho, la cuestión es: ¿quién salva el deseo? ¿Qué tipo de mirada tenemos que recibir para que este no se vea reducido? En el mundo clásico, se percibía con terror la desmesura del deseo, se consideraba una hybris peligrosa. Por ello había que poner límites, reducir esa desmesura, reconducirla dentro de los cauces de la mesura. Después llegó el cristianismo. En el Evangelio se documenta la presencia de alguien que se mantiene en pie ante el deseo del hombre. Jesús se dirige precisamente a este deseo, es capaz de mirar el deseo a la cara desvelando toda su magnitud. Por ello pregunta: «¿De qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Mt 16,26). Muchas veces interpretamos esta pregunta en sentido moralista y no como expresión última de la naturaleza del hombre, de su deseo, de esa sed de la que habla Jesús a la samaritana, del hambre y la sed de las Bienaventuranzas. Jesús habría podido mirar muchas otras cosas de aquella mujer en situación «irregular», con sus cinco maridos, y sin embargo mira directamente a su sed; él sabe que solo si le propone algo capaz de responder a su sed de felicidad, esa mujer podrá dejar de buscar el cumplimiento de su vida en otros sitios, en cosas que no pueden dárselo. Pero no se trata solamente de una cuestión personal, sino que es una cuestión social. Houellebecq pone de manifiesto precisamente esta relevancia pública, social, cultural y política del problema, porque si el hombre no encuentra una respuesta adecuada a la naturaleza de su deseo, en el fondo siempre estará a disgusto, buscará soluciones insuficientes y acabará siendo víctima del miedo o de la violencia. El cristianismo puede estar en pie ante este deseo, como recuerda Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti», es decir, hasta que encuentre una presencia proporcionada a la profundidad del deseo. Cada vez que el cristianismo entra en crisis vuelve a brotar ese espíritu pagano que quiere encorsetar el deseo, reducirlo, «reconducirlo dentro de los límites de seguridad», como dice a su modo Todorov, porque de nuevo se vuelve peligroso. Bergman, al final de la película Fanny y Alexander, hace decir a uno de sus personajes: «No estamos preparados, pertrechados para ciertas indagaciones. Lo mejor es mandar al infierno los grandes escenarios. Viviremos en lo pequeño, en nuestro pequeño mundo. Y nos conformaremos con él», manteniéndonos dentro de nuestros límites. Esta es la «sabiduría» mundana que, sin embargo, no puede eliminar la sed inextinguible de significado que arde en el corazón del hombre.
El pasado 9 de mayo, hablando a la diócesis de Roma, el Papa definía las Bienaventuranzas como «el Premio Nobel del desequilibrio», invitando al cristiano a «mantener el desequilibrio», a conservar ese desequilibrio; de lo contrario, construiríamos una hermosa armonía griega que, sin embargo, disminuye lo humano. ¿No es acaso este el riesgo de Europa, que quizá hasta ahora se ha concentrado en fijar los límites burocráticos, tratando de gestionar la seguridad, pero sin ofrecer una respuesta a esa sed siempre excedente que, sin embargo, es lo humano? Este es precisamente el meollo. Todos los intentos, por muy buenos que sean, están destinados al fracaso si no responden a esta sed. Europa ha hecho un esfuerzo enorme por responder a muchas necesidades. Ningún país por sí mismo habría podido llegar al grado de desarrollo al que hemos llegado. Pero al mismo tiempo, el descontento y el malestar aumentan. ¿Cómo es posible? El problema nace de no haber comprendido cuál es la naturaleza de la «enfermedad». Siempre me ha asombrado la genialidad de Leopardi a la hora de captarla: «Todo es poco y pequeño para la capacidad del propio ánimo». Para muchas personas esto es algo negativo, como una desgracia, mientras que constituye la diferencia y la grandeza del hombre. Si perdemos la conciencia de esta diferencia, de la infinitud de nuestro deseo, no comprenderemos nada de lo que sucede. Si Europa no se da cuenta de esto, no podrá evitar ofrecer respuestas penúltimas con la pretensión de que sean suficiente. Entendámonos: por una parte Europa, en cuanto que realidad político-económica, no debe responder a la exigencia última, porque no es su finalidad; pero por otra parte debe reconocer cuál es la naturaleza del problema y dejar el espacio para la respuesta. Europa existe en cuanto que crea y garantiza ese espacio de libertad en el que se pueden encontrar las distintas respuestas de sentido. Porque –creo que parece algo definitivamente adquirido después del Concilio– no existe posibilidad de acceder a la verdad más que a través de la libertad. Solo si Europa sigue siendo cada vez más ese espacio de libertad podremos compartir la riqueza que uno y otro hayan encontrado en la vida y podremos ofrecerla como respuesta a las exigencias y a los desafíos que tenemos ante nosotros. Se trata de un espacio en el que se salvaguarde ante todo la posibilidad de reconocer ese algo más que constituye al hombre, que nos hace a todos seres humanos, aun siendo distintos y únicos en nuestra propia complejidad. Esta es la gran contribución que pueden ofrecer el cristianismo y la dimensión de la fe.
Sin embargo, parece que del malestar y el descontento se pasa con frecuencia al rencor y a las reacciones emotivas que derivan de él, como parece reflejar el soberanismo. Si Europa no corresponde a mis expectativas me encierro en mi pequeño espacio individual o nacional en donde soy soberano. Más que una respuesta, esto parece una reacción casi automática. Es una reacción que pone de manifiesto una carencia. De hecho, cuando alguien está contento, no experimenta rencor, no «reacciona». La reacción tiene como punto de partida una exigencia que no ha encontrado todavía respuesta y que a menudo no ha aflorado completamente en la conciencia. En mi opinión, esta es la gran ocasión del cristianismo. El nihilismo que vemos en muchos fenómenos de la vida social, cultural y literaria revela la existencia de una pregunta abierta e inquietante sobre la propia vida que documenta la irreductibilidad de lo humano. ¿Quién puede responder a ella? La Iglesia se ve interpelada, encuentra aquí su tarea. Debido a lo que hemos recibido y recibimos por gracia, los cristianos tenemos una tarea crucial en este contexto. El hombre necesita ser mirado de forma no reducida, necesita ser abrazado en toda la «densidad de su humanidad». Es la forma con la que Jesús mira a Zaqueo, que aparentemente estaba menos necesitado, porque era muy rico: se percata de su verdadera necesidad, que es la de ser mirado sin ser reducido a meros factores materiales y sociales. Zaqueo se siente mirado de un modo que mueve su yo, que lo pone en acción, y acoge a Jesús lleno de alegría. La respuesta a esa necesidad, a veces escondida, a veces no suficientemente consciente, procedía de alguien que no había reducido la humanidad que había en él. Jesús sabe percibir esta necesidad en los pobres que encuentra por el camino, en los enfermos y heridos de su tiempo (Zaqueo es un hombre herido), y lo mismo hace hoy el Papa, que en la relación con cada uno, en la relación con los demás, testimonia en el presente la contemporaneidad de la mirada de Jesús.
El fenómeno de la globalización parece haber traicionado también, en cierto modo, sus promesas: ha debilitado las mediaciones y ha hecho renacer un sentimiento opuesto y excesivo de identidad. La crisis de la mediación y de los cuerpos intermedios ha producido situaciones de soledad, se ha convertido en crisis de la pertenencia en favor de un sentimiento de identidad fuerte pero individualista. También aquí el cristiano puede decir una palabra oportuna. Una palabra decisiva, porque el cristianismo responde justamente a la soledad, a la soledad del corazón generada por la exigencia insatisfecha e irreductible de significado, exigencia a la que solo una presencia excepcional, la presencia de Cristo en la carne de un encuentro humano, puede responder. Pensemos en el hombre frente a la enfermedad, frente a la muerte. Pues bien, el cristianismo no es solo un discurso, sino una palabra encarnada. El Verbo se ha hecho carne para que cualquier persona pueda experimentar su presencia en la vida y en los lugares en los que la soledad radical surge y explota de forma más aguda, siendo muchas veces eludida. El Verbo se ha hecho carne, presencia, para compartir la vida de cada uno de nosotros sin censurar nada, desde los aspectos elementales, concretos, hasta la soledad más radical. La Iglesia es, por definición, una comunidad, un lugar intermedio que pone en relación al individuo con el significado último, con el Misterio; es la continuación de ese gran intermediario que es Cristo. Cristo pone en relación al Infinito con el hombre histórico concreto. El cristiano «privado» no existe, sino que, por su propia naturaleza, termina generando siempre comunidades, lugares en donde se puede afrontar juntos la soledad completa, la de verdad.
El papa Francisco ha propuesto el tema, más aún, el método, de la sinodalidad. ¿Es el signo de esta generatividad social propia del cristianismo? Me parece una cuestión fundamental, porque en la vida el camino lo hacemos siempre juntos. La cuestión es cómo cada uno de nosotros, junto a los demás, pone en común la riqueza de la experiencia que vive. Este recorrido que hacemos juntos para encontrar el camino, en el que el hecho de compartir constantemente corrige las cosas que no funcionan, en el que cada uno llega a ser verdaderamente protagonista, puede avanzar si estamos disponibles para volver a empezar, para cambiar, para empezar otra vez desde el principio. La provocación de la realidad está siempre «al acecho» y forma parte del camino humano, que es sostenido por la contribución que ofrecen los últimos, por la ayuda que ofrecen las personas más impensables, que te devuelven lo que tú dabas por descontado. Uno debe estar constantemente atento para dejarse enriquecer por lo que el Misterio hace para responder a las necesidades. La cuestión es si estamos disponibles para reconocer cualquier brizna de verdad, de iniciativa, de inspiración que aparezca en la vida de la Iglesia. Me ha impresionado mucho cómo se subraya en la Christus vivit el deseo de abrazar y estimular cualquier iniciativa. Cuando esto sucede en la Iglesia, se acogen los dones que Dios distribuye desde su total libertad. Entonces todo contribuye al bien de la Iglesia que, como dice el Papa, es poliédrica. La figura del poliedro nos recuerda que la vida no es rígidamente armoniosa, no se puede reducir a esquemas meramente lógicos. Como escribe Benedicto XVI en la Spe salvi, «un progreso acumulativo solo es posible en lo material», pero cuando está de por medio la libertad hay que empezar siempre, porque ella «presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio». Por eso es difícil hacer previsiones y programaciones. Lo decía muy bien Goethe: «Lo que heredaste de tus padres, vuelve a ganártelo para poseerlo». Lo que nuestros antepasados percibieron como un bien, es decir, unirse después del drama de la Segunda Guerra Mundial –empezando con un gesto concreto como el acuerdo sobre el carbón y el acero–, nos parece algo insignificante ahora que nos hemos desarrollado tanto. Sin embargo, para ellos fue el inicio concretísimo de un camino que ha florecido. Todas las cosas se pueden corregir, pero la cuestión es no poner en peligro las conquistas y los progresos obtenidos a lo largo de muchos años. Se trata de introducir las correcciones necesarias, como en cualquier obra. El ser humano es perfectible, así como cualquier construcción suya.
La voz del Papa es muy escuchada, pero es también una voz aislada en un mundo que parece moverse en direcciones distintas, cuando no opuestas. ¿Ha llegado para los cristianos el momento de ser esas «minorías creativas» de las que hablaba Benedicto XVI? Al Papa se le reconoce en muchos sitios una originalidad y una autoridad. Y precisamente en el momento en el que parece que está aislado, es cuando se puede reconocer más fácilmente su diferencia. Y esto es signo de que la contribución de los cristianos, que en ciertos momentos puede parecer numéricamente menos consistente, no es por ello menos relevante. Muchas veces hemos vinculado nuestra capacidad de incidir únicamente a los números. Pero la relevancia, la incidencia histórica de una presencia no depende de los números, sino de su diferencia. El Papa lo testimonia: en su aparente impotencia, tiene una capacidad de incidencia infinitamente mayor que cualquier otro poder. Una obra artística no depende de sus dimensiones, depende de la belleza que manifiesta, de la diferencia que lleva consigo y que comunica. Esto es lo que Cristo ha traído: una diferencia, que a nosotros nos suena como una paradoja; que Dios decida salir al encuentro del hombre perdido y que para hacerlo se despoje de su divinidad nos parece absurdo. Es lo contrario de lo que nosotros haríamos. Dios nos «descoloca» constantemente. Pero podemos decir que, despojándose de su divinidad, ¡Cristo ha ofrecido una contribución para cambiar el mundo! Esta es la fuerza «desequilibrada» del cristianismo, de la presencia de los cristianos: allí donde se vive el cristianismo de forma auténtica, genera nueva vida, incluso dentro de su aparente pobreza, de su aparente insignificancia. La Iglesia es la belleza que está dentro del mundo, que hace siempre nuevas todas las cosas. Esta es la gran contribución –precisamente ahora que los números son los que son– que los cristianos están llamados a ofrecer. Para nosotros constituye un nuevo inicio. Pero para la Iglesia es una «vieja historia», como testimonia la Carta a Diogneto, que documenta cuál era el verdadero testimonio que los cristianos, en su aparente irrelevancia, daban en los primeros siglos. A ese testimonio estamos llamados también hoy.
Más información: https://espanol.clonline.org/noticias/actualidad/2019/06/06/la-fuerza-desequilibrada-del-cristianismo
Madrid, 11 de junio de 2019.- Tras las reacciones originadas con motivo de la realización del examen de Matemáticas en las Pruebas de Acceso a la Universidad de la Comunidad Valenciana, con un alto grado de dificultad, el Presidente Nacional de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA), Pedro José Caballero, insta a la ministra de Educación y Formación Profesional a poner en marcha las medidas necesarias para unificar el sistema, de modo que la prueba sea común para todos los alumnos y sus criterios de corrección homogéneos para todo el territorio nacional.
Tanto para las familias como para los alumnos supone un grave perjuicio el hecho de que haya diferencias tan dispares entre las pruebas realizadas en una u otra Comunidad en función de los criterios de la prueba, notas y su corrección.
Para CONCAPA no es suficiente con crear una comisión o grupo de trabajo como afirma la ministra, sino que es necesario unificar criterios para tener las mismas oportunidades, porque en este tipo de examen un punto puede ser la diferencia entre poder o no estudiar la carrera deseada o en la universidad elegida.
Además, estas diferencias también perjudican al profesorado, pues puede cuestionar su trabajo, máxime cuando en ocasiones el problema es que no ha dado tiempo a terminar los temarios. Otro tema es que el examen en sí esté bien o mal diseñado, lo que se solucionaría con la prueba común.
CONCAPA reitera la necesidad de seguir trabajando para conseguir un verdadero Pacto Social y Político por la Educación, donde poder abordar todos estos temas.
Con algo de retraso, pero con total puntualidad para la temporada de la Feria del Libro, volvemos a compartir una nueva edición de la “Biblioteca del Foro de Laicos”. Esperamos que os guste y os anime a seguir disfrutando de la lectura.
La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) –Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC) y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— comparten la necesidad de poner a las personas en el centro de todas las prioridades que se subraya en el informe Trabajar para un futuro más prometedor de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, que va a ser debatido en las sesiones de la asamblea del Centenario que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra en Ginebra del 10 al 21 de junio.
A esta reunión, que el director general de la OIT, Guy Ryder, define como un «parlamento mundial sobre el trabajo», asisten más de 5.000 delegados y delegadas de todo el mundo. En la delegación del Movimiento Mundial de Trabajadoras Cristianos participa Toni Santamaría, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), una de las entidades que integran ITD.
El informe proporciona un análisis en profundidad del futuro del trabajo, orientado a sentar las bases para alcanzar la justicia social en el siglo XXI. En este horizonte, el trabajo decente es esencial para las personas, para la paz y para el planeta, en el marco de un nuevo contrato social que priorice a la persona y preserve el trabajo
Para la ITD es importante la coincidencia entre las preocupaciones de la OIT, las reivindicaciones y propuestas del movimiento sindical internacional, los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio del papa Francisco en torno a la urgente necesidad de ese nuevo contrato o pacto social que priorice a las personas, su dignidad y el valor de su trabajo.
La Declaración final que se adopte en esta reunión centenaria debe establecer un nuevo contrato social que, entre otras cuestiones, priorice el respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras con una Garantía Laboral Universal que proteja los derechos de todos los trabajadores, un salario adecuado, la limitación de las horas de trabajo, la seguridad y salud en las relaciones laborales, la no discriminación, la libertad sindical y la negociación colectiva, la igualdad de género, la protección social universal, el aprendizaje permanente, la gestión humana de las nuevas tecnologías, la lucha contra la crisis ecológica y el diálogo social comprometido como fórmula para resolver los inaplazables retos.
Resultan inspiradoras, en ese sentido, la reclamación del papa Francisco de un «nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social para el trabajo», esencial para la democracia y para las personas, que otorgue «dignidad, respeto, honor, libertad, derechos para todos» (No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. En distintos discurso y mensajes). Un pacto social y cultural que nos permita vivir juntos (Evangelii gaudium, 239).
La aportación de la Doctrina Social de la Iglesia
Recordando las palabras del Papa en Laudato si’, es urgente cuidar la casa común y la familia humana, con especial atención a los pobres y a la fragilidad del planeta, retos que están íntimamente vinculados porque instan al cuidado de la vida para poder construir el mundo desde la fraternidad. Para ello, «es esencial cuidar el trabajo humano y su dignidad, en un mundo en que hacemos todo lo contrario». Y por eso, «el trabajo es una prioridad humana y, por tanto, una prioridad cristiana», subraya Francisco.
La Doctrina Social de la Iglesia recoge una cuestión clave: la prioridad del trabajo (personas) sobre el capital (cosas). Esto implica, decía san Juan Pablo II en Laborem exercens, que los derechos de la persona en el trabajo deben ser el criterio decisivo para organizar toda la economía y no, como ocurre ahora, dejar que la rentabilidad económica someta los derechos de trabajadores y trabajadoras.
Esta prioridad del trabajo es lo que reclama un nuevo contrato social que proteja efectivamente la dignidad de las personas y ponga las cosas en su lugar, lo que, al mismo tiempo, requiere impulsar un profundo cambio de modelo económico «fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad». Para avanzar hacia ese objetivo es prioritario promover la dignidad del trabajo, el trabajo decente y la protección de los derechos de todas las personas y familias trabajadoras.
La iniciativa «Iglesia por el Trabajo Decente» surge en España en el año 2015haciendo suyo el objetivo impulsado por la Santa Sede, la OIT y organizaciones de inspiración católica, de colocar explícitamente el «trabajo decente para todas las personas» entre los objetivos de desarrollo sostenible.
Ante el panorama creado por la celebración de las pruebas de acceso a la Universidad, CEAAAEC se ve nuevamente en la obligación de denunciar la situación producida y el malestar creado por el procedimiento empleado, los tipos de exámenes propuestos, los grados de dificultad: media, fuerte y desmesurada.
En un país donde existen 17 consejerías de enseñanza, es absolutamente inadmisible que se produzcan 17 tipos diferentes de pruebas para el acceso a la universidad con diferentes grados de dificultad, con diferentes tipos de temas y con lo que se interpreta como hacer “sufrir” a los que se examinan, después de un curso de estudio sin descanso sabiendo como saben lo que se “juegan” al final.
Destacamos que unos sistemas de educación y formación de calidad promueven la ciudadanía activa y los valores comunes y, así, contribuyen a configurar una sociedad abierta, inclusiva, pluralista, democrática y tolerante.
El papel que desempeña la enseñanza en el desarrollo de actitudes de aprendizaje permanente debe ayudar a las personas a adaptarse a las exigencias cambiantes del mundo moderno, sin olvidar, a la hora de evaluar, observar si se han alcanzado los objetivos de aprendizaje y de qué forma.
La realización de las evaluaciones debe someterse al programa estudiado durante el curso, con unas pruebas que se puedan realizar en un tiempo normal (90 minutos aprox.) cuidando siempre que esto sea alcanzable, midiendo la complejidad y especialidad en el proceso de evaluación.
RECOMENDACIONES:
La realización de las pruebas de acceso a la Universidad, deben de ser únicas e iguales para todos, respetando siempre los diferentes temas a evaluar y garantizando una igualdad de acceso a ellos. Los modelos de evaluación deben ser asequibles, de modo que con su resolución den una clara idea de la preparación del evaluado.
El exceso de dureza en las pruebas demuestra poco respeto a los evaluados. Los docentes conocen perfectamente la forma de presentar las evaluaciones y el análisis posterior, ofrecerá resultados fiables del evaluado.
La capacidad de los sistemas educativos para satisfacer las necesidades sociales, económicas y personales depende de su calidad, accesibilidad, diversidad, eficiencia y equidad.
Consideramos que la formación contribuye al desarrollo personal y al crecimiento de losjóvenes para que lleguen a ser ciudadanos proactivos y responsables, preparados para vivir y trabajar en un mundo tecnológicamente avanzado y globalizado.
Consideramos que el Espacio Enseñanza debe centrarse en alcanzar metas comunes, entre ellas la de garantizar una formación de calidad para todos, que debe configurarse en consonancia, pero desde un punto de vista crítico, con las políticas, las tendencias y los esquemas formativos, a fin de velar por la coherencia, la consistencia y la viabilidad de los resultados.
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