La tradición de nuestra Iglesia nos invita en la Cuaresma a la conversión. Es un tiempo privilegiado para soltar lastre, salir de lo que nos encadena y abrir nuevos espacios de libertad en el Espíritu. Buscamos en lo escondido para encontrar al siempre fiel que nos empuja a la valentía y al cambio. Nos desnudamos ante Jesús para volver a preguntarnos: ¿Qué voy a hacer por tí?
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