ASE: “HACER PRESENTE A DIOS” : FRAY BENJAMÍN ECHEVERRÍA, CONSILIARIO DE ASE

Con motivo de la celebración del Adviento y la Navidad, el Consiliario Nacional de ASE, Fray Benjamín Echeverría, nos regala este magnífico texto, que esperamos disfrutes:

HACER PRESENTE A DIOS

Hace pocos días me encontré con un conocido al que hacía tiempo que no veía. Al preguntarle qué tal va la vida, me respondió: “¡a empujones!”. Me sonreí, y, sin entrar en detalles, le respondí: ¡Pues nada, a seguir empujando! Así es como vivimos la vida. Unas veces “empujamos” y otras “nos empujan”. Hay momentos en los que necesitamos y agradecemos “un empujón” para salir airosos de una situación.

Así comenzamos un año más el Año Litúrgico, con el empujón que nos da el Adviento, en cuyo centro encontramos los creyentes un mensaje de espera y esperanza. En este nuevo año nos acompaña el evangelista Mateo. Dicen los teólogos y entendidos que ha sido el más leído y citado desde los primeros siglos. Fue escrito en un momento crítico y por eso muestra las tensiones y conflictos entre el mundo judío y los discípulos y seguidores de Jesús. Mateo presenta a Jesús como el Mesías y el nuevo Moisés. Nos ayuda a descubrir la “novedad” de Cristo y a acogerlo con fe renovada. Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros, el “Enmanuel”, el “Dios con nosotros”, anunciado por el profeta Isaías. Por eso “estará con nosotros, todos los días hasta el final del mundo”.  Como cristianos sentimos que no estamos solos en estos tiempos complicados. Dios nos acompaña desde Jesús. Lo encontramos en la comunidad de seguidores, pues “donde dos o más están reunidos en su nombre Él está en medio de ellos”.

En él encontramos las parábolas en las que Jesús nos invita a vivir esperando su venida definitiva en actitud despierta y vigilante, arriesgando nuestros talentos y siendo conscientes de nuestro comportamiento compasivo o indiferente ante las personas que encontramos en nuestro camino. Por eso hemos de acogerlo en los pequeños, pues lo que les hacemos a ellos, se los hacemos a Él.

En este tiempo de adviento esta esperanza tiene dos direcciones, una que mira al pasado, pero que en realidad no es motivo de nostalgia, sino de agradecimiento admirativo, y otra que mira al futuro, que no es motivo de temor, sino de gran alegría: la alegría de encontrarnos con el mismo Amor que en Jesús se encarnó. Con palabras de M. Gelabert, “en adviento celebramos dos importantes artículos del Credo de la fe cristiana. La primera parte del adviento celebra que el Señor resucitado vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. En la segunda parte nos preparamos a celebrar este otro artículo de la fe: el Verbo, que está en el seno del Padre, se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre. Los dos artículos tienen como punto de unión el amor de Dios. El amor de Dios que quiso manifestarse en Jesús, y el amor de Dios que vendrá al final de los tiempos y al final de cada vida humana, para recibirnos con misericordia en sus brazos. La esperanza cristiana se dirige, sobre todo, a este último acontecimiento. Es la gran esperanza. La verdadera, la gran esperanza del ser humano que resiste a pesar de todas las desilusiones solo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando hasta el extremo (Jn 13,19).

En este tiempo traigo a la memoria las palabras del Papa Francisco, el número 274 de su Encíclica Fatelli Tutti, Hermanos Todos: Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, verdaderamente hermanos. Creemos que «cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados. Ustedes saben bien a qué atrocidades puede conducir la privación de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa, y cómo esa herida deja a la humanidad radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales».

En este tiempo celebramos que nuestro Dios se encarna, se hace carne, pone su tienda entre nosotros, es el Enmanuel, el Dios con nosotros… Tarea nuestra es hacerlo presente en el mundo en el que vivimos, entre los nuestros, en nuestros trabajos, proyectos y empresas. Queremos compartir nuestra propia experiencia y convicción de que hacer presente a Dios es un bien para nuestra sociedad. Así también lo queremos celebrar.

Para todos vosotros, mis mejores deseos de Paz y Bien en estos días, en Navidad y para el nuevo año que comenzamos.

Fr. Benjamín Echeverría, OFMCap
Consiliario de ASE

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