CUANDO en nuestra Iglesia apelamos a la doctrina social parece que nos referimos a algo abstracto o a un deseo de bondad. No es así. La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es un cuerpo articulado, largo y denso, que sigue vivo y abierto a nuevas aportaciones (por ejemplo, el actual papa ha incorporado, con algunas de sus encíclicas, relevantes páginas a esta doctrina eclesial). En él se pueden encontrar verdaderas orientaciones para el comportamiento de quienes seguimos a Jesús de Nazaret.
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