En los últimos años, con motivo del Primero de Mayo, fiesta del trabajo y de San José Obrero, las HERMANDADES DEL TRABAJO hemos venido manifestando nuestra preocupación, denunciando la situación de paro y precariedad que viven los trabajadores y sus familias, exigiendo responsabilidad, solidaridad y justicia. Así lo declaran los títulos de los últimos manifiestos: CONTRA LA CRISIS ECÓNOMICA, SOLIDARIDAD SOCIAL (2009), LA SITUACION ES DRAMÁTICA (2010), A FAVOR DE UN PACTO COMÚN POR EL EMPLEO (2011), SITUACION GRAVE PERO NO DESESPERADA. HHT A FAVOR DEL BIEN COMÚN (2012), UNIDOS CONTRA LA CRISIS (2013) y ANTE LA PRECARIEDAD, SOLIDARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL (2014).
Los siete últimos años de crisis económico-financiera, de aumento de deuda pública y fuertes ajustes fiscales, han producido un descenso en la riqueza nacional; causando el cierre de numerosas empresas y el aumento del paro hasta unas cifras insoportables para una sociedad justa y que persiga una armónica convivencia social. Adicionalmente, las fuertes subidas de impuestos han castigado el poder adquisitivo de las clases medias, constatando que muy pocas personas y familias han salido indemnes de esta crisis. Aunque, en el último año, se ha producido un relativo crecimiento de la economía y una reducción del número de desempleados, todavía permanece una gran bolsa de trabajadores que no han alcanzado el ansiado contrato laboral.
LA REALIDAD SOCIAL ACTUAL
Desde una mirada cierta a la realidad social que nos interpela, es fácil constatar que entre nosotros ha crecido la pobreza y la desigualdad. Cada vez más, la sociedad española está formada por muchos trabajadores pobres y una minoría privilegiada muy rica. Las cifras confirman nuestra preocupación y han hecho saltar todas las alarmas. En efecto, si por un lado es inquietante el que uno de cada cuatro que quieren trabajar esté en el paro; el que uno de cada tres parados no cobre prestación alguna, el que uno de cada dos jóvenes no tenga trabajo, y el que más de dos millones de niños viven por debajo del umbral de la pobreza, trece millones de personas están en riesgo de pobreza o exclusión social y cinco millones en situación de exclusión severa. Por otro es escandaloso constatar que en este tiempo de crisis un pequeño grupo de personas han seguido acumulando la riqueza. Cómo justificar que el 1% de la población española tenga el 27% de la riqueza y que el 10% acapare hasta más del 55%. Realmente es escandaloso. El panorama dibujado en los últimos años es de una clase media empobrecida, que ha convertido a España en uno de los países más desiguales de la Unión Europea.
De nada vale seguir pregonando las grandes cifras macroeconómicas que manifiestan una mejoría global de la economía española, si no se afrontan de un modo decidido las causas que afectan directamente a los derechos del ciudadano de a pie. Son de todos conocidas estas causas que amenazan de un modo especial a los trabajadores y sus familias: el desempleo y la precariedad laboral, las desigualdades laborales existentes entre hombres y mujeres, el descenso de los sistemas de protección social y familiar, la crisis de educación, las desigualdades territoriales, el problema recaudatorio en razón de la economía sumergida, el fraude fiscal y la corrupción… La unión de todos estos factores es lo que ha llevado a que la pobreza y la desigualdad sean más extensas y más intensas, con el riesgo de volverse crónica.
CREACIÓN DE EMPLEO DECENTE: UNA PRIORIDAD POLÍTICA Y SOCIAL
El desafío decisivo que hoy tiene planteada la sociedad española es que todos los que hoy carecen de empleo puedan, a medio plazo, lograr un trabajo decente, cuestión que consideramos esencial para su vida y la de sus familias.
Como nos lo recuerda el Papa Francisco: “Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo. (Discurso al Parlamento Europeo, en Estrasburgo, Francia, 25.XI.2014).
En este año, en el que se van a dar más citas electorales que nunca, los ciudadanos junto con nuestros políticos debemos sentirnos interpelados por la gravedad de la situación y acometer de una vez por todas las soluciones que puedan generar un proyecto común, en el que nadie quede excluido. Es el momento de revalorizar la Política con mayúscula; de recuperar la implicación de todos en la “cosa pública”, reconociendo la política como una actividad profundamente noble y valiosa que tiene como objetivo el de construir una sociedad más digna y justa, donde los partidos políticos deben considerarse instrumentos al servicio del bien común y no fines en sí mismos.
En la coyuntura electoral en que nos encontramos, es fundamental que se ponga como centro del debate a la persona y no a la economía, al trabajo y no el capital, al trabajador y no los instrumentos materiales. El desempleo, la pobreza y la exclusión nos obligan a exigir a los partidos políticos a que pongan
en marcha una serie de medidas contra el paro y la precariedad laboral. Cada vez es más urgente la creación de un empleo decente; la instauración de una nueva política fiscal sostenible, progresiva y equitativa complementada por una lucha eficaz contra el fraude; la implementación de políticas públicas de ayuda a familias; la recuperación de los servicios sociales públicos; y una educación y sanidad de calidad abierta a todos, también a los inmigrantes.
Por otro lado, instamos a todos los ciudadanos a una mayor implicación en la vida política y social. Nuestra participación no es solo un derecho, también es un deber. Nadie debe sentirse eximido de esta responsabilidad ni resignarse a asumir un simple papel de espectadores-gobernados. Todos debemos participar activamente en la construcción de un nuevo espacio público en el que debatamos los verdaderos problemas que nos preocupan y afectan y busquemos las soluciones más convenientes.
SIN TRABAJO NO HAY DIGNIDAD NI FUTURO
Ante esta realidad de pobreza y desigualdad que viven muchas personas, especialmente, los trabajadores en paro y en precario, los jóvenes sin empleo y obligados a emigrar, los mayores de 45 años con pocas posibilidades de encontrar un trabajo, los autónomos y pequeños empresarios que cierran su negocios por falta de créditos y ayudas públicas, los inmigrantes que han perdido trabajo y familia, las personas mayores que viven en precariedad, las HERMANDADES DEL TRABAJO, como asociación de trabajadores cristianos, nos sentimos comprometidos en seguir luchando por la dignidad y los derechos de los trabajadores (punto 1 del Ideario). En palabras de papa Francisco “una sociedad que no da trabajo no es justa” (Cerdeña, 22-IX-2013). Nosotros no podemos ni queremos ser cómplices de esa injusticia. Nuestros medios son escasos y nuestra contribución solo puede ser humilde: humilde pero decidida. Los miembros de nuestro Movimiento no queremos permanecer impasibles ante el destino fatal que parece amenazar a millones de trabajadores. Por eso, como un elemento de nuestra implicación, exigimos a los políticos actitudes y comportamientos éticos que promuevan acuerdos y pactos sociales que hagan frente a las causas de la pobreza y la desigualdad.
Finalmente, hacemos un llamamiento a los que tienen más recursos, a esos hombres y mujeres de buena voluntad que, teniendo abundancia de medios, pueden comprometerse con la justicia social creando empresas y puestos de trabajo donde el propio trabajador pueda fraguar el futuro de su familia y el suyo propio. El trabajador no necesita tutelas, necesita un trabajo digno.
CONSEJO NACIONAL DE ESPAÑA.