Reproducimos a continuación la entrevista traducida al castellano, que publican en su web el Movimiento de los Focolares, a su presidenta, Maria Voce. Publica la entrevista del diario italiano Corriere della Sera
Al preguntarle si le disgusta el hecho de no poder ser sacerdote, ella, que es una de las mujeres más influyentes de la Iglesia, ríe discretamente: «Mira, conozco pastoras evangélicas vinculadas al mo-vimiento, amigas y mujeres excepcionales que hacen mucho bien en sus Iglesias, pero nunca se me ha ocurrido que la posibilidad de ser sacerdote aumentase la dignidad de la mujer. Sería sólo un ser-vicio añadido. Porque la cuestión es otra: las mujeres, a lo que debemos aspirar, me parece a mí, es a ver que se nos reconoce la misma dignidad, la igualdad de oportunidades en la Iglesia Católica. Servicio y no servidumbre, como dice el propio papa Francisco…». Maria Voce lidera desde 2008 a los Focolares, con dos millones y medio de miembros en 182 países, el único movimiento liderado, según su estatuto, por una mujer. Sucedió a su fundadora, Chiara Lubich, que la llamaba Emmaus, y que está enterrada a poca distancia, en la pequeña capilla del centro mundial de Rocca di Papa, con una cristalera desde donde se ve su casa entre los pinos y, enfrente de la lápida, un mosaico que representa a María como Madre de la Iglesia. El 7 de diciembre se cumplirán 70 años de la consagra-ción a Dios de Chiara. Una mujer laica que anticipó diversos temas del Concilio. «La Iglesia como apertura, comunión, amor recíproco…».
¿Qué papel tienen hoy las mujeres en la Iglesia, y cuánto se las escucha?
«El mismo papel que cualquier ser humano, hombre o mujer, que pertenece a la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. Cómo lo consideren los demás, eso ya es otra cosa. Me parece que las mujeres aún no tienen mucha voz ni voto. Muchas veces se les reconocen valores como la humildad, la docilidad, la flexibilidad, pero se aprovechan un poco de esto. Además, el Santo Padre ha dicho que le da pena ver a la mujer sometida, no la mujer al servicio: el servicio es una palabra clave de su pontificado, pero en cuanto servicio de amor. No en el sentido de servicio porque te consideran inferior y por lo tanto sumisa. En esto creo que todavía queda por hacer».
El Papa ha dicho que hay que pensar en una «teología de la mujer». ¿Qué significa para usted?
«Yo no soy teóloga. Pero el Papa ha dado el titular: “María es más grande que los apóstoles”. Es hermoso que lo diga, es muy fuerte. Pero de aquí tiene que surgir la complementariedad. La partici-pación también en el magisterio, en cierto sentido…».
¿En qué sentido?
«Chiara pensaba en María como el cielo azul que contiene el sol, la luna y las estrellas. Con esta visión, si el sol es Dios y las estrellas son los santos, María es el cielo que los contiene, que también contiene a Dios, por voluntad precisamente de Dios, que se encarnó en su seno. La mujer en la Igle-sia es esto, debe tener esta función, que solo puede darse en complementariedad con el carisma petrino. No puede ser solo Pedro quien guíe la Iglesia, sino que tiene que ser Pedro con los apóstoles y apoyado y rodeado por el abrazo de esta mujer-madre que es María».
Según Francisco, debemos reflexionar sobre el lugar de la mujer «incluso donde se ejerce la autoridad». ¿Cómo se podría hacer?
«Las mujeres podrían liderar distintos dicasterios de la Curia, por decir algo, no veo ninguna dificultad. No entiendo por qué, por ejemplo, al frente de un departamento sobre la familia tiene que haber necesariamente un cardenal. Podría muy bien haber una pareja de laicos que viven cristiana-mente su matrimonio y, con todo respeto, sin duda están más al corriente de los problemas de la fa-milia que un cardenal. Lo mismo podría valer para otros dicasterios. Me parece normal».
¿Qué más?
«Pienso en las Congregaciones generales previas al cónclave. Podrían participar las madres generales de grandes congregaciones, tal vez representantes elegidos de las diócesis. Si la asamblea fuese más amplia, incluso ayudaría al futuro Papa. Por otra parte, ¿por qué debe consultar solo a los demás cardenales? Es una limitación».
¿Se puede aplicar también al grupo de cardenales que ha querido Francisco como consejo?
«Por supuesto. No me imagino que se añada un grupo formado solo por mujeres. Sería más útil un organismo mixto, con mujeres y otros laicos que, junto con los cardenales, pueden ofrecer la infor-mación necesaria y otras perspectivas. Esto me entusiasmaría».
Y ¿las mujeres cardenales? Se habló de la Madre Teresa, ¿cómo lo habría visto?
«¡Quisiera saber cómo se habría visto ella! Una mujer cardenal podría ser un signo para la humanidad, pero no para mí ni para las mujeres en general, creo. No me interesa. Sería una persona excep-cional a la que se ha nombrado cardenal. De acuerdo, ¿y luego? Ya se ha valorado a grandes figuras, santas y doctoras de la Iglesia. Pero es la mujer como tal la que no encuentra su lugar. Lo que hace falta reconocer es el genio femenino en la cotidianidad».
La famosa complementariedad…
«Eso es. Hablaba de carisma petrino y carisma mariano. Pero en general diría entre hombre y mujer, la complementariedad ínsita en el designio de Dios. El hombre a imagen de Dios –“hombre y mujer los creó”– no se puede realizar de otro modo. Vale también para los consagrados: aunque uno renuncie a la relación sexual, no puede renunciar a la relación, a la relación con el otro».
Extraida de: https://www.focolare.org/espana/es/news/2013/12/24/dignidad-de-la-mujer/?utm_source=wysija&utm_medium=email&utm_campaign=MVoce_Dignidaddelamujer