Durante la segunda quincena de julio los
Chicos por la Unidad (
CxU) de todos le mundo se reunieron en los varios
Campos de Trabajo Internacionales Hombre Mundo. Las sedes de la
primera semana fueron Croacia, Serbia y Polonia; la siguiente semana se dedicó a acciones concretas de solidaridad y voluntariado en los más variados lugares del planeta.
El programa fue construido con las ideas de los
CxU de todo el mundo. Y no faltaron sus propios testimonios sobre cómo viven su día a día, los desafíos a los que se enfrentan y cómo intentar vivirlos. Uno de estos testimonios, que reproducimos a continuación, en torno al acoso escolar:
«Muy buenas a todos, hoy vengo a contaros una experiencia que ocurrió hace ya unos años. Durante seis años fui víctima de acoso escolar, desde los 10 años a los 16.
Como podéis imaginar fueron 6 años muy duros en mi vida. Cuando tenía 10 años un chico de mi clase consiguió que la clase empezara a gastarme bromas. Lo que empezó siendo unas bromas acabó con seis años de soledad. De repente, sin razón alguna nadie quiere ser tu amigo, nadie quiere jugar contigo, y otras cosas que, en un niño de 12 años, le duelen. No quiero entrar en detalles, pero imagino que todos podéis haceros una idea bastante clara.
Durante esos seis años mi relación con Dios no existió en ningún momento. No comprendía porqué un Dios que es Amor podía permitir que me ocurriera todo eso; pero tampoco fue que dejara de creer en Él, porque yo seguía participando de los encuentros de los Focolares, iba a misa y todo; pero nunca viviéndolo plenamente.
El cambio: cómo conseguí pasar de una situación tan deprimente y negativa a ser feliz.
Por un lado, pedir ayuda. Para mí fue muy importante tomar consciencia de que solo no podía salir adelante. Ahí fue cuando pedí ayuda a mis padres. Para ellos fue también un golpe duro, porque durante seis años yo nunca dije nada, así es que en ningún momento se imaginaron que me pudiera estar pasando algo parecido.
Lo primero que hicieron fue buscar a alguna persona que me pudiese ayudar a empezar el cambio; y de esta manera, encontré a una persona que más tarde cambiaría mi vida por completo.
Cuando estuve preparando esto que os estoy contando, le pregunté cómo podía hacerlo para transmitiros todo lo que llevaba dentro. Me dijo que algo importante era tomar el control de uno mismo. No dejarse influenciar por lo que los demás piensen de ti. No es un trabajo fácil, pero os aseguro que cuando uno puede vivir tranquilo sin que le afecte lo que los demás piensan de él, la mayoría de las preocupaciones se van.
Me dijo una frase de
Gandhi que se me quedará para siempre: “Primero uno sufre, pero es importante después amar, porque sufrir y amar es a la larga, la única forma de vivir con plenitud y dignidad”. Primero uno sufre, pero es importante pasar ese dolor a amor y no a odio o rabia.
Todo este proceso con la psicóloga que mis padres encontraron duró unos siete meses. El tiempo como podéis ver es importante. No es algo que se solucione de hoy para mañana.
El siguiente paso importante fue mi reconciliación personal con Dios: llegó en la
Jornada Mundial de la Juventud del año pasado en Cracovia. Ahí fue cuando descubrí que una cosa que me faltaba era perdonar a todos. Algo fácil de decir, pero algo muy difícil de aceptar. Así que hablándolo con un cura que nos acompañó empecé el proceso interior de realmente perdonar a todos aquellos que me habían hecho daño en algún momento.
En ese momento fue cuando sentí realmente a Dios por primera vez en mi vida. Sentía que Él me felicitaba por todo lo que estaba haciendo, pero que además me animaba a hacer más. Y en parte es por eso que estoy hoy aquí. En su momento fue algo difícil aceptarlo, pero yo sabía que si me había ocurrido todo esto en mi vida era por Voluntad de Dios y porque Él lo quería así. Y es por eso que estoy aquí hoy, pese a mis tremendos nervios, contando mi experiencia, porque mientras esta experiencia ayude a uno de vosotros yo ya estoy contento.
Por último, me gustaría poneros un fragmento de una película que en su momento me ayudó muchísimo:
Profesor Carter
Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada. Es nuestra Luz y no nuestra Oscuridad lo que más nos asusta. Empequeñecerse no ayuda al mundo, no hay nada inteligente en encogerse para que otros no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos deberíamos brillar como lo hacen los niños. No es cosa de unos pocos, sino de todos. Y al dejar brillar nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros.
Empequeñecerse no ayuda al mundo. Recordad eso. No es bueno hacerse el débil. Tenéis que ser vosotros mismos porque cada uno de vosotros sois únicos. No hay nadie ni habrá nunca nadie como vosotros.
¿Por qué os cuento mi experiencia? Por dos razones. La primera: para deciros que Dios nos quiere inmensamente, que pueden ocurrirte muchísimas cosas en tu vida, pero todas y cada una de ellas ocurren por Voluntad de Dios, y sin duda, te ocurren por alguna cosa. En mi caso, para que hoy esté aquí, sea quien soy en estos momentos y para intentar ayudar a toda la gente que esté pasando por alguna situación parecida a la mía.
La segunda, para pediros ayuda. Deciros que habléis, que, aunque vosotros seáis la víctima o seáis observadores, que lo contéis sin miedo a lo que los demás pueda decir de vosotros. ¿Difícil? Mucho, pero no es excusa. Sin hablar no se puede actuar contra el acoso. Muchas gracias».
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