COMUNIÓN Y LIBERACIÓN: Entrevista a Julián Carrón en L’Osservatore Romano

LA FUERZA «DESEQUILIBRADA» DEL CRISTIANISMO

Julián Carrón
La crisis de la sociedad y el papel de lglesia. «El hombre necesita ser abrazado en toda la “densidad de su humanidad”». L’Osservatore Romano entrevista al presidente de la Fraternidad de CLAndrea Monda

Con Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, se amplía a toda Europa la reflexión sobre la crisis de la sociedad actual y sobre el papel de la Iglesia que, desde hace algunas semanas, llevamos a cabo desde estas páginas.

Giuseppe De Rita, reflexionando en estas páginas sobre la crisis actual de la sociedad italiana y europea, hacía referencia al pasado y decía que en la Edad Media el buen gobierno de una comunidad se apoyaba sobre dos autoridades: la civil, que garantizaba la seguridad, y la espiritual, que ofrecía a los ciudadanos el sentido de la existencia. Estas dos autoridades no pueden concentrarse en una sola persona, y sin embargo, en Europa se tiende con frecuencia a la concentración del poder. En este contexto, ¿cuál puede ser el papel de la Iglesia, y por tanto su responsabilidad?
En realidad, ambos aspectos están muy ligados entre ellos. En el ánimo de mucha gente se percibe la sombra de un gran miedo, de una profunda inseguridad. Pero, ¿de qué se trata? ¿Cómo hacer frente a ello? Si las personas no encuentran una respuesta radical al miedo, este acaba dominando y produce reacciones deslavazadas. Sin embargo, resulta evidente que la política no es, no puede ser capaz de responder al ansia de seguridad, al desconcierto que el hombre tiene en su interior. Entonces sale a la luz la verdadera cuestión. La sociedad –con todas sus instituciones, los partidos, los sindicatos, las escuelas de cualquier orden y nivel, y sus realidades vivas, las comunidades, la Iglesia– tiene ante sí un desafío: ¿quién responde a esta necesidad de seguridad que aparece a la vez que el miedo? No se puede responder a esta necesidad confiando la solución a muros, sean del tipo que sean. Cuando se propagan las actitudes más hostiles, en la línea del homo homini lupus, cuando cualquier persona o cosa se convierte en un enemigo potencial, la respuesta nunca se puede reducir a una cuestión de «policías» o «muros».

El miedo parece ser el sentimiento más difundido hoy en día cuando, paradójicamente, la sociedad nunca ha sido tan segura como ahora. ¿Cómo se explica esto?
Se explica porque la cuestión del miedo está totalmente enraizada en la cuestión del sentido. La respuesta a la inseguridad no puede ser únicamente social, sino que debe ser respuesta a la exigencia de sentido, porque nunca se puede reducir al hombre a sus aspectos materiales. La seguridad material no es una respuesta suficiente ante la confusión última del yo. Lo demuestra precisamente el hecho al que usted ha hecho referencia: las sociedades occidentales nunca han sido tan seguras y saludables y nunca han estado tan en paz como hoy, y sin embargo ha crecido el sentimiento de inseguridad, de miedo. Lo único que vence el miedo del hombre es una presencia. Lo vemos en la experiencia elemental del niño. La única respuesta a su miedo es la presencia de su madre, que él reclama con todas sus fuerzas; no busca otra cosa, porque nada sería capaz de responder. El problema es, por tanto, más profundo. Hace algunos días, presentando un libro en París, cité al escritor Houellebecq, que es considerado casi como un símbolo del nihilismo. Pero en el fondo de este aparente nihilismo se manifiesta una exigencia de significado impresionante e insuprimible. Escribe este autor en una carta dirigia a Bernard-Henry Lèvi: «Tuve cada vez más a menudo –me es penoso confesarlo– el deseo de gustar. Un poco de reflexión me convencía cada vez, por supuesto, de que este sueño era absurdo; la vida es limitada y el perdón imposible. Pero la reflexión era inútil, el deseo persistía; y debo confesar que persiste hasta la fecha». El deseo es más radical que la reflexión sobre él. La reflexión sobre lo absurdo de desear ser amado, de buscar una respuesta a la sed, debe ceder el paso al deseo que persiste. Es decir, lo que tenemos ante nosotros, aquello con lo que nos medimos, es el problema del deseo –el deseo de ser amados, de que nuestra vida se cumpla– que, al no encontrar respuesta, se manifiesta en el miedo, en la rabia, en la violencia, en el intento de levantar muros. Pero en el fondo hay algo que se escapa, que es la naturaleza del hombre que, incluso en esta situación de nihilismo, de confusión, de desconcierto, sigue siendo irreductible. Y es precisamente en este nivel donde nos sentimos interpelados.

¿Puede la Iglesia intervenir a este nivel?
Creo que la Iglesia, los cristianos, tienen una tarea única a este respecto. De hecho, la cuestión es: ¿quién salva el deseo? ¿Qué tipo de mirada tenemos que recibir para que este no se vea reducido? En el mundo clásico, se percibía con terror la desmesura del deseo, se consideraba una hybris peligrosa. Por ello había que poner límites, reducir esa desmesura, reconducirla dentro de los cauces de la mesura. Después llegó el cristianismo. En el Evangelio se documenta la presencia de alguien que se mantiene en pie ante el deseo del hombre. Jesús se dirige precisamente a este deseo, es capaz de mirar el deseo a la cara desvelando toda su magnitud. Por ello pregunta: «¿De qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Mt 16,26). Muchas veces interpretamos esta pregunta en sentido moralista y no como expresión última de la naturaleza del hombre, de su deseo, de esa sed de la que habla Jesús a la samaritana, del hambre y la sed de las Bienaventuranzas. Jesús habría podido mirar muchas otras cosas de aquella mujer en situación «irregular», con sus cinco maridos, y sin embargo mira directamente a su sed; él sabe que solo si le propone algo capaz de responder a su sed de felicidad, esa mujer podrá dejar de buscar el cumplimiento de su vida en otros sitios, en cosas que no pueden dárselo. Pero no se trata solamente de una cuestión personal, sino que es una cuestión social. Houellebecq pone de manifiesto precisamente esta relevancia pública, social, cultural y política del problema, porque si el hombre no encuentra una respuesta adecuada a la naturaleza de su deseo, en el fondo siempre estará a disgusto, buscará soluciones insuficientes y acabará siendo víctima del miedo o de la violencia. El cristianismo puede estar en pie ante este deseo, como recuerda Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti», es decir, hasta que encuentre una presencia proporcionada a la profundidad del deseo. Cada vez que el cristianismo entra en crisis vuelve a brotar ese espíritu pagano que quiere encorsetar el deseo, reducirlo, «reconducirlo dentro de los límites de seguridad», como dice a su modo Todorov, porque de nuevo se vuelve peligroso. Bergman, al final de la película Fanny y Alexander, hace decir a uno de sus personajes: «No estamos preparados, pertrechados para ciertas indagaciones. Lo mejor es mandar al infierno los grandes escenarios. Viviremos en lo pequeño, en nuestro pequeño mundo. Y nos conformaremos con él», manteniéndonos dentro de nuestros límites. Esta es la «sabiduría» mundana que, sin embargo, no puede eliminar la sed inextinguible de significado que arde en el corazón del hombre.

El pasado 9 de mayo, hablando a la diócesis de Roma, el Papa definía las Bienaventuranzas como «el Premio Nobel del desequilibrio», invitando al cristiano a «mantener el desequilibrio», a conservar ese desequilibrio; de lo contrario, construiríamos una hermosa armonía griega que, sin embargo, disminuye lo humano. ¿No es acaso este el riesgo de Europa, que quizá hasta ahora se ha concentrado en fijar los límites burocráticos, tratando de gestionar la seguridad, pero sin ofrecer una respuesta a esa sed siempre excedente que, sin embargo, es lo humano?
Este es precisamente el meollo. Todos los intentos, por muy buenos que sean, están destinados al fracaso si no responden a esta sed. Europa ha hecho un esfuerzo enorme por responder a muchas necesidades. Ningún país por sí mismo habría podido llegar al grado de desarrollo al que hemos llegado. Pero al mismo tiempo, el descontento y el malestar aumentan. ¿Cómo es posible? El problema nace de no haber comprendido cuál es la naturaleza de la «enfermedad». Siempre me ha asombrado la genialidad de Leopardi a la hora de captarla: «Todo es poco y pequeño para la capacidad del propio ánimo». Para muchas personas esto es algo negativo, como una desgracia, mientras que constituye la diferencia y la grandeza del hombre. Si perdemos la conciencia de esta diferencia, de la infinitud de nuestro deseo, no comprenderemos nada de lo que sucede. Si Europa no se da cuenta de esto, no podrá evitar ofrecer respuestas penúltimas con la pretensión de que sean suficiente. Entendámonos: por una parte Europa, en cuanto que realidad político-económica, no debe responder a la exigencia última, porque no es su finalidad; pero por otra parte debe reconocer cuál es la naturaleza del problema y dejar el espacio para la respuesta. Europa existe en cuanto que crea y garantiza ese espacio de libertad en el que se pueden encontrar las distintas respuestas de sentido. Porque –creo que parece algo definitivamente adquirido después del Concilio– no existe posibilidad de acceder a la verdad más que a través de la libertad. Solo si Europa sigue siendo cada vez más ese espacio de libertad podremos compartir la riqueza que uno y otro hayan encontrado en la vida y podremos ofrecerla como respuesta a las exigencias y a los desafíos que tenemos ante nosotros. Se trata de un espacio en el que se salvaguarde ante todo la posibilidad de reconocer ese algo más que constituye al hombre, que nos hace a todos seres humanos, aun siendo distintos y únicos en nuestra propia complejidad. Esta es la gran contribución que pueden ofrecer el cristianismo y la dimensión de la fe.

Sin embargo, parece que del malestar y el descontento se pasa con frecuencia al rencor y a las reacciones emotivas que derivan de él, como parece reflejar el soberanismo. Si Europa no corresponde a mis expectativas me encierro en mi pequeño espacio individual o nacional en donde soy soberano. Más que una respuesta, esto parece una reacción casi automática.
Es una reacción que pone de manifiesto una carencia. De hecho, cuando alguien está contento, no experimenta rencor, no «reacciona». La reacción tiene como punto de partida una exigencia que no ha encontrado todavía respuesta y que a menudo no ha aflorado completamente en la conciencia. En mi opinión, esta es la gran ocasión del cristianismo. El nihilismo que vemos en muchos fenómenos de la vida social, cultural y literaria revela la existencia de una pregunta abierta e inquietante sobre la propia vida que documenta la irreductibilidad de lo humano. ¿Quién puede responder a ella? La Iglesia se ve interpelada, encuentra aquí su tarea. Debido a lo que hemos recibido y recibimos por gracia, los cristianos tenemos una tarea crucial en este contexto. El hombre necesita ser mirado de forma no reducida, necesita ser abrazado en toda la «densidad de su humanidad». Es la forma con la que Jesús mira a Zaqueo, que aparentemente estaba menos necesitado, porque era muy rico: se percata de su verdadera necesidad, que es la de ser mirado sin ser reducido a meros factores materiales y sociales. Zaqueo se siente mirado de un modo que mueve su yo, que lo pone en acción, y acoge a Jesús lleno de alegría. La respuesta a esa necesidad, a veces escondida, a veces no suficientemente consciente, procedía de alguien que no había reducido la humanidad que había en él. Jesús sabe percibir esta necesidad en los pobres que encuentra por el camino, en los enfermos y heridos de su tiempo (Zaqueo es un hombre herido), y lo mismo hace hoy el Papa, que en la relación con cada uno, en la relación con los demás, testimonia en el presente la contemporaneidad de la mirada de Jesús.

El fenómeno de la globalización parece haber traicionado también, en cierto modo, sus promesas: ha debilitado las mediaciones y ha hecho renacer un sentimiento opuesto y excesivo de identidad. La crisis de la mediación y de los cuerpos intermedios ha producido situaciones de soledad, se ha convertido en crisis de la pertenencia en favor de un sentimiento de identidad fuerte pero individualista. También aquí el cristiano puede decir una palabra oportuna.
Una palabra decisiva, porque el cristianismo responde justamente a la soledad, a la soledad del corazón generada por la exigencia insatisfecha e irreductible de significado, exigencia a la que solo una presencia excepcional, la presencia de Cristo en la carne de un encuentro humano, puede responder. Pensemos en el hombre frente a la enfermedad, frente a la muerte. Pues bien, el cristianismo no es solo un discurso, sino una palabra encarnada. El Verbo se ha hecho carne para que cualquier persona pueda experimentar su presencia en la vida y en los lugares en los que la soledad radical surge y explota de forma más aguda, siendo muchas veces eludida. El Verbo se ha hecho carne, presencia, para compartir la vida de cada uno de nosotros sin censurar nada, desde los aspectos elementales, concretos, hasta la soledad más radical. La Iglesia es, por definición, una comunidad, un lugar intermedio que pone en relación al individuo con el significado último, con el Misterio; es la continuación de ese gran intermediario que es Cristo. Cristo pone en relación al Infinito con el hombre histórico concreto. El cristiano «privado» no existe, sino que, por su propia naturaleza, termina generando siempre comunidades, lugares en donde se puede afrontar juntos la soledad completa, la de verdad.

El papa Francisco ha propuesto el tema, más aún, el método, de la sinodalidad. ¿Es el signo de esta generatividad social propia del cristianismo?
Me parece una cuestión fundamental, porque en la vida el camino lo hacemos siempre juntos. La cuestión es cómo cada uno de nosotros, junto a los demás, pone en común la riqueza de la experiencia que vive. Este recorrido que hacemos juntos para encontrar el camino, en el que el hecho de compartir constantemente corrige las cosas que no funcionan, en el que cada uno llega a ser verdaderamente protagonista, puede avanzar si estamos disponibles para volver a empezar, para cambiar, para empezar otra vez desde el principio. La provocación de la realidad está siempre «al acecho» y forma parte del camino humano, que es sostenido por la contribución que ofrecen los últimos, por la ayuda que ofrecen las personas más impensables, que te devuelven lo que tú dabas por descontado. Uno debe estar constantemente atento para dejarse enriquecer por lo que el Misterio hace para responder a las necesidades. La cuestión es si estamos disponibles para reconocer cualquier brizna de verdad, de iniciativa, de inspiración que aparezca en la vida de la Iglesia. Me ha impresionado mucho cómo se subraya en la Christus vivit el deseo de abrazar y estimular cualquier iniciativa. Cuando esto sucede en la Iglesia, se acogen los dones que Dios distribuye desde su total libertad. Entonces todo contribuye al bien de la Iglesia que, como dice el Papa, es poliédrica. La figura del poliedro nos recuerda que la vida no es rígidamente armoniosa, no se puede reducir a esquemas meramente lógicos. Como escribe Benedicto XVI en la Spe salvi, «un progreso acumulativo solo es posible en lo material», pero cuando está de por medio la libertad hay que empezar siempre, porque ella «presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio». Por eso es difícil hacer previsiones y programaciones. Lo decía muy bien Goethe: «Lo que heredaste de tus padres, vuelve a ganártelo para poseerlo». Lo que nuestros antepasados percibieron como un bien, es decir, unirse después del drama de la Segunda Guerra Mundial –empezando con un gesto concreto como el acuerdo sobre el carbón y el acero–, nos parece algo insignificante ahora que nos hemos desarrollado tanto. Sin embargo, para ellos fue el inicio concretísimo de un camino que ha florecido. Todas las cosas se pueden corregir, pero la cuestión es no poner en peligro las conquistas y los progresos obtenidos a lo largo de muchos años. Se trata de introducir las correcciones necesarias, como en cualquier obra. El ser humano es perfectible, así como cualquier construcción suya.

La voz del Papa es muy escuchada, pero es también una voz aislada en un mundo que parece moverse en direcciones distintas, cuando no opuestas. ¿Ha llegado para los cristianos el momento de ser esas «minorías creativas» de las que hablaba Benedicto XVI?
Al Papa se le reconoce en muchos sitios una originalidad y una autoridad. Y precisamente en el momento en el que parece que está aislado, es cuando se puede reconocer más fácilmente su diferencia. Y esto es signo de que la contribución de los cristianos, que en ciertos momentos puede parecer numéricamente menos consistente, no es por ello menos relevante. Muchas veces hemos vinculado nuestra capacidad de incidir únicamente a los números. Pero la relevancia, la incidencia histórica de una presencia no depende de los números, sino de su diferencia. El Papa lo testimonia: en su aparente impotencia, tiene una capacidad de incidencia infinitamente mayor que cualquier otro poder. Una obra artística no depende de sus dimensiones, depende de la belleza que manifiesta, de la diferencia que lleva consigo y que comunica. Esto es lo que Cristo ha traído: una diferencia, que a nosotros nos suena como una paradoja; que Dios decida salir al encuentro del hombre perdido y que para hacerlo se despoje de su divinidad nos parece absurdo. Es lo contrario de lo que nosotros haríamos. Dios nos «descoloca» constantemente. Pero podemos decir que, despojándose de su divinidad, ¡Cristo ha ofrecido una contribución para cambiar el mundo! Esta es la fuerza «desequilibrada» del cristianismo, de la presencia de los cristianos: allí donde se vive el cristianismo de forma auténtica, genera nueva vida, incluso dentro de su aparente pobreza, de su aparente insignificancia. La Iglesia es la belleza que está dentro del mundo, que hace siempre nuevas todas las cosas. Esta es la gran contribución –precisamente ahora que los números son los que son– que los cristianos están llamados a ofrecer. Para nosotros constituye un nuevo inicio. Pero para la Iglesia es una «vieja historia», como testimonia la Carta a Diogneto, que documenta cuál era el verdadero testimonio que los cristianos, en su aparente irrelevancia, daban en los primeros siglos. A ese testimonio estamos llamados también hoy.

 

Más información: https://espanol.clonline.org/noticias/actualidad/2019/06/06/la-fuerza-desequilibrada-del-cristianismo

CONCAPA pide que la EBAU sea común en todo el territorio

Madrid, 11 de junio de 2019.- Tras las reacciones originadas con motivo de la realización del examen de Matemáticas en las Pruebas de Acceso a la Universidad de la Comunidad Valenciana, con un alto grado de dificultad, el Presidente Nacional de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA), Pedro José Caballero, insta a la ministra de Educación y Formación Profesional a poner en marcha las medidas necesarias para unificar el sistema, de modo que la prueba sea común para todos los alumnos y sus criterios de corrección homogéneos para todo el territorio nacional.

Tanto para las familias como para los alumnos supone un grave perjuicio el hecho de que haya diferencias tan dispares entre las pruebas realizadas en una u otra Comunidad en función de los criterios de la prueba, notas y su corrección.

Para CONCAPA no es suficiente con crear una comisión o grupo de trabajo como afirma la ministra, sino que es necesario unificar criterios para tener las mismas oportunidades, porque en este tipo de examen un punto puede ser la diferencia entre poder o no estudiar la carrera deseada o en la universidad elegida.

Además, estas diferencias también perjudican al profesorado, pues puede cuestionar su trabajo, máxime cuando en ocasiones el problema es que no ha dado tiempo a terminar los temarios. Otro tema es que el examen en sí esté bien o mal diseñado, lo que se solucionaría con la prueba común.

CONCAPA reitera la necesidad de seguir trabajando para conseguir un verdadero Pacto Social y Político por la Educación, donde poder abordar todos estos temas.

 

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XXIX BIBLIOTECA DEL FORO DE LAICOS – Especial Feria del Libro 2019

Con algo de retraso, pero con total puntualidad para la temporada de la Feria del Libro, volvemos a compartir una nueva edición de la “Biblioteca del Foro de Laicos”. Esperamos que os guste y os anime a seguir disfrutando de la lectura.

 

PPC

 

BAC

 

SAL TERRAE

 

HERDER EDITORIAL

 

EDITORIAL CIUDAD NUEVA

 

NARCEA

 

EDITORIAL MONTE CARMELO

 

VERBO DIVINO

 

RIALP

 

PALABRA

 

ENCUENTRO

JOC/JEC/HOAC: La urgencia de un nuevo contrato social que priorice a las personas

ITD comparte con la OIT la urgencia de un nuevo contrato social que priorice a las personas

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Comienza hoy en Ginebra la asamblea del Centenario de la Organización Internacional del Trabajo un «parlamento mundial sobre el trabajo», al que asisten más de 5.000 delegados y delegadas de todo el mundo.

La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) –Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC) y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— comparten la necesidad de poner a las personas en el centro de todas las prioridades que se subraya en el informe Trabajar para un futuro más prometedor de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, que va a ser debatido en las sesiones de la asamblea del Centenario que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra en Ginebra del 10 al 21 de junio.

A esta reunión, que el director general de la OIT, Guy Ryder, define como un «parlamento mundial sobre el trabajo», asisten más de 5.000 delegados y delegadas de todo el mundo. En la delegación del Movimiento Mundial de Trabajadoras Cristianos participa Toni Santamaría, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), una de las entidades que integran ITD.

El informe proporciona un análisis en profundidad del futuro del trabajo, orientado a sentar las bases para alcanzar la justicia social en el siglo XXI. En este horizonte, el trabajo decente es esencial para las personas, para la paz y para el planeta, en el marco de un nuevo contrato social que priorice a la persona y preserve el trabajo

Para la ITD es importante la coincidencia entre las preocupaciones de la OIT, las reivindicaciones y propuestas del movimiento sindical internacional, los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio del papa Francisco en torno a la urgente necesidad de ese nuevo contrato o pacto social que priorice a las personas, su dignidad y el valor de su trabajo.

La Declaración final que se adopte en esta reunión centenaria debe establecer un nuevo contrato social que, entre otras cuestiones, priorice el respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras con una Garantía Laboral Universal que proteja los derechos de todos los trabajadores, un salario adecuado, la limitación de las horas de trabajo, la seguridad y salud en las relaciones laborales, la no discriminación, la libertad sindical y la negociación colectiva, la igualdad de género, la protección social universal, el aprendizaje permanente, la gestión humana de las nuevas tecnologías, la lucha contra la crisis ecológica y el diálogo social comprometido como fórmula para resolver los inaplazables retos.

Resultan inspiradoras, en ese sentido, la reclamación del papa Francisco de un «nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social para el trabajo», esencial para la democracia y para las personas, que otorgue «dignidad, respeto, honor, libertad, derechos para todos» (No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. En distintos discurso y mensajes). Un pacto social y cultural que nos permita vivir juntos (Evangelii gaudium, 239).

La aportación de la Doctrina Social de la Iglesia

Recordando las palabras del Papa en Laudato si’, es urgente cuidar la casa común y la familia humana, con especial atención a los pobres y a la fragilidad del planeta, retos que están íntimamente vinculados porque instan al cuidado de la vida para poder construir el mundo desde la fraternidad. Para ello, «es esencial cuidar el trabajo humano y su dignidad, en un mundo en que hacemos todo lo contrario». Y por eso, «el trabajo es una prioridad humana y, por tanto, una prioridad cristiana», subraya Francisco.

La Doctrina Social de la Iglesia recoge una cuestión clave: la prioridad del trabajo (personas) sobre el capital (cosas). Esto implica, decía san Juan Pablo II en Laborem exercens, que los derechos de la persona en el trabajo deben ser el criterio decisivo para organizar toda la economía y no, como ocurre ahora, dejar que la rentabilidad económica someta los derechos de trabajadores y trabajadoras.

Esta prioridad del trabajo es lo que reclama un nuevo contrato social que proteja efectivamente la dignidad de las personas y ponga las cosas en su lugar, lo que, al mismo tiempo, requiere impulsar un profundo cambio de modelo económico «fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad». Para avanzar hacia ese objetivo es prioritario promover la dignidad del trabajo, el trabajo decente y la protección de los derechos de todas las personas y familias trabajadoras.

La iniciativa «Iglesia por el Trabajo Decente» surge en España en el año 2015haciendo suyo el objetivo impulsado por la Santa Sede, la OIT y organizaciones de inspiración católica, de colocar explícitamente el «trabajo decente para todas las personas» entre los objetivos de desarrollo sostenible.

 

https://www.iglesiaporeltrabajodecente.org/2019/06/10/itd-comparte-con-la-oit-la-urgencia-de-un-nuevo-contrato-social-que-priorice-a-las-personas/

CEAAEC: Pruebas de acceso a la Universidad

Ante el panorama creado por la celebración de las pruebas de acceso a la Universidad, CEAAAEC se ve nuevamente en la obligación de denunciar la situación producida y el malestar creado por el procedimiento empleado, los tipos de exámenes propuestos, los grados de dificultad: media, fuerte y desmesurada.

En un país donde existen 17 consejerías de enseñanza, es absolutamente inadmisible que se produzcan 17 tipos diferentes de pruebas para el acceso a la universidad con diferentes grados de dificultad, con diferentes tipos de temas y con lo que se interpreta como hacer “sufrir” a los que se examinan, después de un curso de estudio sin descanso sabiendo como saben lo que se “juegan” al final.

Destacamos que unos sistemas de educación y formación de calidad promueven la  ciudadanía activa y los valores comunes y, así, contribuyen a configurar una sociedad abierta, inclusiva, pluralista, democrática y tolerante.

El papel que desempeña la enseñanza en el desarrollo de actitudes de aprendizaje permanente debe ayudar a las personas a adaptarse a las exigencias cambiantes del mundo moderno, sin olvidar, a la hora de evaluar, observar si se han alcanzado los objetivos de aprendizaje y de qué forma.

La realización de las evaluaciones debe someterse al programa estudiado durante el curso, con unas pruebas que se puedan realizar en un tiempo normal (90 minutos aprox.) cuidando siempre que esto sea alcanzable, midiendo la complejidad y especialidad en el proceso de evaluación.

RECOMENDACIONES:

La realización de las pruebas de acceso a la Universidad, deben de ser únicas e iguales para todos, respetando siempre los diferentes temas a evaluar y garantizando una igualdad de acceso a ellos. Los modelos de evaluación deben ser asequibles, de modo  que con su resolución den una clara idea de la preparación del evaluado.

El exceso de dureza en las pruebas demuestra poco respeto a los evaluados. Los docentes conocen perfectamente la forma de presentar las evaluaciones y el análisis posterior, ofrecerá resultados fiables del evaluado.

La capacidad de los sistemas educativos para satisfacer las necesidades sociales, económicas y personales depende de su calidad, accesibilidad, diversidad, eficiencia y equidad.

Consideramos que la formación contribuye al desarrollo personal y al crecimiento de los jóvenes para que lleguen a ser ciudadanos proactivos y responsables, preparados para vivir y trabajar en un mundo tecnológicamente avanzado y globalizado.

Consideramos que el Espacio Enseñanza debe centrarse en alcanzar metas comunes, entre ellas la de garantizar una formación de calidad para todos, que debe configurarse en consonancia, pero desde un punto de vista crítico, con las políticas, las tendencias y los esquemas formativos, a fin de velar por la coherencia, la consistencia y la viabilidad de los resultados.

José Antonio Cecilia

Presidente

NOTA DE PRENSA CEAAAEC 2019-5

AIC: Asamblea Nacional

DOLORES GARCÍA PI, PRESIDENTA NACIONAL DEL FORO DE LAICOS EN LA ASAMBLEA NACIONAL DE AIC CELEBRADA EN SALAMANCA

 

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Los días 1 y 2 de junio ha tenido lugar en Salamanca la Asamblea Nacional de  la ASOCIACIÓN  DE CARIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL (AIC) . Han participado en ella 143 miembros y hemos contado con la intervención de varios ponentes vinculados directamente a la acción caritativa y social de la Iglesia. Entre ellos ha participado Dña. Dolores García Pi, presidenta del Foro de Laicos. Fue invitada con el objetivo de que los miembros de la AIC pudiéramos conectar con los preparativos del Congreso de Laicos que, bajo el lema: Iglesia de Dios en salida, ha programado y organizado la Conferencia Episcopal Española para dar voz al laicado. Con San Vicente de Paul, nuestro fundador, nos sentimos fieles hijas e hijos de la Iglesia y vinculados a la acción caritativa y social que desarrolla en nuestro mundo.

Con un lenguaje sencillo y un audiovisual clarificador, desarrolló su ponencia el domingo 2 de junio, dejando muy claro a todos los miembros de la Asociación, cuál es el objetivo del Congreso: Impulsar la conversión pastoral y misionera del laicado en el Pueblo de Dios, como signo e instrumento del anuncio del Evangelio de la esperanza y de la alegría, para acompañar a los hombres y mujeres en sus anhelos y necesidades, en su camino hacia una vida más plena.

En su desarrollo partió del Plan pastoral de la Conferencia Episcopal española para el periodo 2016-2020. En él afirman nuestros obispos: “Somos conscientes de que en España la Iglesia está también llamada por el Señor a una conversión misionera. Las circunstancias históricas que estamos viviendo han hecho más difícil y más necesaria la claridad y la firmeza de la fe personal, la vivencia comunitaria y sacramental de nuestras convicciones religiosas” (Plan Pastoral, 10). Y, en este sentido, nos invitan a los laicos a asumir el protagonismo que nos corresponde en este proceso de renovación en virtud del mismo bautismo.

Durante la presentación nos quedaron muy claros los objetivos específicos del Congreso que tendrá lugar en Madrid del 14 al 16 de febrero de 2010:

  1. Tomar conciencia de la vocación bautismal, de la llamada universal a la santidad y, por tanto, de la responsabilidad laical en nuestras comunidades y en la transformación del mundo. La vocación bautismal del laicado para la misión.
  2. Potenciar la caridad política como corazón de la identidad y espiritualidad laical. Dimensión socio-política de la fe.
  3. Transmitir, desde el discernimiento, una mirada de esperanza ante los desafíos que nos presenta la evolución de nuestra sociedad actual. Vivir la misión con alegría y esperanza.
  4. Ser espacio de comunión, como Pueblo de Dios, desde el cual promover nuevas dinámicas de trabajo pastoral en las Diócesis y a nivel nacional en lo que concierne al apostolado seglar, para llegar a los bautizados, alejados por cualquier causa. Comunión para la acción misionera.
  5. Visibilizar la realidad de un laicado que, a título personal y familiar, en movimientos, asociaciones y comunidades, desde la vivencia del Evangelio, comparten experiencias y líneas de acción en la Iglesia y en el mundo. Llamados a ser “discípulos misioneros” en la Iglesia y en mundo.

Y todo con tres notas características en las sesiones de reflexión celebradas como preparación y durante el desarrollo del Congreso:

  • SINODALIDAD: caminar juntos,
  • DISCERNIMIENTO de la misión de la Iglesia,
  • ESPIRITUALIDAD porque mantener vivo el ardor misionero requiere una decidida confianza en el Espíritu Santo (EG, 280)

En el ambiente de cercanía, fraternidad y confianza mutua que ha marcado el ambiente de esta Asamblea, Loli García Pi ha sido una compañera y una amiga más que fraternalmente ha compartido su responsabilidad, saber y experiencia para animarnos a participar de lleno en el Congreso, junto a otras muchas Asociaciones de la Iglesia.

Agradecemos su presencia y cercanía, así como su exposición, motivación y compartir fraterno. Gracias Loli, porque has hecho realidad el lema de la próxima jornada de Apostolado seglar en la solemnidad de pentecostés: “Somos misión”.

 

Concepción Santiago Alonso

Presidenta nacional.

JOC: Campaña de Acción “RelaciónARTE” 

– CONCLUSIONES ETAPA DEL VER –

 

RELACIONARTE JUNTAS SUMAMOS JUNTAS CAMBIAMOS

 

¿Por qué esta campaña?

Tras un análisis y acercamiento a la realidad juvenil descubrimos una gran carencia y dificultad que tenemos las personas jóvenes a la hora de relacionarnos. Por ello, como movimiento nos planteamos establecer el trabajo de nuestra Campaña de Acción entorno a las RELACIONES, teniendo en cuenta dos cuestiones que nos están afectando de manera directa a la hora de relacionarnos: los roles de género y las redes sociales. Cada vez constatamos más patrones impuestos que determinan nuestras oportunidades y comportamientos, así como un mundo digital mediatizado por las redes sociales configurando nuevos paradigmas sobre los que construimos la manera de estar comunicadas y relacionadas. Por tanto, es fundamental tomar conciencia si nuestras relaciones son de poder y dominación, como pretende esta sociedad capitalista hetero-patriarcal o son de justicia y cuidados como así deseamos y nos propone Jesús de Nazaret.

 

Objetivos del VER

  • Descubrir las relaciones que estamos estableciendo tanto con una/o misma/o como con nuestro entorno.
  • Reflexionar de qué manera nos afecta y nos configura nuestra vida como jóvenes obreras/os toda esta realidad.
  • Analizar qué se esconde detrás de estas estrategias y cánones desde los cuales el sistema nos propone y exige relacionarnos.

Para acceder al documento entero sobre nuestra campaña y otros materiales pincha en los siguientes enlaces.

https://www.dropbox.com/s/4emf7wziw2wxog5/Conclusiones%20VER%20campa%C3%B1a.pdf?dl=0

https://www.joc.es/web2/index.php/materiales-y-descargas/campanas/category/31-relacionarte

 

JOC: Priorizando a las personas descartamos la indecente precariedad

De nuevo, ante el 1º de Mayo, Día Internacional del Trabajo, las organizacio­nes que promovemos la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente unimos nues­tras voces y fuerzas en esta fiesta de los trabajadores y trabajadoras y de San José obrero para celebrar el sentido creador del trabajo, y para poner de relieve la urgente necesidad de poner fin a la lacra de la precariedad laboral que caracteriza el actual sistema de relaciones labores y que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias.

Constatamos que el trabajo decente, que forma parte de los Objetivos de De­sarrollo Sostenible, es un elemento imprescindible para la justicia social y la cohesión de toda la humanidad.

Como denuncia César, de Zaragoza, “la mayoría de trabajos que me ofrecen las empresas son precarios, horas sueltas, sustituciones puntuales… No dan para vivir de forma digna, ni mucho menos. Este tipo de trabajo me genera mucho estrés y tengo miedo del día de mañana. Por eso, este 1º de mayo acudiré a la calle para junto a otros intentar conseguir un trabajo digno”.

La indecente precariedad del trabajo está afectando duramente a la juventud hundida en una pobreza crónica que les imposibilita un proyecto de vida; a fa­milias cuyas necesidades básicas quedan sin asegurar o sin cubrir, como son el techo, luz, comida, ropa o medicamentos; y a personas mayores que sufren una vejez sin calidad a causa de unas pensiones indignas. Se trata de situaciones provocadas por un sistema capitalista injusto que sitúa el trabajo, no como fuen­te de vida y dignidad, sino como recurso al servicio imperioso del capital a costa de la precariedad latente de las personas trabajadoras y de la exclusión de todos a los que el papa Francisco define como “descartados”.

Afirmamos que el trabajo es esencial para la vida de las personas porque ayuda a construir nuestra humanidad. A través de él potenciamos, desarrolla­mos y expandimos nuestras capacidades y cualidades. Es necesario repensar el sentido del trabajo, de la economía y de la empresa, devaluadas en nuestra sociedad. Para ello tenemos que exigir a políticos, gobernantes y poderes eco­nómicos unos derechos que son básicos para la construcción de una sociedad cuyo sentido y función sirvan al bien común.

El trabajo está en función de la persona y no la persona en función del trabajo como señaló Juan Pablo II en Laboremexercens, 6. En la reflexión sobre el futu­ro del trabajo realizada por la Organización Internacional del Trabajo con motivo de la celebración del centenario de su creación hace hincapié en la urgencia de unificar la lucha contra la precariedad. Propone, para ello, un programa centrado en las personas y basado en la inversión en las capacidades de los individuos, las instituciones laborales y en el trabajo decente y sostenible.

Para ver la revista entera pincha en el enlace:

 

https://www.joc.es/web2/index.php/publicaciones/revista-jo/item/109-n-48-junio-2019

ACCIÓN CATÓLICA GENERAL: Un minuto por la paz con el Papa Francisco

5 AÑOS DESPUÉS DE LA REUNIÓN EN EL VATICANO CON PERES Y ABU MAZEN
 
Madrid, 6 de junio de 2019.

 

“El próximo sábado, 8 de junio, se llevará a cabo el quinto aniversario de la reunión, aquí en el Vaticano, de los Presidentes de Israel y Palestina conmigo y con el Patriarca Bartolomé. A las 13.00 horas estamos invitados a dedicar “un minuto a la paz” – de oración, a los creyentes; de reflexión, para quienes no creen: todos juntos por un mundo más fraterno. Gracias a la Acción Católica internacional que promueve esta iniciativa “. Estas son las palabras del Papa Francisco al final de la audiencia general de ayer 5 de junio de 2019.

Han pasado cinco años desde la reunión en el Vaticano encargada por el Papa Francisco de orar por la paz junto con los presidentes de Israel y Palestina, Peres y Abu Mazen, y el patriarca de Constantinopla, Bartolomé (8 de junio de 2014). Desafortunadamente, el tiempo transcurrido no hace que los motivos de la paz sean menos urgentes y la apelación para invocar el don de la misma en la oración es menos apremiante.

También este año, en memoria de ese nombramiento para la reconciliación, el Foro Internacional para la Acción Católica (FIAC), la Unión de Organizaciones de Mujeres Católicas (UMOF), la Acción Católica General y la Comisión Nacional para la Justicia y la Paz de la Conferencia de Obispos Argentinos, pide a sus miembros que se detengan y dediquen una intención de oración al final de los conflictos que causan duelo y desesperación a los pueblos del mundo.

“Donde esté, a la 1.00 pm el 8 de junio, deténgase, incline la cabeza y ore por la paz” es una simple invitación a mujeres y hombres de buena voluntad en 30 idiomas diferentes.

Este año, para que la oración por la paz se transforme en un estilo de vida, la FIAC pide que se centre la atención en el Documento sobre “Hermandad humana para la paz mundial y la vida común”, firmado en Abu Dabi el 4 de febrero pasado por el Papa Francisco. y por el Gran Imam Ahmad Al-Tayyeb para que, como son las intenciones de los firmantes: “este Documento se convierta en objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y capacitación, para ayudar a crear otros nuevos. Generaciones que traen el bien y la paz y defienden el derecho de los oprimidos y el último en todas partes».

Un minuto por la paz (1)

JUSTICIA Y PAZ: 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente

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«Enlázate por la Justicia» desvela la historia de sangre que se oculta detrás de nuestros teléfonos móviles

Denuncia los abusos sociales y medioambientales que se cometen tanto en el proceso de fabricación como en el uso diario de estos dispositivos

Madrid, 5 de junio de 2019.- ¿Te has preguntado alguna vez cuál es la realidad que se esconde detrás de un objeto de uso cotidiano como es tu smartphone? ¿Sabías que producir un kilo de coltán, un mineral indispensable para fabricar teléfonos móviles, le cuesta la vida a dos personas en la República Democrática del Congo?

Denunciar los abusos sociales y medioambientales que se cometen tanto en el proceso de fabricación como en el uso diario de nuestros móviles es el objetivo que las entidades que impulsan la campaña “Si Cuidas el Planeta, Combates la Pobreza” y que promueven la iniciativa “Enlázate por la Justicia” –Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario)— se proponen con motivo de la celebración, el 5 de junio, del Día Mundial del Medio Ambiente.

En la última década, los teléfonos móviles han pasado a dominar nuestra vida cotidiana. Su venta se ha incrementado exponencialmente en todo el mundo, sobre todo los denominados smartphones. Si en 2007, casi nadie tenía un teléfono inteligente, en 2019 están en todas partes. De hecho, a nivel mundial, casi dos de cada tres personas de entre 18 y 35 años poseen uno y, en sólo 10 años, se han producido más de 7.000 millones de estos dispositivos, aproximadamente el mismo número de habitantes que hay en el planeta.

Y aunque estos teléfonos de última generación pueden ser inteligentes, elegantes, pulcros, rápidos (que es la traducción del término inglés “smart”), dependen de elementos físicos sin los cuales no sería posible su fabricación ni su funcionamiento. Del mismo modo que en su producción son necesarios diversos materiales (plástico, cristal, cerámica) y materias primas (metales, como el aluminio y el hierro, y minerales, como las tierras raras), la “nube” donde se almacena la información digital no existiría sin los lugares del planeta donde se ubican los superordenadores que la mantienen.

Costes sociales y ambientales

Además de un precio económico, los móviles tienen importantes costes sociales y medioambientales. Un móvil estándar contiene entre 500 y 1.000 componentes distintos. La extracción y procesamiento de estos componentes generan unos 75 kg de desperdicios por teléfono. Algunos de estos elementos son recursos caros y escasos, y están relacionados con abusos sociales y medioambientales. El impacto ambiental de la producción de smartphones es tan alto que para compensar las emisiones de gases efecto invernadero tendríamos que usar cada dispositivo entre 33 y 89 años. Sin embargo, en Europa se renueva cada año alrededor del 40% del parque de móviles existentes, lo que suponen unos 18 millones de móviles sólo en España.

Si bien la vida útil de un aparato es de unos 10 años, batería aparte, el tiempo medio de utilización se sitúa entre el año y medio y los dos años y medio. Poco parecen preocuparnos los impactos a largo plazo de la eliminación de esta basura tecnológica, un problema global que se hace patente en las exportaciones de aparatos electrónicos usados a terceros países, especialmente de Asia y África, que no están preparados para la gestión de estos desechos.

Brecha digital

“Enlázate por la Justicia” pone el acento, también, en la brecha digital que conlleva el uso del smartphone, al convertirse en un indicador más de la diferenciación social. El problema moral más serio causado por las nuevas tecnologías de la comunicación es el acceso desigual a la información que existe actualmente y que estimula el surgimiento de una nueva clase, la de los ricos en información, capaces de acceder sin limitaciones geográficas o económicas a las redes móviles de internet.

La conocida como brecha digital se da principalmente en los países africanos, donde aunque se posean teléfonos móviles, se está lejos todavía de procurar un acceso mayoritario a la red a través de los mismos. En la actualidad (marzo de 2019) tan solo el 35,9% de los ciudadanos africanos cuentan con acceso a internet, frente al 86,6% si hablamos de los europeos y un 89,1% si se trata de residentes norteamericanos. A menos que se haga algo al respecto, la creciente brecha entre los países subconectados y los hiperdigitalizados se ensanchará, lo que agravará las desigualdades que ya existen.

El nivel de digitalización puede incluso influir en la capacidad de los países para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y enfrentar desafíos como el hambre, las enfermedades y el cambio climático. Por eso, es necesario un mayor esfuerzo para apoyar a los países en sus intentos de integrarse a la economía digital.

Junto a la introducción constante de nuevas funciones que facilitan y agilizan nuestra vida diaria, lo que refuerza nuestra dependencia de esa tecnología, cabe subrayar la exposición a la presión publicitaria, modas y cambios estéticos a las que nos somete. Cada vez surgen más accesorios para estos teléfonos, lo que fomenta una dinámica de extractivismo de materias primas necesarias para la producción de los mismos y que tienen componentes minerales, extraídos de zonas ricas en recursos naturales. Esta demanda excesiva provoca la merma de las condiciones laborales y de seguridad de los lugares de procedencia, y el deterioro ambiental de los mismos.

Otro problema es el creado por el cambio de las relaciones personales y el auge de las adicciones provocadas por su utilización. De hecho, el uso de internet y teléfonos móviles de forma compulsiva, repetitiva y prolongada actualmente es considerado como una adicción, ya que supone una incapacidad para controlar o interrumpir su consumo, con serias consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral. Añadamos a ello el poder que otorgamos con nuestro consumo diario a grandes empresas tecnológicas como Apple, Amazon, Google, Microsoft, Samsung, Huawei, Tencent, Taobao, etc.

Los casos de Congo, Ghana y la Amazonía

Los efectos sociales y medioambientales de la producción de tecnología digital vinculada a los smartphones tienen nombres y apellidos. “Enlázate por la Justicia” pone el foco en tres puntos geográficos concretos: la República Democrática del Congo, Ghana y la Amazonía.

La comunidad de Manguredjipa, en el territorio de Lubero de la provincia de Kivu Norte, de la R.D. Congo, un país muy rico en recursos naturales, está en el “ojo del huracán” al ser una región productora de cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán. La explotación y el contrabando de este último se debe a la enorme demanda internacional de productos electrónicos, especialmente de la tecnología móvil, en la que es imprescindible el tantalio, que se extrae del ya citado coltán. El 80% de las reservas mundiales de este mineral se encuentran en el este del Congo y su explotación está ligada a la violación de derechos humanos, la destrucción del medioambiente y la financiación de los conflictos existentes en la región. Se estima que la extracción de cada kilo de coltán le cuesta la vida a dos personas en Congo.

Agbogbloshie es un barrio de Accra, la capital de Ghana, donde viven unas 40 mil personas bajo condiciones de extrema pobreza. Desde hace una década, esa zona urbana es también uno de los cementerios de basura electrónica procedente de Europa y Norteamérica más grandes del mundo. Este lugar se considera uno de los lugares más contaminado del continente africano, principalmente por metales como plomo, berilio, cadmio o mercurio. Un estudio de la ONU en el 2014 reflejó que en Agbogbloshie la concentración de plomo en el suelo llega a superar mil veces el nivel máximo de tolerancia. Familias enteras, incluidos niños y niñas, trabajan 12 horas al día en este vertedero, un oficio en el que ganan más de dos euros al día, que duplica el salario mínimo en el país. Naciones Unidas ha incluido a Agbogbloshie en la lista de los sitios más peligrosos del mundo para vivir.

La Amazonía es otro de los escenarios donde se sufren los efectos medioambientales de la extracción minera relacionada con las nuevas tecnologías. Esta actividad ha supuesto enormes perjuicios a la población indígena y destrucción ambiental tanto en Brasil como Venezuela, sobre todo en la región de los ríos Orinoco, Mucajai, Parima y Catrimani.

En la época de auge de explotación de oro, que también está presente en los teléfonos móviles, cerca del 20% de la población Yanomami murió a causa de enfermedades, hambre, violencia y otros impactos generados por la minería ilegal. Debido a la falta de control de esta actividad, los territorios indígenas enfrentan graves peligros de destrucción, contaminación de agua, acumulación de residuos sólidos no biodegradables, afectando no solo a la naturaleza y a los hábitats de diversos animales sino a la forma de vida de estas comunidades indígenas.

Signos de esperanza

La entrada en vigor en toda la Unión Europea, en enero de 2021, del Reglamento sobre los minerales en zonas de conflicto abre una ventana a la esperanza, ya que se marca como objetivo el contribuir al control del comercio de los metales estaño, tantalio, tungsteno y oro (3TG). Con ello, se pretende garantizar que los importadores europeos de 3TG cumplan las normas internacionales responsables de abastecimiento establecidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y que las fundiciones y refinerías de 3TG de todo el mundo se abastezcan con responsabilidad; contribuir a romper el vínculo entre conflicto y explotación ilegal de minerales; y ayudar a acabar con la explotación y los abusos contra las comunidades locales, incluidas las personas que trabajan en las minas, y fomentar el desarrollo local. Sería deseable que este Reglamento obligatorio se fuese ampliando a otras materias primas y a toda la cadena de suministro.

El marco de referencia inicial es la Guía de Diligencia debida de la OCDE (2011), que establece una serie de recomendaciones para que las empresas se comprometan a hacer un autodiagnóstico voluntario sobre el origen de los minerales que utilizan y a publicar esa información en sus informes anuales o sitios web.

Actuar en clave personal y comunitaria

Junto a ello, las entidades Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario) invitan en el Día Mundial del Medio Ambiente a actuar en clave personal y comunitaria para impulsar medidas transformadoras, que pasan por hacer un uso austero, racional y sostenible de estos dispositivos.

Un buen comienzo pasa por observar el principio “Superarás el paradigma tecnocrático” del Decálogo Verde lanzado dentro de la campaña “Si Cuidas el Planeta, Combates la Pobreza”. Y por escuchar las palabras de Francisco en Laudato Si´: “Es posible volver a ampliar la mirada, y la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral”.

 

Más información en https://www.enlazateporlajusticia.org/

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