Autor: wmoofr

No somos más que lo que somos, poca cosa, y cada uno, mal que bien, se conoce a sí mismo, al menos lo suficiente para saber que no debemos ponernos caretas. Las personas con las que estamos a gusto, no se ponen caretas, muestran su verdadero rostro con naturalidad.
En el mundo de la empresa, debemos ser muy racionales, conocer bien la realidad, aunque también sabemos que las empresas necesitan de la imaginación, de la creatividad, de la ilusión. Porque las ideas que son razón y sentimiento pueden transformar la realidad social. No podemos permitirnos el lujo de dejar los sentimientos en casa.
Existen varios tipos de ideas, unas de corto alcance, que se encierran en sí mismas y se enredan en nuestro yo. Estas ideas, a veces tenebrosas, pueden conducirnos al sufrimiento. Por el contrario, hay otro tipo de ideas luminosas, que nos ilusionan, que nos elevan moralmente, que se abren a lo trascendente. De entre estas últimas, la más sublime es la idea de Dios. Los cristianos creemos en Dios y creemos que Dios es amor.
La empresa no te puede dar gratis su mercancía, o sus servicios, porque entonces no sería viable, pero las personas que trabajan en ella pueden regalar atención, respeto, confianza, quizás una oportunidad, justicia, honestidad, amabilidad…
Con la ayuda de Dios, creemos, que es posible hacer del mundo de la empresa un mundo mejor, más amable, más responsable, más humano, capaz de conciliar la economía con la ética.
¿Tiene sitio Dios en la empresa? Depende de ti.