Solidaridad en Europa y en el mundo[1]
[1] El Foro Europeo de Laicos (ELF), del que es miembro el Foro de Laicos de España, firmó la presente declaración con ocasión del 70 aniversario de la Declaración de Robert Schuman, que nosotros con su difusión secundamos. La traducción del presente texto es del Foro de Laicos de España, dado que el documento original era en inglés, francés y alemán.
Para superar los estragos de la Segunda Guerra Mundial, uno de los padres fundadores de Europa, Robert Schuman, propuso en mayo de 1950, exactamente hace 70 años, “esfuerzos creativos acordes con el magnitud de la amenaza”. Schuman contaba con una “solidaridad de facto” que se desarrollaría “a partir de acciones concretas”. A instancias del cristiano convencido que era Schuman, Europa se ha desarrollado en su forma actual y hoy se enfrenta a la pandemia de COVID19.
Como movimientos cristianos laicos, convencidos de los valores que nos sostienen y nos guían, nosotros y nuestra Unión Europea, debemos sacar las conclusiones correctas de la situación actual. Estamos convencidos de las capacidades de la comunidad de Estados europeos, que se han unido en solidaridad y por su propia voluntad para garantizar la paz y la prosperidad en nuestro continente y más allá.
En su mensaje de Pascua 2020, el Papa Francisco ha pedido “demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras”. Insiste en “un espíritu auténtico de solidaridad, especialmente en las circunstancias actuales, para no reavivar las rivalidades, sino para reconocerse como parte de una única familia y se sostengan mutuamente”.
La propagación del virus muestra hasta qué punto estamos unidos en Europa y en todo el mundo. Él no conoce fronteras. Los programas nacionales de ayuda no son ellos solos la respuesta. Nos felicitamos de las medidas ya adoptadas a nivel nacional y europeo para estimular la cooperación transnacional en el campo de la salud. Lo mismo es necesario para los otros desafíos importantes de nuestro tiempo, incluidos los flujos migratorios globales y el cambio climático en curso. Ambos deberían recibir una respuesta cooperativa de parte de nuestras naciones europeas. Esto incluye, sobre todo, asistencia mutua y solidaridad entre unos y otros.
Esta solidaridad se espera en tres niveles:
- Solidaridad interpersonal
En nuestra cercanía próxima, la solidaridad se manifiesta por una caridad concreta, por la consideración y la atención mutua. En el tiempo que vivimos, se ilustra, por ejemplo, en el apoyo a grupos particularmente vulnerables: personas ancianas, no autónomas y enfermas, para quienes jóvenes hacen sus compras y les dicen por teléfono que no están solos. También se manifiesta igualmente en el apoyo económico a todos las personas que están en peligro por las restricciones de su existencia, materialmente, porque han perdido sus empleos o psicológicamente, porque se ven en una situación desesperada. Agradecemos las numerosas iniciativas que dan testimonio en todos nuestros países de esta cultura de atención al prójimo que los cristianos deben, sobre todo, sostener y valorar. Hacemos hincapié en que las familias son el crisol de esta cultura.
El nivel de vida y la situación económica de partida difieren ampliamente entre los países europeos. La crisis actual podría incluso empeorar estas diferencias. Las instituciones europeas deberían inspirarse en la nueva oleada de solidaridad interpersonal. Los invitamos a asumir las cargas, que surgen hoy, de manera solidaria y conjunta. La UE ahora necesita un programa de recuperación europeo nuevo y sólido que estimule el consumo y la demanda de manera eficaz y sostenible y que respalde la economía y las sociedades europeas respetando las exigencias ecológicas. Un marco presupuestario europeo ambicioso debería ser la punta de lanza. Vemos claramente la transformación digital y ecológica como elementos esenciales para un posible relanzamiento de la UE. Los objetivos del “pacto verde” europeo establecido inicialmente no deben relajarse en ningún caso. Al hacerlo, debemos garantizar un rápido retorno a las libertades fundamentales del mercado interior, que se manifiestan, por ejemplo, en la apertura de fronteras.
En la situación actual, además de los logros de la integración europea, como la libertad de movimiento, los derechos fundamentales también están temporalmente restringidos. Estas medidas solo pueden ser temporales. Deben revisarse periódicamente para garantizar que sean necesarios y apropiados. Especialmente en una situación de crisis, es importante obtener información confiable y no restringir el derecho a la libertad de expresión. Los derechos fundamentales también deben preservarse en tiempos de crisis y garantizar el funcionamiento de las estructuras democráticas.
La razón de ser de Europa no es solo existir para sí misma. Su objetivo también radica en el desarrollo global, como en África. Nuestra solidaridad debe traducirse en mejores perspectivas para las poblaciones de todo el mundo. En muchas partes del mundo, las personas están amenazadas por el virus, pero también por otras situaciones como la pobreza, el hambre y el aumento de los desastres naturales. Necesitan las condiciones adecuadas para el desarrollo sostenible en su país de origen. Europa está llamada a hacerlo, entre otras cosas, garantizándoles condiciones de comercio justo y los fundamentos de una economía justa. Estamos a favor de una moratoria de la deuda para evitar la nueva trampa de la deuda en la que caen los países del Sur sin ser responsables de ella, debido a la crisis económica.
La responsabilidad de Europa también se aplica a las personas que se encuentran en nuestras fronteras exteriores. Estamos dispuestos para recibir refugiados, especialmente menores no acompañados. Solicitamos a la Comisión Europea que proponga un nuevo pacto para la migración y el asilo, basado en una solidaridad verdadera con los países de primera entrada.
Cada persona puede asumir su parte en un futuro solidario
La crisis nos enseña que la acción global y el cambio de comportamiento individual están vinculados. Estos cambios deben empujar hacia un buen marco institucional. De esto sacamos la fuerza necesaria para una transformación ecológica y otra forma de globalización que no solo satisfaga las necesidades europeas. La preservación de la creación y la preservación de la esfera de la vida común no están en conflicto con los intereses económicos. Por el contrario, creemos, inspirados por Laudato si’, que podemos trabajar juntos en el espíritu de la ética social cristiana para lograr el respeto y la protección de cada ser humano, en particular los pobres, así como promoción del bien común.
Firmantes:
Semaines Sociales de France (SSF)
Zentralkomitee der deutschen Katholiken (ZdK)
ANDANTE (Europäischer Dachverband katholischer Frauenorganisationen)
Europäisches Laienforum (ELF)
Katholische Aktion Österreich (KAÖ)
Katholischer Laienrat Österreich (KLRÖ)
The National Board of Catholic Women of England and Wales (NBCW)
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