Una persona accesible, en el lenguaje cotidiano, es alguien siempre próximo, cercano, dispuesto a escuchar, comprender y empatizar y, quizás, aportarnos alguna ayuda o apoyo. Lo mismo ocurre con el Padre Bueno que está siempre ahí, próximo de mil maneras y haciéndonos saber que siempre contamos con Él, que nunca quedamos atrás.
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