“Manifiesto
La Juventud Obrera Cristiana (JOC) empezamos hace un año la Campaña “LUCHEMOS EL
PRESENTE PARA GANAR EL FUTURO”. Esta campaña surge como resultado de una reflexión de
todo el movimiento sobre la realidad de las/os jóvenes, contemplando nuestras vidas y las vidas de
aquellas/os jóvenes que nos rodean. Con ella pretendemos analizar la realidad juvenil, descubrir los
sentimientos que nos provoca como jóvenes, no normalizar situaciones de precariedad, poner
acento en lo colectivo como alternativa y camino de resistencia, todo ello desde una mirada creyente
y esperanzada con la que transformemos esa realidad injusta.
Constatamos que la realidad nos impide tener un proyecto de vida estable en el presente, y nos
hace difícil soñar con un futuro. Nos encontramos sin presente, y también sin futuro; es la hora de
luchar. Como Jóvenes Obreros y Cristianos sentimos que nuestro compromiso es actuar sobre
aquellas injusticias que nos oprimen, que nos precarizan, que rompen nuestras perspectivas de
futuro imposibilitándonos desarrollar nuestro proyecto de persona.
Durante todo este curso las/os militantes de la JOC, desde nuestras federaciones y zonas repartidas
por el país nos hemos puesto en acción. Diferentes medios y actividades que nos han hecho
acercarnos a las/os jóvenes y conocer qué vivencia y sentimientos provoca esta realidad.
Durante la etapa del VER hemos constatado que:
- Las/os jóvenes nos encontramos perdidas/os ante tanta incertidumbre. Nos cuesta
encontrar un camino de luz dentro de toda esta dura realidad. Encontramos una grave
inestabilidad vital, tanto en nosotras/os como en las/os jóvenes que nos rodean. - Las reformas educativas excluyen a las/os jóvenes del mundo obrero al acceso de
estudiar. Las subidas de tasas y eliminación de becas provocan que sólo la élite pueda
formarse y desarrollarse. - No encontramos un ocio realmente alternativo al basado en el consumo, sea éste
material o de experiencias. Existen pocos espacios públicos adaptados a las necesidades
lúdicas de las/os jóvenes (juegos, música, pintura, cultura, baile, lectura…). - Toda esta lucha por sobrevivir basada en la competitividad está potenciando de forma
directa la violencia simbólica: homofobia y racismo en el instituto o la universidad, en el
trabajo, a la hora del reparto de los recursos de servicios sociales; machismo en casa, en
las aulas, en la pareja… - El trabajo no es un derecho, es un privilegio precarizado. Como dice el Papa Francisco,
“Sois una generación que no tiene la experiencia de la dignidad generada por el trabajo”.
Encontramos trabajos precarios, temporales, no acordes a la formación y capacidades
desarrolladas de la persona. La ausencia del trabajo provoca desestabilidad en las/os
jóvenes. - Muchos jóvenes nos sentimos forzados a emigrar de nuestra tierra, a otra ciudad o a otro
país. Nos sentimos obligados a aceptar cualquier trabajo, cualquier condición a costa de estar lejos de nuestra familia, amigos, pareja. - Nuestro acceso a la vivienda es tardío o imposible, con lo que todo se retrasa: la emancipación, ser autónomas/os en nuestras vidas, vivir en pareja, formar una familia. Como consecuencia, sentimos que nuestros procesos vitales se rompen.
- Esta dura realidad nos va anulando, anula nuestra capacidad de pensar, reflexionar, cuestionar, identificar a los verdaderos responsables de esta situación, nos sentimos impotentes, inmóviles, indefensas/os ante este sistema atroz.
- Estos últimos cuatro años han sido los más duros respecto a pérdida de derechos sociales, siendo las y los jóvenes de los colectivos más vulnerables. Hemos descubierto realidades realmente dramáticas y desesperantes, de familias rotas, hundidas ante tanta deshumanización.
Sin embargo esta situación no nos bloquea. “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.” (Corintios 2,4, 8-10) En este momento nos reafirmamos en nuestras convicciones más profundas como cristianos que creen en la trasformación de la realidad. La JOC nos situamos a lado del necesitado, del excluido, del humillado, del joven empobrecido o precarizado y manifestamos la necesidad de dar respuestas colectivas.
A partir de este momento comenzamos la 2º etapa, el JUZGAR, en la que reflexionaremos sobre cómo dar respuesta a estas realidades desde el Evangelio y desde nuestra condición de jóvenes trabajadores para después pasar a la acción y trasformar una realidad que nos parece imposible. En este camino, hemos conocido a muchas personas, hemos intercambiado palabras de apoyo, nos hemos dejado tocar por la vida, hemos aprendido en definitiva que en los tiempos en los que la tristeza es un mandato imperativo, la alegría de encontrarnos es la más bonita forma de desobediencia.
Por ello nos reafirmamos en la necesidad de que como jóvenes LUCHEMOS EL PRESENTE, PARA GANAR EL FUTURO.”