¿SOY YO ACASO EL GUARDIÁN DE MI HERMANO?
Una llamada de Justicia y Paz a la responsabilidad fraterna
Reflexiones de Justicia y Paz sobre las muertes de los inmigrantes irregulares que intentan llegar a la unión Europea
“¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos? Ninguno. Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no. Hoy nadie se siente responsable, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna” (palabras del Papa Francisco en su viaje a Lampedusa).
El mes de octubre de 2013 será recordado como uno de los más trágicos en la historia reciente de las migraciones hacia la Unión Europea. Los sucesos de Lampedusa y Malta, por su tremenda gravedad han obligado a los responsables nacionales y europeos a volver los ojos y encontrarse con los efectos “colaterales” de las políticas migratorias por ellos diseñadas y que con su carácter represivo y excluyente condenan a millones de niños, mujeres y hombres a quedarse sin futuro.
Desde Justicia y Paz queremos expresar nuestra tristeza y dolor por la terrible pérdida de vidas humanas en el tránsito hacia Europa, así como nuestra solidaridad con todas las víctimas del tráfico ilegal de personas.
Ni las buenas palabras del presidente de la Comisión Europea Durao Barroso y Cecilia Malmstrom (comisaria en asuntos de política interior) en su reciente visita a la Isla de Lampedusa, contestadas con gritos de “Vergüenza” por la población, ni los esperables resultados del Consejo Europeo de Bruselas celebrado los pasados días 24 y 25 de octubre han mostrado voluntad real alguna de introducir un cambio de rumbo a la política migratoria europea. Antes al contrario: se ha hablado de extremar la vigilancia, de cooperar con ACNUR y la Organización Internacional de las Migraciones, de colaborar con los países de origen y tránsito de los migrantes y de luchar contra el tráfico de seres humanos. Lo que no supone nada nuevo respecto de lo ya existente.
Nos parece injusta, insolidaria e inaceptable la política migratoria que la Unión Europea ha venido desarrollando desde que tiene competencias en este ámbito. Dicha política ha contribuido a acentuar las diferencias entre los ciudadanos de la Unión y los nacionales de los terceros países, dificultando los procesos de integración, ha incrementado el control represivo en las fronteras terrestres y marítimas y ha cerrado los ojos y hecho oídos sordos a las numerosas violaciones cometidas en los países en tránsito contra inmigrantes que intentaban llegar a la unión Europea o que eran rechazados en frontera.
En este sentido, consideramos necesario, como así lo ha señalado el Parlamento Europeo en su reciente resolución de 23 de octubre, que “la Unión Europea desarrolle una estrategia más global en el Mediterráneo que sitúe la migración laboral en el contexto del desarrollo social, económico y político de su vecindad”. Por ello, creemos que deben abrirse vías más realistas y eficaces para la entrada legal en los países europeos, que “es preferible a una entrada irregular, que conlleva riesgo de tráfico de seres humanos y pérdidas de vidas”.
Así mismo, a nuestro juicio es urgente que los países de la Unión Europea revisen en profundidad sus políticas de asilo, a fin de garantizar el acceso al asilo de la Unión de forma justa, eficiente y segura, bajo la corresponsabilidad de todos los países miembros.
También es necesario que se supriman todas aquellas normativas y prácticas administrativas que penalizan a quienes asisten a migrantes en peligro y todas las leyes y prácticas de detención abusiva de inmigrantes contrarias a los derechos humanos y las garantías propias del Estado de Derecho.
Además, consideramos ineludible un mayor y profundo compromiso de los países europeos a favor de la asistencia humanitaria y de la cooperación al desarrollo en África y Oriente próximo, que favorezca la paz y la democracia, afrontando de esta manera las causas que generan emigración.
En definitiva, apostamos -en sintonía con el Papa Francisco- por recuperar el sentido de la responsabilidad fraterna entre las personas y los pueblos. Una fraternidad que remueva las estructuras de injusticia y egoísmo que generan las insoportables carencias y desigualdades que están en el origen de los fenómenos migratorios masivos hacia Europa. Y sólo podremos decir que esa fraternidad se hace realidad cuando quienes acuden desesperadamente hacia nosotros puedan decir “fui extranjero y me acogisteis”.
Madrid, 31 de octubre de 2013
Comisión General de Justicia y Paz de España