La jornada de movilización del jueves será la segunda huelga general de la comunidad educativa en menos de un año. Estudiantes, profesores, padres y madres y organizaciones sociales y sindicales han acordado convocar una jornada de protesta en todas las etapas del sistema educativo, desde infantil a la Universidad, en contra de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, aprobada recientemente.
Ante este hecho, como militantes cristianos, los jóvenes, hombres y mujeres que formamos parte de movimientos de la Acción Católica especializada, estamos convencidos de la importancia de la educación para el desarrollo integral de las personas, así como para la construcción de una sociedad integradora y compensadora de las desigualdades sociales, económicas y culturales, acorde con los principios universales del Evangelio. Como creyentes y seguidores de Jesús de Nazaret no podemos hacer oídos sordos al clamor de los débiles. (Éx. 3,7-10).
Creemos que una educación pública que permita el acceso de todas y todos, y especialmente de los más necesitados, a todos y cada uno de sus niveles y recursos, es la única garantía que la sociedad ofrece de que todos sus habitantes van a poder desarrollarse y disfrutar de las mismas oportunidades, independientemente de sus capacidades y de sus propios recursos sociales, económicos y culturales.
pegatina1 15SLa nueva ley, ya desde su introducción, define la educación como “el motor que promueve la economía”. Antepone, de esta manera, los intereses de los mercados al desarrollo personal y social del alumnado, que es lo que una ley de educación debe promover. Realmente, ¿queremos que la educación sea esto?
Porque las cosas se pueden plantear de forma bien distinta. La Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis plantea así el sentido de la escuela: «La escuela no puede renunciar a su condición de ser un lugar señalado para la formación integral de la persona»; Juan Pablo II afirmaba que: «La educación consiste en ser la persona cada vez más persona; en que pueda ser más y no solamente que pueda tener más”.
Según la perspectiva que se tome, los acentos y la orientación de la educación que resultan son muy distintos: economicismo o humanismo.
En el contexto social en el que nos encontramos, con una población en situación de exclusión social que crece cada día, necesitamos más que nunca una ley educativa que promueva la justicia social y que asegure en las aulas la igualdad que en las calles está cada vez más lejana.
Como movimientos de Acción Católica especializada apostamos por una educación:
En valores: que nos hagan ser críticos con la manera de vivir imperante. Que nos hagan pensar por nosotros mismos y buscar nuestro lugar en la sociedad que nos merecemos. No en el ser más que los demás, el querer trepar a toda costa, el querer destacar sin importar por qué…
En nuevas formas de vivir: más solidarias, respetuosas con nuestros semejantes, con la naturaleza, con las generaciones que aún no han nacido… No en modelos que fomentan las desigualdades, el egoísmo y el pensar que las cosas son así y yo no puedo cambiarlas.
En el desarrollo de la persona: que fomente la vocación, el desarrollo de ideas, la originalidad… no sólo que nos prepare para ser un eslabón más de la cadena de producción.
En la autonomía: que nos haga protagonistas de nuestras vidas, que nos dé herramientas para la toma de decisiones, que nos ayude a encontrar nuestra vocación, nuestro lugar en el mundo. Modelos educativos que posibiliten una participación real y activa en la vida social y pública.
Tampoco nos podemos olvidar del contexto económico y social en el que se produce esta nueva reforma educativa. Llevamos años de aplicación de políticas de recortes de derechos y prestaciones sociales que afectan fundamentalmente a las capas más desfavorecidas de nuestra sociedad, y a las que antes no lo eran y ahora lo van siendo por causa de la situación y del efecto de esas mismas medidas.
Hay un retroceso claro en los derechos laborales y sociales de personas y familias, mientras que los causantes de la crisis no están pagando la enorme deuda que tienen con la sociedad y continúan enriqueciéndose mientras los pobres lo son cada vez más. Estos procesos están llevando a una sociedad cada vez más desigual y el sistema educativo no está quedando, ni mucho menos, al margen de eso.
La educación pública es una conquista histórica de las trabajadores y trabajadoras y pensamos que los recortes en profesorado, becas, libros, comedores, los incrementos de ratios, la disminución de recursos para la atención a la diversidad, para la integración de los inmigrantes, para la Formación Profesional, los aumentos de tasas universitarias y tantas cosas más, van encaminadas a un mismo objetivo: acabar con la igualdad de oportunidades, sobre todo para quienes más la necesitan.
Tristemente se siguen tomando medidas sin la participación de todos los agentes implicados en el proceso educativo. Por todo lo expuesto, queremos manifestar nuestro desacuerdo con el proceso de elaboración y aprobación de la LOMCE y expresar que creemos justa esta convocatoria de huelga.
Sólo desde el diálogo social que necesita tiempo, condiciones y voluntad se podrán responder a estas cuestiones y se podrán poner en marcha medidas legislativas que pongan en el centro y como objetivo a la persona humana, su desarrollo y promoción integral, su crecimiento en humanidad, sin anteponer otro tipo de intereses.
Hacemos un llamamiento a la reflexión de la ciudadanía en general y de nuestras comunidades cristianas en particular, en torno a la educación y lo que ésta debería ser.