En Santiago de Compostela, y con motivo del Año Jubilar Compostelano, se celebraron las XXX Jornadas Generales de Apostolado Seglar organizadas por la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar – CEAS, bajo el lema “Presbíteros y laicos, peregrinos hacia la luz”. Los 75 asistentes representaban a 36 Delegaciones diocesanas de Apostolado Seglar y 18 a distintos movimientos eclesiales y asociaciones laicales.
La reunión fue presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela y presidente de la CEAS, Mons. Julián Barrio, acompañado por Mons. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real, Mons. Manuel Sánchez Monje, Obispo de Mondoñedo-Ferrol, Mons. Atilano Rodríguez, Obispo de Ciudad Rodrigo y por Mons. Elías Yanes, Obispo Emérito de Zaragoza.
El objetivo de las jornadas ha sido recordar y unir las dos grandes efemérides de este tiempo: el Año Santo Jubilar y el Año Santo Sacerdotal, al tiempo que crear un espacio en el que compartir experiencias y volver fortalecidos y con el entusiasmo renovado para lograr un laicado maduro y responsable en las diócesis españolas.
Las jornadas moderadas por el Director del Secretariado de la CEAS, Rvdo. Antonio Cartagena, comenzaron con la acogida por parte de la diócesis a cargo de Mons. Julián Barrio, recordándonos con sus palabras que para los cristianos la vida es un camino, y proponiéndonos vivir con la conciencia de ser peregrinos y abriendo cauces al Misterio.
A continuación, Dña. Beatriz Pascual, coordinadora del Equipo General de Acompañantes del Itinerario de Formación Cristiana Cristiana para Adultos (IFCA), presentó las líneas maestras de este proceso formativo así como la situación actual del desarrollo de los contenidos de dicho itinerario. Mons. Elías Yanes aportó la necesidad de entender el Itinerario como un instrumento y recordando que no hay ninguna metodología que suprima el esfuerzo.
La mañana finalizó con la ponencia a cargo de D. Francesc Torralba, profesor de la Universitat Ramón Llull de Barcelona, bajo el título “El laico, testigo de la fe y testimonio del Cristo Resucitado”. En su preciosa exposición, destacó la idea de que ser testigo del Cristo Resucitado exige una actitud de irradiación, de entusiasmo por eso que comunicamos. Cuando el entusiasmo es explícito, el artificio no es necesario. Cuando una persona está entusiasmada, genera atracción, el otro le sigue porque desea descubrir y vivir lo que el otro ha descubierto. Lo esencial es darse cuenta que se vive de otro modo, que es posible y real vivir de otro modo.
Al inicio de la tarde todos los asistentes disfrutamos de una visita a las cubiertas de la Catedral de Santiago de Compostela. Pudimos impregnarnos de la fuerza espiritual de este lugar, en el que descansan los restos del Apóstol, al tiempo que disfrutar de una panorámica privilegiada de Santiago de Compostela.
El resto de la tarde, y reunidos en pequeños grupos, compartimos experiencias y dificultades que vivimos en la tarea de formar un laicado maduro y responsable y apuntamos retos para el laicado de este siglo XXI que estamos comenzando a recorrer como peregrinos de la fe. Finalizamos la tarea del día con la celebración de la Eucaristía en un clima de unidad y oración.
Después de la cena compartida, los asistentes recorrimos la catedral de Santiago de Compostela, destacando la visita a la tumba del Apóstol Santiago, testimonio actual y vigente de la dureza y el gozo que se vive en la tarea del apostolado cuando se vive con autenticidad, fe y entusiasmo.
El domingo el Rvdo. D. Juan Bautista Vellón, delegado de Apostolado Seglar de la diócesis de Tortosa, nos describió de forma muy viva y real la tarea que se está realizando en su diócesis en la formación del laicado habitual de las parroquias. Destacan en sus palabras, la necesidad de caminar todos juntos, la importancia de un proceso formativo coherente y de acompañantes con una fuerte vocación y con conciencia de acompañar y ser acompañados al mismo tiempo.
Se continúo, de forma breve, compartiendo el trabajo realizado en grupos el día anterior. Al final de este momento Mons. Julián Barrio, clausuró las jornadas con palabras de agradecimiento para los asistentes y destacando que su tarea en Apostolado Seglar es la de ayudar a ejercer con toda nobleza el sacerdocio común de los laicos, siendo consciente de que el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio de los laicos.
La mañana se cerró de la mejor manera posible. Todos los asistentes participaron en la Misa del Peregrino, en la Santa Iglesia Catedral. Sin duda alguna, el colofón necesario para volver a nuestras iglesias particulares redoblando los esfuerzos y el entusiasmo que la evangelización siempre requiere.
Santiago de Compostela, 21 de febrero de 2010