Pasión y sed de justicia en el segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares

Entre el 7 y el 9 de julio se celebró en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) el Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares, organizado por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz y el Estado Plurinacional de Bolivia. El Primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares se celebró en el Vaticano entre el 27 y el 29 de octubre de 2014. Este primer encuentro reunió a dirigentes sociales de los cinco continentes que representaron organizaciones de base construidas por quienes ven vulnerado, amenazado o directamente cercenado su inalienable derecho al trabajo decente, al techo digno y a la tierra fértil.

A este segundo encuentro pude acudir invitado por Xaro Castelló, copresidenta del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos. El objetivo del evento era debatir sobre los mejores caminos para superar las graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo en los tres ámbitos que ya marcó el primer Encuentro: tierra, trabajo y techo.

En el Encuentro participaron delegaciones de oganizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales de diferentes creencias, credos e ideologías. En su mayoría las delegaciones fueron de América, especialmente bolivianas, argentinas y brasileñas. También hubo presencia india (National Slum Dwellers Federation of India), italiana (Líbera International), sudafricana (Informal Settlement Network y South African Federation of the Urban Poor), palestina (Union of Agriculture Work Committe), kurda (Kurdistan Freedom Movement y Comité de Solidaridad Kurdistán – América Latina), kenyata (KENASVIT)  y armenia.

En el acto de apertura intervino el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz.

Tres paneles aglutinaron las ponencias y los debates en el evento. En cada panel múltiples ponentes expusieron sus conocimientos y sus testimonios de trabajo.

El primer panel fue el Panel Madre Tierra: “La lucha por la Madre Tierra y el aporte de Laudato Si”. En este panel destacó para mí la ponencia de Michael Czerny, del Pontificio Consejo Justicia y Paz.

El segundo panel fue sobre el trabajo. Destacó el testimonio de lucha del obispo de Saltillo (México), José Raúl Vera López.

El tercer panel fue sobre el techo. Destacó el testimonio del obispo de Ipameri (Brasil), Guilherme Antônio Werlang.

Tras los paneles con múltiples testimonios de las organizaciones presentes vinieron los debates. Debatimos con pasión, garra, entrega y sed de justicia. Las conclusiones de los debates se plasmaron en un documento titulado Carta de Santa Cruz que trata de recoger y sintetizar lo hablado en estos días. La carta se concreta en diez compromisos:

  1. Impulsar y profundizar los procesos de cambio.
  2. Vivir en armonía con la madre tierra.
  3. Defender el trabajo digno.
  4. Mejorar los barrios y construir viviendas dignas.
  5. Defender el planeta y la soberanía alimentaria.
  6. Construir la paz y la cultura del encuentro.
  7. Combatir la discriminación.
  8. Promover la libertad de expresión.
  9. Poner la ciencia y la tecnología al servicio de las personas y de los pueblos.
  10. Rechazar el consumismo y defender la solidaridad como proyecto de vida.

Esta carta fue entregada al Papa Francisco quien clausuró el Encuentro. El Papa expresó su alegría de que la Iglesia estuviera cerca de los movimientos populares. Manifestó su deseo de que la Iglesia estuviera abierta a los movimientos populares, de que en todas las diócesis hubiera una cooperación real, permanente y comprometida con los movimientos populares. Apostó por la colaboración de obispos, sacerdotes y laicos con las organizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales.

Esta es la tarea que nos corresponde ahora.

JAVIER ALONSO

JUSTICIA Y PAZ DE ESPAÑA

Vocal del Foro de Laicos de España

El valor del voluntariado en “Aquí hay trabajo”

Proyecto Reconoce de la Confederación Don Bosco junto con Didania, Federación de Entidades Cristianas de Tiempo Libre y ASDE Scouts de España para poner en valor las competencias y empleabilidad que se adquieren con el voluntariado en “Aqui hay trabajo” de La 2 de RTVE.

 

Hermandades del trabajo: Manifiesto del 1ª de Mayo de 2015: “Trabajador, tienes derecho a un futuro digno”.

En los últimos años, con motivo del Primero de Mayo, fiesta del trabajo y de San José Obrero, las HERMANDADES DEL TRABAJO hemos venido manifestando nuestra preocupación, denunciando la situación de paro y precariedad que viven los trabajadores y sus familias, exigiendo responsabilidad, solidaridad y justicia. Así lo declaran los títulos de los últimos manifiestos: CONTRA LA CRISIS ECÓNOMICA, SOLIDARIDAD SOCIAL (2009), LA SITUACION ES DRAMÁTICA (2010), A FAVOR DE UN PACTO COMÚN POR EL EMPLEO (2011), SITUACION GRAVE PERO NO DESESPERADA. HHT A FAVOR DEL BIEN COMÚN (2012), UNIDOS CONTRA LA CRISIS (2013) y ANTE LA PRECARIEDAD, SOLIDARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL (2014).
Los siete últimos años de crisis económico-financiera, de aumento de deuda pública y fuertes ajustes fiscales, han producido un descenso en la riqueza nacional; causando el cierre de numerosas empresas y el aumento del paro hasta unas cifras insoportables para una sociedad justa y que persiga una armónica convivencia social. Adicionalmente, las fuertes subidas de impuestos han castigado el poder adquisitivo de las clases medias, constatando que muy pocas personas y familias han salido indemnes de esta crisis. Aunque, en el último año, se ha producido un relativo crecimiento de la economía y una reducción del número de desempleados, todavía permanece una gran bolsa de trabajadores que no han alcanzado el ansiado contrato laboral.
LA REALIDAD SOCIAL ACTUAL

Desde una mirada cierta a la realidad social que nos interpela, es fácil constatar que entre nosotros ha crecido la pobreza y la desigualdad. Cada vez más, la sociedad española está formada por muchos trabajadores pobres y una minoría privilegiada muy rica. Las cifras confirman nuestra preocupación y han hecho saltar todas las alarmas. En efecto, si por un lado es inquietante el que uno de cada cuatro que quieren trabajar esté en el paro; el que uno de cada tres parados no cobre prestación alguna, el que uno de cada dos jóvenes no tenga trabajo, y el que más de dos millones de niños viven por debajo del umbral de la pobreza, trece millones de personas están en riesgo de pobreza o exclusión social y cinco millones en situación de exclusión severa. Por otro es escandaloso constatar que en este tiempo de crisis un pequeño grupo de personas han seguido acumulando la riqueza. Cómo justificar que el 1% de la población española tenga el 27% de la riqueza y que el 10% acapare hasta más del 55%. Realmente es escandaloso. El panorama dibujado en los últimos años es de una clase media empobrecida, que ha convertido a España en uno de los países más desiguales de la Unión Europea.

De nada vale seguir pregonando las grandes cifras macroeconómicas que manifiestan una mejoría global de la economía española, si no se afrontan de un modo decidido las causas que afectan directamente a los derechos del ciudadano de a pie. Son de todos conocidas estas causas que amenazan de un modo especial a los trabajadores y sus familias: el desempleo y la precariedad laboral, las desigualdades laborales existentes entre hombres y mujeres, el descenso de los sistemas de protección social y familiar, la crisis de educación, las desigualdades territoriales, el problema recaudatorio en razón de la economía sumergida, el fraude fiscal y la corrupción… La unión de todos estos factores es lo que ha llevado a que la pobreza y la desigualdad sean más extensas y más intensas, con el riesgo de volverse crónica.

CREACIÓN DE EMPLEO DECENTE: UNA PRIORIDAD POLÍTICA Y SOCIAL

El desafío decisivo que hoy tiene planteada la sociedad española es que todos los que hoy carecen de empleo puedan, a medio plazo, lograr un trabajo decente, cuestión que consideramos esencial para su vida y la de sus familias.

Como nos lo recuerda el Papa Francisco: “Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo. (Discurso al Parlamento Europeo, en Estrasburgo, Francia, 25.XI.2014).

En este año, en el que se van a dar más citas electorales que nunca, los ciudadanos junto con nuestros políticos debemos sentirnos interpelados por la gravedad de la situación y acometer de una vez por todas las soluciones que puedan generar un proyecto común, en el que nadie quede excluido. Es el momento de revalorizar la Política con mayúscula; de recuperar la implicación de todos en la “cosa pública”, reconociendo la política como una actividad profundamente noble y valiosa que tiene como objetivo el de construir una sociedad más digna y justa, donde los partidos políticos deben considerarse instrumentos al servicio del bien común y no fines en sí mismos.

En la coyuntura electoral en que nos encontramos, es fundamental que se ponga como centro del debate a la persona y no a la economía, al trabajo y no el capital, al trabajador y no los instrumentos materiales. El desempleo, la pobreza y la exclusión nos obligan a exigir a los partidos políticos a que pongan
en marcha una serie de medidas contra el paro y la precariedad laboral. Cada vez es más urgente la creación de un empleo decente; la instauración de una nueva política fiscal sostenible, progresiva y equitativa complementada por una lucha eficaz contra el fraude; la implementación de políticas públicas de ayuda a familias; la recuperación de los servicios sociales públicos; y una educación y sanidad de calidad abierta a todos, también a los inmigrantes.

Por otro lado, instamos a todos los ciudadanos a una mayor implicación en la vida política y social. Nuestra participación no es solo un derecho, también es un deber. Nadie debe sentirse eximido de esta responsabilidad ni resignarse a asumir un simple papel de espectadores-gobernados. Todos debemos participar activamente en la construcción de un nuevo espacio público en el que debatamos los verdaderos problemas que nos preocupan y afectan y busquemos las soluciones más convenientes.

SIN TRABAJO NO HAY DIGNIDAD NI FUTURO

Ante esta realidad de pobreza y desigualdad que viven muchas personas, especialmente, los trabajadores en paro y en precario, los jóvenes sin empleo y obligados a emigrar, los mayores de 45 años con pocas posibilidades de encontrar un trabajo, los autónomos y pequeños empresarios que cierran su negocios por falta de créditos y ayudas públicas, los inmigrantes que han perdido trabajo y familia, las personas mayores que viven en precariedad, las HERMANDADES DEL TRABAJO, como asociación de trabajadores cristianos, nos sentimos comprometidos en seguir luchando por la dignidad y los derechos de los trabajadores (punto 1 del Ideario). En palabras de papa Francisco “una sociedad que no da trabajo no es justa” (Cerdeña, 22-IX-2013). Nosotros no podemos ni queremos ser cómplices de esa injusticia. Nuestros medios son escasos y nuestra contribución solo puede ser humilde: humilde pero decidida. Los miembros de nuestro Movimiento no queremos permanecer impasibles ante el destino fatal que parece amenazar a millones de trabajadores. Por eso, como un elemento de nuestra implicación, exigimos a los políticos actitudes y comportamientos éticos que promuevan acuerdos y pactos sociales que hagan frente a las causas de la pobreza y la desigualdad.

Finalmente, hacemos un llamamiento a los que tienen más recursos, a esos hombres y mujeres de buena voluntad que, teniendo abundancia de medios, pueden comprometerse con la justicia social creando empresas y puestos de trabajo donde el propio trabajador pueda fraguar el futuro de su familia y el suyo propio. El trabajador no necesita tutelas, necesita un trabajo digno.

CONSEJO NACIONAL DE ESPAÑA.

Declaración final de la Jornada 2015 “Por el derecho a un trabajo decente”

Los días 10, 11 y 12 de abril se celebraron en la ciudad de Lleida las Jornadas anuales de Justicia y Paz bajo el título Por el derecho a un trabajo decente.

En primer lugar, queremos agradecer el apoyo de la Universitat de Lleida y del Obispado de la diócesis de Lleida en la organización y realización de las jornadas, así como la participación de los ponentes de las conferencias y de las mesas redondas, personas pertenecientes a organismos internacionales (OIT), universidades (Universidad de Salamanca), sindicatos (CCOO y UGT) y patronal (COELL) y a movimientos mundiales, estatales y locales de trabajadores cristianos (MMTC, HOAC y ACO).

De las ideas y reflexiones que han surgido, queremos destacar las siguientes:

​ – ​La reivindicación a un trabajo decente es una necesidad imperiosa en estos momentos dadas las circunstancias de desempleo y precariedad laboral dominantes en el llamado “mercado de trabajo” mundial y especialmente en el español.

​ – ​Que a la hora de valorar el empleo hay que tener en cuenta tanto la cantidad (número de empleos) como la calidad (estabilidad, salarios, ambiente laboral, etc.) del mismo porque ambas perspectivas son igual de importantes para garantizar el bienestar óptimo de la ciudadanía.

​​- ​Que la recuperación económica que se está anunciando no viene acompañada por la creación de empleo suficiente y que por este motivo corremos el riesgo de entrar en un período de crecimiento sin empleo no visto en anteriores fases del ciclo económico.
​​​ – ​Que la recuperación económica será muy lenta, por lo que esta crisis llevará a consecuencias estructurales graves como la exclusión social de colectivos de población, como los parados de larga duración, que difícilmente volverán a trabajar y, por consiguiente, a recibir rentas del trabajo, lo que les llevará a perder capacidades profesionales adquiridas y perspectivas laborales futuras.

​ – ​Que la mayor parte del empleo temporal y a tiempo parcial, que está siendo la base del empleo que se va generando, es involuntario, por lo que muchas y muchos trabajadores no verán satisfechas sus necesidades básicas de subsistencia con dignidad, aun disponiendo de un puesto de trabajo.

​ – ​Que todo lo anterior lleva a un desafío al sistema de protección social, porque el porcentaje de población en riesgo de pobreza y exclusión social es elevado. El número de hogares sin ocupados y sin ingresos laborales ha ido aumentando de forma ininterrumpida.

​ – ​Que las políticas de estímulo han sido insuficientes y poco eficaces y que las de austeridad se han basado en ajustes que han recaído de forma sistemática, y casi exclusiva, en el mercado de trabajo y en las condiciones laborales.

​ – ​Que las políticas activas de empleo aplicadas no se han adaptado a las necesidades que los cambios económicos y sociales acaecidos en las últimas décadas y la crisis profunda económica que aún padecemos ha ido surgiendo. Es necesaria una modernización, una nueva perspectiva y una adaptación de las mismas, con el objetivo de mejorar las posibilidades de inserción laboral de los trabajadores que en estos momentos se encuentran sin empleo.
Todas estas situaciones destacadas nos llevan a una reflexión profunda sobre la orientación de las políticas económicas y sociales y sobre las acciones que las trabajadoras y trabajadores del mundo hemos de llevar a cabo. Para ello es necesario:

​ – ​Que las políticas activas de empleo eviten la salida del mercado de trabajo y aumenten las competencias de las trabajadoras y trabajadores, por lo que sus programas deben estar bien orientados.

​ – ​La colaboración de los agentes sociales, una rigurosa evaluación de estas políticas y una dotación suficiente de recursos económicos para las agencias de intermediación, preferentemente públicas.

​ – ​Un sistema de protección social que esté bien diseñado con el objetivo de reducir la pobreza y las desigualdades sociales, de estabilizar la demanda de empleo y de reducir el desempleo.

​ – ​El diálogo social y negociación colectiva como instrumentos imprescindibles para la cohesión social.

Como organización de iglesia valoramos la aportación que la Doctrina Social de la Iglesia en la que se nos indica que el trabajo:

​ – ​Ha de ser expresión de la dignidad esencial de todo hombre y de toda mujer, es decir, un trabajo libremente elegido y vinculado al desarrollo de su comunidad, en el que todos los trabajadores sean respetados y que sirva para la satisfacción de las necesidades propias y de sus familias.

​ – ​Debe contribuir a la plena realización de las personas en sus ámbitos social, personal, familiar y espiritual.

​ – ​Debe asegurar una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.

Y que así mismo se debe garantizar:
​ – ​La organización libre de los trabajadores para poder oír su voz y el respeto al derecho de reunión y de asociación.

​ – ​El cumplimiento de los derechos más elementales de los trabajadores en el sentido de disponer de una remuneración justa, de descanso, de ambientes de trabajo y de procesos productivos que no comporten perjuicio a su salud física y que no dañen su integridad moral.

​ – ​El derecho a subsidios adecuados indispensables para la subsistencia de los trabajadores en paro y de sus familias, a pensiones y a una seguridad social para la vejez, la enfermedad y la siniestralidad laboral.

En palabras del papa Francisco: “es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo”.

Además, en estas jornadas hemos conocido las acciones y actividades que llevan a cabo movimientos de trabajadores cristianos en su compromiso evangélico en el mundo del trabajo: el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) y la Acción Católica Obrera (ACO) de Catalunya. A través de su ejemplo hemos aprendido cómo se puede profundizar en la fe bajo este compromiso y cómo llevando cabo actuaciones en favor de la defensa de los derechos de los trabajadores se pueden mejorar las condiciones de trabajo y de vida de aquellos colectivos de población más desfavorecidos, víctimas de las políticas más agresivas de la lógica neoliberal. En este sentido nos adherimos a la reclamación del MMTC (y otras organizaciones) para que el trabajo decente sea recogido como como una prioridad específica básica y elemental en la agenda de desarrollo post-2015 de las Naciones Unidas.
Por todo ello, ponemos de manifiesto la necesidad de que la ciudadanía, los agentes sociales y los representantes de las instituciones públicas, debemos tomar consciencia, responsabilizarnos y actuar, cada uno dentro de sus posibilidades, ante las necesidades de cambio en las estructuras del mercado de trabajo. Creemos que es necesaria una reorientación en las políticas sociales y laborales que se están aplicando. Tenemos la obligación de hacer lo posible para mejorar las condiciones laborales, en su conjunto, y hacer del trabajo una actividad que dignifique a las personas y les permita vivir una vida más decente.

Rafael Allepuz Capdevilla

Justicia y Paz

 

HOAC y JOC: Comunicado 1 de mayo de 2015 • Día internacional del trabajo

En twitter #1mayoTrabajoDigno

Celebramos un año más el 1º de mayo, día festivo y reivindicativo para el movimiento obrero en todo el mundo, y día también de celebración en nuestra Iglesia, fiesta de San José Obrero, trabajador que nos mostró la dignidad de ser un obrero, herencia que compartió con el propio Jesús.

Para la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), movimientos de militantes obreros cristianos, este día es especial por doble motivo. Como trabajadores, porque lo celebramos codo con codo con nuestros hermanospara que se realice de una vez la dignidad que no vemos reconocida, y como cristianos, porque en Jesús obrero tenemos el mejor fundamento de poder conseguir la utopía que anhelamos: una sociedad de hermanos donde todos y todas podamos tener un trabajo digno que nos permita nuestro sostenimiento y el de nuestras familias, nuestra realización personal y nuestra contribución a esa sociedad mejor (CV, 63).

Celebramos este 1º de mayo MIRANDO AL PASADO. Esta fiesta nació a finales del siglo XIX, en París. Se concibió como jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a aquellas y aquellos que murieron por reivindicar los tres 8 –8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la relación social– y marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial, de manera que el 1 de mayo quedó consagrado como día para manifestar la inalienable dignidad del trabajador frente al capital. Hoy nos seguimos preguntando ¿cuántas movilizaciones seguirán siendo necesarias para que se acaben aceptando las más justas reivindicaciones del mundo del trabajo? ¿Cuántas más para que recobremos la conciencia de la dignidad de las personas como lo más sagrado?

La Iglesia hemos ido acompañando a lo largo de la historia los procesos de cambio, intentando iluminar desde la fe los acontecimientos y la realidad social cambiante. Quizá muchas veces con nuestras sombras, en forma de tibieza, de confusión o de diagnósticos equivocados. A la vez también, con indiscutibles llamadas y manifestaciones en defensa de la dignidad de las personas: “Cuando la vida social –también el trabajo- pone en el centro al dinero, y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios” (EG 55).

Hoy nos encontramos con graves situaciones de desempleo, desigualdad, pobreza y precariedad, en todo el mundo. Son signo y consecuencia de una forma de hacer y funcionar en la que la lógica prevalente es la del dinero, no la de procurar garantizar el bien-ser o bien-vivir de todas las personas.

El último informe Foessa indica cómo la crisis está causando un riesgo de falta de cohesión social en España que se ha fundamentado en estos últimos años en el incremento de la desigualdad, el aumento del desempleo, el descenso de los sistemas de protección social, el desgaste de los mecanismos de protección familiar, las desigualdades territoriales y las dificultades recaudatorias, debidas a la economía sumergida y el fraude fiscal.

Cuando observamos esta realidad, no podemos olvidar, como dice el Papa Francisco, que“el desempleo es consecuencia de un sistema globalizado en el cual el dinero es el ídolo y el único que manda”, o que “se descarta a los jóvenes y a los ancianos”.

No vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país cuando:

■ Hay más de 12 millones de pobres, mientras que la riqueza de los más ricos sigue aumentando.
■ Persisten tasas desempleo superiores al 23%, y la precariedad laboral es cada vez mayor.
■ El 90% de los empleos creados en los últimos años son temporales, y muchos a tiempo parcial
■ Los trabajadores pobres superan ya el 12%.
■ En 1.700.000 familias, ninguno de su miembros tiene empleo y más de 700.000 no tienen ningún ingreso.
■ Más de la mitad de los desempleados (55,71%) ya no cobra ningún tipo de prestación.
■ Los desahucios siguen siendo una lacra para tantas familias arruinadas. Según el INE, fueron 184 al día en 2013, y se incrementaron un 7,8% en 2014.
■ La mitad de los y las jóvenes están en desempleo, muchos abocados a la emigración forzosa, ocupando puestos de cualificación inferior a su nivel de estudios…
■ Las personas inmigrantes engrosan la bolsa de la economía sumergida y tienen los peores salarios.
■ La brecha salarial entre ambos sexos sigue aumentando, (…)

Esta situación, estos datos, son fuente de indignación y de dolor. También son una llamada a nuestra conciencia. No se puede construir un mundo que camine hacia la igualdad y la justicia desde las premisas sobre las que funciona nuestra economía nacional e internacional, nuestras relaciones laborales, nuestro funcionamiento social. No hay remedio si no empezamos a poner a las personas y a las familias, especialmente a las más empobrecidas y castigadas, en el centro. Por eso queremos LUCHAR EL PRESENTE, tratando de ser alza-voz del sufrimiento y las esperanzas de tantas personas trabajadoras y sus familias “He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 6,5)

En el mundo obrero y del trabajo necesitamos que se promuevan políticas:

■ que recuperen el sentido humano del trabajo,
■ que promuevan trabajo digno,
■ que pongan sus objetivos en erradicar la pobreza y la desigualdad,
■ que fomenten una verdadera participación ciudadana,
■ que defiendan los derechos sociales como un deber de justicia,
■ que defiendan la vida en todas sus etapas.

Ante esta situación recordamos las recientes palabras del Papa Francisco: “No es suficiente con que los pobres recojan migajas que caen de la mesa de los ricos, hay bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación, seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar excluido (…). Mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se lograrán resolver los males de la humanidad”. (Acto inaugural de la VII Cumbre de las Américas).

Y como seguidores de Jesús de Nazaret en su Iglesia y como testigos de la resurrección,anunciamos la esperanza como programa de acción. Esperanza que nos ayude a cambiar la manera de sentir, pensar y actuar, superando los viejos planteamientos capitalistas del beneficio como único motor posible de la historia, para ir alumbrando yCONSTRUYENDO EL FUTURO, como ya ocurre en muchas partes, alternativas que vayan generando una nueva realidad desde la dignidad y la fraternidad donde la persona sea lo primero.

HOAC: Actividades abiertas de los Cursos de Verano

Dentro de los cursos de verano de  la HOACque se celebran en Ávila del 14 al 23 de julio, se convocan varias actividades abiertas. El martes 15 de julio tendrá lugar la conferencia “Trabajo digno, alegría del Evangelio”, por Elio Gasda, teólogo de la Universidad de Belo Horizonte (Brasil). Será a las 20.00 horas en CITES, calle Arroyo Vacas s/n. El lunes 21 de julio se celebrará una eucaristía presidida por D. Jesús García Burillo, obispo de Ávila. Será a las 19.00 horas en la catedral de Ávila. Al finalizar la eucaristía, a las 20.00 horas, se realizará un gesto público en la Plaza de la Catedral bajo el lema: “Trabajo digno para una sociedad decente”.

Extraido de: https://www.hoac.es/2014/07/08/avila-actividades-en-el-dia-de-la-hoac/

Comunicado del encuentro bilateral LOC/MTC y HOAC: “Es posible contener los atropellos del Capital”

El Equipo Ejecutivo Nacional de la LOC/MTC, Movimiento de Trabajadores Cristianos de Portugal, y la Comisión Permanente de la HOAC, Hermandad Obrera de Acción Católica de España, Movimientos de Acción Católica especializada, se han reunido en Lisboa del 3 a 5 de febrero  para debatir conjuntamente sobre la situación del mundo del trabajo y de  la Iglesia en nuestros países, y sobre la vida y acción de ambos movimientos.

Constatamos que las dificultades por las que pasan las trabajadoras y trabajadores, dominado y globalizado por el sistema de producción y consumo, muestra que las situaciones de injusticia y  desigualdad que sufren, junto con sus familias, y las preocupaciones por su futuro son semejantes en Portugal y España.

 Las altas tasas de desempleo y el empleo precario alcanzan niveles que generan grandes preocupaciones en la actualidad y para el futuro. Las últimas reformas laborales han causado destrucción de empleo, inestabilidad laboral y retrocesos en la negociación colectiva, que también han dado lugar a recortes de salarios, al empeoramiento de las condiciones de trabajo, y a un mayor empobrecimiento de los trabajadores. Los salarios injustos, empujan a muchas personas a  la pobreza, a pesar de trabajar, lo que les obliga a renunciar a una vida mínimamente digna. Miles de jóvenes cualificados en ambos países están emigrando, dejando su tierra, su familia, sus amigos, para buscar una vida mejor.

 Quienes nos gobiernan no piensan en una sociedad basada en el ser humano. Las fuerzas que tienen poder e intereses, sacan provecho financiero de las personas y las sociedades, lo que tiene como consecuencia que los ricos sean más y más ricos, y los pobres sean más y más pobres.

 ” El salario de los trabajadores que han segado vuestros campos, fue defraudado por vosotros y clama al cielo” (Carta de Santiago 5, 4).

“La remuneración es el instrumento más importante para lograr justicia en las relaciones de trabajo. El “salario justo es el fruto legítimo del trabajo”, comete una grave injusticia quien lo niega o no lo da en  el tiempo debido y en proporción equitativa al trabajo realizado ” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia , n º 302).

 En casi todos los sectores de la sociedad, los trabajadores y la población en general, han reaccionado de diferentes maneras, contra las medidas de austeridad, la privatización de los servicios públicos, los recortes en salarios y pensiones y la reducción de los derechos sociales.

Como ha dicho Francisco el Papa: ” Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. El ser humano es considerado como un producto de consumo que se puede usar y luego tirar ” (La alegría del Evangelio º 53 ) .

A pesar de este contexto social, marcado por la injusticia y el empobrecimiento, hay acontecimientos que nos hacen mantener viva la esperanza, y nos invitan a promover y desarrollar acciones en favor de la justicia. Cuando los trabajadores y los trabajadores se unen con un objetivo común, es posible contener los abusos del capital.

 A partir de esta realidad constatada, desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, nos sentimos llamados, como Movimientos de Trabajadores Cristianos, a actuar:

 – Como Iglesia tenemos que denunciar proféticamente las situaciones de injusticia laboral y social a nivel local, nacional e internacional, apoyando a las personas, así como sus procesos de toma de conciencia, participando en la construcción de una sociedad donde podamos vivir con dignidad y justicia. En ocasiones somos una Iglesia adormecida o sorda, que no consigue ser evangelizadora. Cuando escuchamos el clamor de los pobres, cuando asumimos su sufrimiento, haciéndolo nuestro, y luchamos por cambiar las situaciones injustas desde la dimensión política de la fe, somos una Iglesia pobre y para los pobres, una señal de esperanza para el mundo.

– Exigimos a nuestros gobiernos que coloquen como prioridad irrenunciable en su agenda política, la necesidad de fortalecer las redes de solidaridad para las personas necesitadas y la búsqueda de soluciones consensuadas para la creación de trabajo digno y justamente remunerado.

– Queremos que nuestra Iglesia y nuestra sociedad continúen apostando por formas de organización social y económica, más justas y humanas, en las que la persona sea lo primero, especialmente las familias más empobrecidas del mundo de trabajo.

Estos encuentros entre la LOC/MTC y la HOAC, fortalecen y animan la misión confiada por la Iglesia de nuestros países. Con el papa Francisco, decimos a nuestros compañeros y compañeras del mundo obrero y del trabajo: “No dejemos que nos roben la esperanza”.

Lisboa 5 de febrero de 2014

 Equipa Executiva da LOC/MTC y Comisión Permanente  de la  HOAC

Extraido de: https://www.hoac.es/2014/02/05/comunicado-del-encuentro-bilateral-locmtc-y-hoac-es-posible-contener-los-atropellos-del-capital/

Jornada anual de la Comisión General de Justicia y Paz: Dignidad del trabajo

En Sevilla, los días 7 y 8 de marzo se celebra la Jornada anual de la Comisión General de Justicia y Paz. Continuando con el trienio, estas jornadas, las segundas de las tres previstas por Justicia y Paz sobre mercado de trabajo y condiciones laborales, pondrán el acento sobre las circunstancias que hacen del empleo un trabajo digno. El año pasado se abordó el trabajo, como un derecho fundamental y universal de la persona.

Bajo el título, Dignidad del trabajo, las ponencias, coloquios y mesas redondas profundizarán sobre los efectos de la crisis en cuanto a las condiciones laborales, las realidades que atentan contra las condiciones de un trabajo decente y las claves que aporta la Doctrina social de la Iglesia, además de lo que supone al trabajo ser realizado en condiciones dignas como tarea co-creadora del hombre y la mujer con Dios. El Pontificio Consejo de Justicia y Paz contribuirá con su aportación sobre todas estas cuestiones. Se presentarán también diversas iniciativas y experiencias demostrando que el trabajo puede ser,  sin lugar a dudas, una actividad que dignifique a cada persona.

A continuación presentamos los enlaces con la información necesaria para participar:

Isabel Cuenca Anaya, Secretaria General de Justicia y Paz, invita a contar con la presencia de todos aquellos interesados.

Comunicado del 1º de mayo, fiesta de San José Obrero en el calendario católico y Día Internacional del Trabajo.

La Comisión Permanente del Foro de Laicos de España, desde la justicia que nace de la fe, desea solidarizarse con todas las personas que están sufriendo en primera persona los efectos de esta crisis de origen moral: trabajadores en paro, emigrantes, desahuciados de sus casas, empobrecidos, autónomos, jóvenes desesperanzados y sin horizontes, familias deterioradas y hundidas y todos los que están bajo el umbral de la pobreza.

Y os invitamos a adoptar una postura activa, desde el seguimiento de Jesús en el evangelio “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis…”, lanzando las siguientes propuestas:

1.- Acercarnos e implicarnos con las necesidades de las personas promoviendo su integración a todos los niveles (educación, sanidad…) y creando lazos de solidaridad con ellos y también con los “empobrecidos”, que han visto reducidos sus recursos por la falta de trabajo o de subvenciones a asociaciones locales.

2.- Actuar apostando por las personas que quedan sin trabajo, acompañándolas y animándolas en su búsqueda de trabajo, buscándoles trabajo o creando o apoyando redes de búsqueda de empleo o bolsas de trabajo y luchando para que no se produzcan despidos injustos.

3.- Adoptar una actitud permanente de anunciar el Reino de Dios (de justicia y amor) y de denuncia de las injusticias y abusos.

4.- Atenuar el descrédito que actualmente los medios de comunicación fomentan en relación con los partidos políticos, y solicitar a éstos que desarrollen su trabajo en busca del bien común, para el que han sido elegidos democráticamente, desde la honestidad, legalidad y total transparencia en su gestión.

5.- Favorecer una cultura del emprendimiento y de  la gestión empresarial, creando nuevos modelos económicos: cooperativismo, economía de comunión,  economía del bien común  (Caritas in Veritate, 46), que sean capaces de generar unas relaciones más humanas en el ámbito económico, basadas en la justicia y comunión.

6.- Mantener solidariamente a través de nuestros impuestos cumpliendo nuestras obligaciones fiscales a las familias que no estén teniendo ingresos. Continuar la concesión de ayuda a los parados que hayan agotado el paro para evitar situaciones de necesidad extrema.

7.- Evitar el debilitamiento y posible desmoronamiento de la sanidad pública, los servicios sociales, la educación gratuita y la justicia para todos.

8.- Participar activamente con la acción de Caritas y de otras organizaciones eclesiales y sociales comprometidas en la búsqueda de la justicia y en la generación de una sociedad más humana.

Comunicado de la HOAC y JOC ante el 1º de Mayo: Construir un futuro nuevo

El 1º de mayo ha sido históricamente un símbolo de la lucha del movimiento obrero por afirmar la dignidad de la persona en el trabajo. Las reivindicaciones del 1º de mayo se plantean en España, en un escenario con datos tan sangrantes como una cifra que supera los 6 millones de personas desempleadas, y una tasa de paro que entre los jóvenes se sitúa en torno al 55%. Más de 1,8 millones de hogares tienen a todos sus miembros en paro, la edad de jubilación se ha prolongado más allá de los 65 años, se está produciendo una media de 115 desahucios al día, personas jubiladas estafadas por las preferentes…

Este 1º de mayo está muy marcado por la última Reforma laboral aprobada en febrero de 2012. La mercantilización del trabajo y las políticas que se vienen practicando, están quebrando el Estado de Bienestar, devaluando el Sector Público y recortando en servicios y prestaciones Están profundizando la desigualdad estructural que sufre el mundo obrero y del trabajo, continúan debilitando las relaciones laborales sin garantizar la seguridad de una vida digna para las personas, y están aumentando la vulnerabilidad que sufren las mujeres y los hombres del trabajo, especialmente sus sectores más débiles.

Estas duras realidades están ocasionando terribles costes humanos: Miles de familias que viven con ansiedad e incertidumbre, afectadas en sus relaciones por situaciones de tensión, angustia, estrés, depresión.

Una juventud que se siente sin futuro, y que está emigrando fuera del país afectada por el desempleo de larga duración y por la incapacidad de lograr independencia económica debido a la inestabilidad laboral y los bajos salarios. Familias a las que les son arrebatadas sus viviendas porque ya no pueden pagar las hipotecas. Trabajadores de otros lugares que deben volver a sus países de origen por falta de salidas laborales y perspectiva de futuro…

Así lo constatamos desde las situaciones vitales de precariedad de nuestros militantes y las personas con las que entramos en contacto a través de nuestro trabajo y compromisos.

Cada día es más evidente que todo esto que nos está sucediendo es algo mucho más profundo que una crisis económica. Es todo el entramado institucional el que ha perdido toda credibilidad. Todo ha quedado como barrido por un tsunami de inmoralidad, por una profunda quiebra moral y ética, a la que no se ha prestado mucha atención hasta que mayorita-riamente nos ha tocado el bolsillo, lo que es significativo para evaluar el problema que tenemos.

Nos enfrentamos a una crisis de humanidad, que afecta a la persona y a las relaciones sociales e institucionales, y que se materializa en las respuestas mercantilistas y no humanas que estamos dando a los grandes problemas que tenemos.

La sola recuperación de la economía no será suficiente para hacer efectivo el derecho al trabajo; más bien, lo que se está produciendo es una recuperación económica contra el trabajo, un empobrecimiento de la sociedad, el desarrollo de procesos de bajo costo en las relaciones de producción y consumo. El trabajo como derecho, en los términos y formas en que lo hemos conocido, no volverá, aun en el caso de que se produzca una recuperación económica.

Ya Juan Pablo II nos advertía en “Laborem Exercens” de la necesidad de la defensa de la dignidad del trabajo y su centralidad. Hoy este mensaje tiene una vigencia plena: “El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social”. “Los pobres (…) aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo –es decir por la plaga del desempleo–, bien porque se desprecia el trabajo y los derechos que fluyen del mismo».

Se ha construido la economía de espaldas al trabajo y a las necesidades de las personas. Con los actuales niveles de desempleo, las personas nos vemos presionadas a trabajar bajo condiciones precarias, inseguras y con salarios indecentes. Y de la precariedad a la exclusión hay un margen muy pequeño.

Como movimientos cristianos en el mundo obrero y del trabajo, consideramos que a pesar de la situación caótica en la que nos encontramos, también se desarrolla el Plan de Dios. El Reino de Dios ya está en nosotros y entre nosotros: tenemos que vivir el Reino. O dicho de otro modo: para salir de la crisis en que nos encontramos, el camino consiste en vivir como ciudadanos del Reino de Dios.
Esto conlleva establecer relaciones de Comunión guiadas por la vivencia del Mandamiento Nuevo: un amor al prójimo que se fundamenta en el Amor de Dios (podemos amar porque Él nos amó primero). Vivir la comunión es la expresión del Reino de Dios en nuestras actividades cotidianas: Empresas, familias, Bancos, políticos y políticas, sindicatos, iniciativas de todo tipo…, que busquen comunión y que la construyan.

La comunión nos exige una transformación radical de nuestros modos de sentir, pensar y actuar. Esto es lo que necesi-tamos personalmente, como movimientos, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad.

Y para construir una sociedad humana es ineludible luchar por el derecho al trabajo y un trabajo decente, tal y como lo ha definido Benedicto XVI en Caritas in veritate.

La crisis nos llama no a salir de ella para volver a lo que teníamos, sino a construir un futuro nuevo, un mundo más justo y fraterno, un mundo que nos permita vivir como ciudadanos y ciudadanas del Reino de Dios.

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