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  • Manifiesto 1º de Mayo día de la persona trabajadora y festividad de San José obrero

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  • Próximos cursos de verano en Salamanca

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JUSTICIA Y PAZ: Iglesia por el Trabajo Decente urge priorizar a las personas para descartar la indecente precariedad

Iglesia por el Trabajo Decente urge priorizar a las personas para descartar la indecente precariedad

Madrid, 23 de abril de 2019

 

Denuncia el impacto que la precariedad tiene en la juventud abocada a unas condiciones de pobreza crónica, en las familias que no pueden garantizar sus necesidades básicas y en los mayores que perciben unas pensiones indignas.

Ante la celebración del 1º de Mayo, las entidades promotoras de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) –Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC) y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— unen sus voces, por segundo año consecutivo, para “celebrar el sentido creador del trabajo” y reclamar la erradicación de “la lacra de la precariedad laboral que caracteriza el actual sistema de relaciones labores y que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias”.

En el manifiesto Priorizando a las personas, descartamos la indecente precariedad elaborado con motivo de esta fiesta de los trabajadores y de san José Obrero, recuerdan que “el trabajo decente, que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es un elemento imprescindible para la justicia social y la cohesión de toda la humanidad”.

Efectos en jóvenes, familias y mayores

Las entidades de la Iglesia denuncian los graves efectos que la precariedad laboral está teniendo en “la juventud hundida en una pobreza crónica que les imposibilita un proyecto de vida”, en las “familias cuyas necesidades básicas quedan sin asegurar o sin cubrir, como son el techo, luz, comida, ropa o medicamentos” y en las “personas mayores que sufren una vejez sin calidad a causa de unas pensiones indignas”.

Además de subrayar que “el trabajo es esencial para la vida de las personas porque ayuda a construir nuestra humanidad”, las organizaciones exigen “a políticos, gobernantes y poderes económicos unos derechos que son básicos para la construcción de una sociedad cuyo sentido y función sirvan al bien común”. Para ello proponen, recogiendo uno de los focos señalados por la Organización Internacional del Trabajo con motivo de la celebración del centenario, “un programa centrado en las personas y basado en la inversión en las capacidades de los individuos, las instituciones laborales y en el trabajo decente y sostenible”.

El manifiesto incluye el testimonio de César, un joven de Zaragoza, quien sufre en carne propia los efectos de la precariedad laboral y que explica cómo “la mayoría de trabajos que me ofrecen las empresas son precarios, horas sueltas, sustituciones puntuales… No dan para vivir de forma digna, ni mucho menos. Este tipo de trabajo me genera mucho estrés y tengo miedo del día de mañana. Por eso, este 1º de Mayo acudiré a la calle para junto a otros intentar conseguir un trabajo digno”.

Indecente precariedad

Una situación de indecente precariedad reflejada en los índices de:

■ Desempleo. 3.304.300 personas paradas y sin posibilidad de trabajar (EPA 2018).

■ Calidad del empleo. La tasa de temporalidad es del 26,86% (EPA 2018). El trabajo a tiempo parcial involuntario es del 58%; 58,2% en hombres; 68,5% en mujeres (EPA 2017).

■ Pobreza laboral. Un total de 12.338.187 personas, el 26,6 % de la población está en riesgo de pobreza y/o exclusión social. El 14,1% de las personas ocupadas son personas trabajadoras pobres. (Informe AROPE, EAPN, 2018)

 Horas extras. Se realizan 7 millones de horas extras a la semana, de las que 3 millones no se cobran. 364.400 trabajadores trabajan horas de más sin cobrarlas y otros 415.400 los que las hacen cobrando. (CCOO, EPA 2018)

■ Redes de protección. La tasa de cobertura de personas sin trabajo y con prestaciones es del 61%. 1,39 millones de personas carecen de trabajo y de prestación social carece de prestación (SPEE, 02/04/2019). 2.835.000 pensionistas (el 29,6%) tienen una pensión por debajo del umbral de pobreza (609€/mes). Más de 1,5 millones de pensionistas (15 %) tienen un importe mensual de entre 609 € y 650 €. (Informe AROPE, EAPN, 2018)

■ Salarios. El salario medio anual de las mujeres fue de 20.131,41 euros, mientras que el de los hombres fue de 25.924,43 euros en 2016. El sueldo más frecuente se situó en torno a 16.497,40 euros (INE 2018).

■ Seguridad y salud laboral. El número de accidentes de trabajo con baja en 2018 fue 47.435. De los accidentes en jornada con baja, se produjeron 297 accidentes graves y 37 accidentes mortales. El número total de accidentes de trabajo con baja in itinere fue 6.135, de los cuales el 44% (2.729) afectaron a varones, mientras que el 56% restante (3.406) afectaron a mujeres. Por gravedad, 73 fueron accidentes in itinere graves y 7 accidentes in itinere mortales. (MITRAMISS, avance 2019)

■ Participación de los trabajadores. El 51,3% de los asalariados no tiene representante sindical en la empresa (Encuesta de Condiciones de Trabajo. 6ª EWCS, 2015. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo).

■ Descanso. El 22,4% de los ocupados trabaja más de 40 horas a la semana. El 33% trabaja en domingo, una o más veces al mes. El 24,6% tiene un horario que no se adapta a sus compromisos familiares y personales (Ibidem).

Situar a las personas en centro

Con objeto de transformar estas condiciones de quiebra de derechos y de dignidad, Cáritas, CONFER, HOAC, Justicia y Paz, JEC y JOC plantean estas reclamaciones:

■ Que se sitúe a la persona en el centro de la vida política, de las relaciones laborales y del trabajo, a fin de abordar la indecente precariedad que descarta a millones de personas al acceso a un trabajo decente, y de facilitar el diálogo social entre los gobiernos y las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, empresariado y agentes sociales.

■ Que los poderes públicos hagan efectivo el derecho a un trabajo digno para todas las personas, ya que el trabajo es expresión de la propia dignidad

■ Que se reconozca social y jurídicamente el trabajo de cuidados, basado en un planteamiento nuevo de políticas sociales, de género y educativas que facilite una prestación de los cuidados compartida por hombres y mujeres.

■ Que se promuevan unas condiciones laborales que garanticen la integridad física y psíquica de la persona, y su protección social, para que no haya ni una persona muerta más por accidente de trabajo.

En el marco del 1º de Mayo, las entidades que lideran la ITD han convocado en todo el país una apretada agenda de actividades de movilización pública para exigir, de la mano de las organizaciones sindicales, un trabajo decente acorde con la dignidad de todas las personas. Manifiesto

Contactos para medios de comunicación
(HOAC) Abraham Canales: 609.45.98.03 – (Cáritas) Ángel Arriví: 619.04.53.81

Leer más: https://www.juspax-es.org/products/iglesia-por-el-trabajo-decente-urge-priorizar-a-las-personas-para-descartar-la-indecente-precariedad/

HOAC y JOC: Manifiesto y Nota de Prensa 8M

CONSTRUYENDO IGUALDAD
¡Una lucha de todas las personas!
 
Seguimos celebrando el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como símbolo de la lucha pacífica en la que históricamente tantas mujeres trabajadoras se han organizado y siguen haciéndolo por el reconocimiento de su dignidad. Lucha que hoy sigue más viva que nunca para reivindicar el fin de la desigualdad, violencia e injusticia que aún muchas mujeres sufren:
Precarización laboral, donde el desempleo femenino es del 16,2%, frente al masculino del 13,1%. Del desempleo femenino, el 31,8% corresponde a mujeres menores de 25 años. Desigualdad salarial, con una brecha del 14,2% que supondría que las mujeres españolas trabajan gratis a partir del 10 de noviembre, si se compara su sueldo con el de los hombres. Dificultades para la conciliación laboral, ya que solo una de cada nueve trabajadoras y trabajadores tiene flexibilidad horaria en su trabajo para favorecer la conciliación familiar y laboral (EPA 3er T2018).
Violencia contra la mujer. En los primeros 17 días del año han sido asesinadas 8 mujeres, a las que hay que sumar las 975 asesinadas desde 2003, año en que en España se comenzaron a registrar estos crímenes como «violencia de género». No son solo cifras, son vidas desprotegidas frente al auge de algunos planteamientos políticos que atentan contra la seguridad e integridad de las mujeres, criminalizando a las víctimas.
Un techo de cristal que por ejemplo, en el sistema universitario español, se refleja en que la presencia de mujeres disminuye al escalar puestos de responsabilidad. Así, respecto a una media de un 40% del profesorado universitario, solo hay un 21% de mujeres catedráticas.
Ante tantos atentados a la dignidad de las mujeres trabajadoras, no podemos callar y por ello, la HOAC y la JOC, como Iglesia encarnada en el mundo obrero y del trabajo, queremos decir alto y claro
Es urgente que apostemos por otra economía que tenga como centro a la persona, el bien común y el cuidado de la naturaleza, que abandone este modelo depredador que genera desigualdad, pobreza y muerte…, y que establezca una relación de equilibrio tanto con el planeta como con las personas, especialmente las más empobrecidas, y entre ellas una mayoría de mujeres violentadas y cosificadas a causa de la explotación indiscriminada de recursos naturales, conflictos bélicos y los intereses del capital.
Exigimos un incremento de las políticas públicas destinadas a combatir los estereotipos de género, que animan a las mujeres a elegir los estudios que más se asocian a las tareas reproductivas y de cuidados, dejando para los hombres las carreras relacionadas con lo productivo, representación y la toma de decisiones.
Necesitamos desfeminizar los cuidados, porque el cuidado es responsabilidad de la humanidad, por lo que no es exclusividad de las mujeres. Para ello necesitamos un planteamiento nuevo de políticas sociales, de género y educativas, comenzar a desaprender cánones establecidos por este sistema capitalista y patriarcal y dar pie a formas nuevas de relacionarnos, asumir responsabilidades que son de todas las personas, así como nuevos roles necesarios que tiene que asumir la sociedad para posibilitar una igualdad real.
Necesitamos otra forma de organizar el empleo donde se ponga en el centro de toda actividad el valor de la persona y su dignidad posibilitándole desarrollarse en su integridad e igualdad de oportunidades.
Además, hacemos una llamada para avanzar hacia la igualdad real en el seno de nuestra Iglesia, donde se reconozca el papel y el protagonismo de las mujeres dentro de la comunidad eclesial y en la tarea de anunciar el Evangelio. Una Iglesia que en sus estructuras aplique los principios y valores del Evangelio y sea capaz de reconocer la dignidad y el valor de las mujeres en plano de igualdad con los hombres como lo hizo Jesús de Nazaret.
Jesús eligió a las mujeres para ser las primeras en anunciar que había resucitado, mujeres valientes, que confiaron, permanecieron fieles hasta el final y que no tuvieron miedo a salir corriendo y anunciar que Jesús estaba vivo.
Por ello, junto al resto de compañeras y compañeros, nos sumamos a las movilizaciones de las organizaciones que buscan visibilizar la discriminación que sufren las mujeres trabajadoras, tanto al intentar acceder al empleo como una vez que acceden a él, y queremos ser voz de tantas mujeres heridas por este sistema capitalista injusto, que deshumaniza y es tan contrario a los planes de Dios.
La JOC y la HOAC trabajarán para que así sea.
#ConstruyendoIgualdad
 

manifiesto 8 marzo 2019

Notaprensa_HOACJOC_8M2019

HERMANDADES DEL TRABAJO: Manifiesto 1º de mayo 2016 "Donde no hay trabajo no hay dignidad"

Las HERMANDADES DEL TRABAJO, con motivo del Primero de Mayo, fiesta del trabajo, ante las dificultades económicas y sociales de tantos trabajadores y sus familias, queremos seguir transmitiendo unas palabras de denuncia, aliento y esperanza. Conscientes de nuestro compromiso con el mundo del trabajo, nos sentimos llamados a discernir el momento presente y a seguir dando una respuesta solidaria según nuestras capacidades. La crisis que actualmente vivimos los ciudadanos de España y de Europa, tiene que ser afrontada, principalmente, desde sus causas y desde sus víctimas; para lo cual es necesario establecer un juicio moral que permita encontrar el camino adecuado para su solución. No es nuestra responsabilidad proponer soluciones técnicas, pero sí forma parte de nuestra misión iluminar, con la doctrina social de la Iglesia, los graves problemas de la crisis poniendo en el centro la verdad del ser humano y sus derechos. Hoy la cuestión del trabajo y del trabajador se ha convertido en una cuestión moral y antropológica.
 
VERDADERAS CAUSAS Y VICTIMAS DE LA CRISIS
Como trabajadores cristianos, somos muy conscientes de la gravedad de la situación en la que la mayoría de nuestros hermanos se encuentran. Muchos de los miembros de nuestro Movimiento la sufren. La crisis económica y laboral que padecemos tienen su origen en la pérdida de valores, la falta de honradez, la codicia –que es raíz de muchos males– la inhibición insolidaria de muchos contribuyentes y la carencia de control de estructuras financieras (último ejemplo: los “papeles de Panamá”). Esto se ha visto potenciado por una economía globalizada, donde las injusticias en el régimen laboral en los países del otro lado del mundo, repercuten en los diversos ámbitos de la vida social de nuestro país y afectan gravemente a los más débiles, con especial incidencia en las familias, jóvenes, inmigrantes, pequeños empresarios, agricultores y ganaderos. Es sintomática la carencia de sensibilidad con los refugiados, ello manifiesta también una falta de solidaridad con los más empobrecidos de entre nosotros. Las bases culturales, axiológicas y religiosas de Europa están puestas en entredicho. Es un hecho que, poco a poco, los antivalores van ganando terreno. No solo han pervertido la moral ciudadana, también se han enquistado en las instituciones instrumentalizando la ley y la política. Las estructuras sociales y económicas, los organismos jurídicos y administrativos han cedido ante esta ofensiva de indiferencia e insolidaridad que provocan, como consecuencia, la desintegración de la síntesis de valores que fue conformada, en su momento, por el ethos cristiano. Nuestra cultura se construyó sobre principios sólidos enraizados básicamente en las tradiciones grecolatina y judeocristiana. La verdad del hombre no está reñida con el progreso, no es un producto de las mayorías, no es un acuerdo político, no es consensual, no responde a una asamblea, sino que precede e ilumina todo acontecer público. Los valores al estar fundados en la verdad, purifican la acción política. Hoy, más que nunca, Europa debe fijar su mirada en sus raíces cristianas. Sin Dios, el hombre no sabe donde ir ni tampoco logra entender quién es. Cuando una sociedad está gobernada por el dios dinero la cultura del descarte avanza y desecha a los más débiles: niños, ancianos, mujeres, refugiados…
 
LLAMADOS A ACTUAR Y ALIVIAR LA MISERIA
No basta con reflexionar y contemplar la realidad compleja que vivimos, ni basta con tomar conciencia de los problemas que estamos padeciendo. Es imprescindible que nos sensibilicemos ante el sufrimiento de los demás y adquiramos el compromiso para acompañar a los que sufren el paro y demás injusticias. La pobreza y el desempleo degradan la dignidad del ser humano. Es necesario impulsar un nuevo dinamismo laboral que comprometa a todos en favor de un trabajo digno y decente que reconozca y exprese la dignidad esencial de todo hombre y mujer, que permita satisfacer las necesidades básicas de la familia y que asegure una jubilación digna a los trabajadores. En el ámbito político es fundamental el impulso de un cambio de modelo productivo que potencie el papel de la industria y de los sectores que más pesan en el desarrollo sostenible a largo plazo, con inversiones en educación, formación profesional e investigación. Por otro lado, es necesario poner en marcha políticas de empleo e inversión que permitan la recuperación de unos servicios públicos de calidad accesibles a toda la población y que, para no hipotecar a las generaciones venideras, sean compatibles con la reducción del déficit público. En el ámbito europeo es preciso cumplir con los objetivos propuestos en la Unión Europea, para lo cual se necesita la promoción de una mano de obra cualificada que pueda adaptarse a mercados laborales que están evolucionando con el cambio económico a consecuencia de la globalización.
 
UN COMPROMISO PERMANENTE CON LOS TRABAJADORES
Las HERMANDADES DEL TRABAJO, como obra de trabajadores y para trabajadores, están llamadas a servir al mundo del trabajo. Nuestro compromiso es una encomienda que hemos recibido a través de nuestro fundador, el Siervo de Dios Abundio García Román. Desde los orígenes de nuestro Movimiento así lo hemos tratado de hacer. Como miembros de un Movimiento cristiano que quiere ser fermento del Evangelio, nuestra seña de identidad es la fraternidad. Por esta razón, nuestros Centros están cercanos a los trabajadores amenazados por diversas dificultades y, junto con ellos, tratamos de buscar caminos que les ayuden a afrontarlas. Nuestro distintivo es el compromiso por la promoción humana, profesional y religiosa; creemos que este es el modo de reconocer y devolver el protagonismo a los trabajadores y de promover su esperanza ante las situaciones inciertas. Los miembros de nuestro Movimiento en España y América estamos presentes en los diferentes ambientes laborales y nos implicamos, junto con otros trabajadores, en la defensa de los derechos y la justicia social. Hoy queremos renovar este compromiso. Finalizamos este manifiesto haciendo una llamada a nuestros políticos. Más allá de sus intereses partidistas, les pedimos que comprometan la maquinaria de sus partidos al servicio de los más pobres. Consideramos imprescindible que combatan la corrupción y que también, junto a las políticas de crecimiento económico, promuevan políticas sociales que rescaten a “los descartados” de nuestra sociedad. Sin duda, las políticas activas de empleo deben ser una prioridad. La mejor forma de combatir la exclusión social y la desigualdad y de potenciar el llamado estado social de bienestar, es la creación de puestos de trabajo donde se integren tanto las generaciones jóvenes como las que superan la mediana edad. Nuestro país tiene futuro si todos actuamos responsablemente y nos comprometemos por el bien común.
CONSEJO NACIONAL DE LAS HHT
Madrid, 1 de mayo de 2016

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN: La persona, en el centro de la política. Ante las Elecciones Generales.

La convocatoria de unas Elecciones Generales es un momento muy significativo en la vida de un país: está en juego la gestión de la casa común. Es una ocasión privilegiada para reflexionar sobre las cuestiones más acuciantes que afectan a nuestra sociedad. Normalmente empezamos por un análisis de los problemas y soluciones propuestas. Pocas veces nos paramos a reflexionar sobre nosotros mismos y la forma de estar los unos con los otros. Hagamos este ejercicio al menos por un momento. ¿Qué es lo que más nos preocupa? ¿Qué consideramos más relevante para la construcción común?
1) La realidad no nos deja indiferentes. Provoca en nosotros reacciones de asombro, de dolor o amargura, de rabia, de alegría. Suscita deseos que dilatan el corazón, hace surgir preguntas que son el motor de nuestra búsqueda en tantos campos, desde el científico hasta el afectivo o el existencial. En el fondo de estas reacciones, deseos y preguntas subyace la exigencia de significado, que constituye nuestra verdadera estatura humana.
Sin embargo, nos hemos acostumbrado a dejar nuestra humanidad en el angosto recinto de nuestra casa, asumiendo que es “algo privado”, que no tiene “dignidad pública”. Que en el centro de nuestra convivencia esté la persona es algo que no podemos dar por descontado. De hecho, cuando lo hacemos nos pasa factura: la energía de construcción de un país y la calidad de nuestra convivencia están ligadas a la realización personal, que, a su vez, depende de la respuesta a las cuestiones esenciales de la vida: ¿qué o quién colma mi deseo? ¿Quién me ama incondicionalmente? ¿Para qué trabajo, en última instancia? ¿Qué sentido tienen la enfermedad y la muerte? En definitiva, ¿por qué merece la pena vivir? Detrás de muchos de nuestros problemas públicos (dialéctica exasperada, tensiones territoriales, violencia en diferentes niveles, marginalidad, fracaso escolar, conflictos laborales, soledad, rupturas de los lazos afectivos, etc.) se encuentra una falta de atención a la persona con toda la riqueza de sus preguntas y exigencias. Pensemos en una de las causas del grave problema de la natalidad en nuestro país: para tener hijos hace falta encontrar un significado que comunicar.
2) Los primeros lazos de sociabilidad nacen en la familia. Allí donde un amor incondicional no censura nada de lo que somos. Esta experiencia se dilata cuando encontramos personas que nos entienden porque participan de nuestras mismas preguntas e inquietudes. Y percibimos que el otro es un bien. Esta es la base de una verdadera convivencia, que llega a abrazar a la persona extraña porque tiene nuestra misma exigencia de felicidad. Este es uno de los problemas más graves que tiene nuestra sociedad: el otro se percibe como enemigo. Nos dividimos en bandos, por intereses ideológicos, económicos, religiosos, regionales, etc. De este modo es imposible el diálogo.
Nuestro país vive un grado insoportable de dialéctica en niveles diferentes de la convivencia. No está de más recordar que hace casi 40 años, los españoles, acuciados por el dolor de las viejas heridas, decidieron sentar las bases de una convivencia en la que no sobraba quien pensaba diferente. La Constitución de 1978 es fruto de aquel gran acuerdo en el que experiencias tan humanas como el horror a la guerra o al odio que la provocó, el deseo de perdón y la reconciliación, fueron factores determinantes. Aprendamos de nuestra historia: si queremos reformar la Constitución recuperemos el deseo de convivir abrazando la diferencia. También en política el otro es un bien.
3) Cuando los lazos familiares se rompen o cuando en la sociedad únicamente podemos establecer relaciones superficiales, la persona queda sola, aún en medio de la multitud, a merced del poder de turno, sin más libertad que la de consumir. Nuestra sociedad necesita realidades intermedias que agrupen a los ciudadanos, en las que la persona se sienta en casa y pueda expresar toda su creatividad. Una cuestión política de primer rango, que atañe a nuestros gobernantes, es la de favorecer la vida de la sociedad civil, que, con sus iniciativas y servicios, sale al encuentro de las necesidades más concretas de la persona. Pensemos en el gran esfuerzo de solidaridad que ha hecho la sociedad española hacia los más desfavorecidos en estos años de crisis, saliendo al encuentro de los problemas de trabajo, vivienda o alimento. Más concretamente pensemos en la labor de Cáritas, que ha atendido a centenares de miles de personas permitiendo que el drama del paro no degenerara en un estallido social. O en las innumerables familias españolas que sostienen en casa, a veces con un solo ingreso, a parientes de varias generaciones. Y no olvidemos aquellas iniciativas empresariales que han hecho todo tipo de sacrificios con tal de mantener el empleo.
Es la falta de conciencia de esta sociedad civil, débil y poco apoyada, lo que está dando espacio a un estatalismo creciente, a veces con una fuerte componente ideológica, que se está instalando en nuestro país. No queremos renunciar a los avances del Estado del bienestar que en Europa ha generado sociedades más cohesionadas y menos desiguales, a través de la redistribución de la renta, el acceso a la sanidad y la educación, las infraestructuras y la solidaridad regional. Pero el papel del Estado debe ser subsidiario, sin desconfiar en la iniciativa social, dando el protagonismo y la responsabilidad a aquellas personas y realidades intermedias que se han mostrado capaces de realizar eficazmente un servicio al bien común.
Los partidos políticos deberían ser una de esas formas intermedias que encauzaran la iniciativa de la persona. En estos últimos años, sin embargo, han sufrido un grave deterioro de imagen porque se han convertido en maquinarias de poder al servicio de una u otra ideología. Los casos de corrupción han resultado especialmente sangrantes en una época en la que se nos han exigido tantos sacrificios. Cuando en el espacio público se pierde de vista la persona, con sus preguntas y exigencias, se difuminan los grandes ideales de servicio que han animado siempre a la política con mayúsculas. Con el riesgo que conlleva lo nuevo, esperemos que las nuevas formas de participación ciudadana surgidas en estos últimos años y encauzadas a través de nuevos partidos en el juego democrático, contribuyan a una cultura de diálogo y acuerdos. Todos debemos colaborar en una regeneración de nuestra vida política.
4) Uno de los grandes problemas de nuestro país es la educación. Ahí están las cifras de fracaso escolar que nos ponen a la cola de los países europeos. ¿Es posible entender y acoger todo el mundo de preguntas, deseos y exigencias que se agita en nuestros jóvenes y que está detrás de tantas expresiones de malestar, desgana, incomunicación, fracaso e incluso violencia? La fractura entre deseo y realidad tan agudamente percibida, ¿se puede abrazar? En nuestra sociedad faltan adultos que eduquen, que muestren un horizonte grande a los más jóvenes, que les acompañen para afrontar la vida sin censurar nada. Sin una educación a la altura de sus necesidades generaremos personas que usan mal la razón, que reducen el afecto a un sentimentalismo de corto plazo, incapaces de asumir la responsabilidad en el trabajo o en la familia.
Pero una educación a la altura de nuestra necesidad exige de todos un amor real a la libertad de educación. No debemos tener miedo a las propuestas de significado que existen entre nosotros y que quieren salir al encuentro de nuestras preguntas. Esta libertad está hoy, de hecho, amenazada en muchos lugares de nuestra geografía. No es el Estado el que educa, ni debe imponer una determinada visión de la realidad a través del partido que gobierna. Debe garantizar el acceso a la educación en los términos que establece nuestra Constitución: asegurando, allí donde es necesaria, una escuela pública de calidad y apoyando, a través de conciertos, aquellas iniciativas sociales que han mostrado y muestran una real capacidad de educar e integrar en la convivencia y en la construcción de la sociedad. Nos va mucho en ello.
5) Nuestro mundo cambia vertiginosamente. Miramos con satisfacción el progreso. Pero «un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso», nos ha dicho el Papa Francisco, invitándonos a tomar en serio el deterioro ambiental. Ahora bien, continúa el Papa, «un verdadero planteamiento ecológico se convierte siempre en un planteamiento social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (Encíclica Laudato si’, 49). No podemos seguir mirando para otro lado, olvidando que nuestro estilo de vida, nos sintamos o no responsables, conlleva injusticia social y daño a la naturaleza.
También la política debe acoger este clamor de forma activa. «Que un político asuma estas responsabilidades con los costos que implican», nos recuerda el Papa, «no responde a la lógica eficientista e inmediatista de la economía y de la política actual, pero si se atreve a hacerlo, volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad. Hay que conceder un lugar preponderante a una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas» (Laudato si’, 178).
6) La primera política, por tanto, es vivir: vivir a la altura de nuestras exigencias. Nuestra democracia ganará mucho si se convierte en un lugar de encuentro entre diferentes propuestas de significado, por dispares y múltiples que sean. Un espacio de libertad donde poder mostrarse como uno es, delante de todos, más allá de estereotipos ideológicos. Un lugar donde la apertura religiosa que nace de la exigencia de significado sea valorada positivamente y se convierta en factor real de construcción y no en un asunto personal arrinconado vergonzosamente.
Nuestro país necesita políticos y gobernantes que favorezcan que la sociedad sea un lugar de comunicación libre de experiencias. Aprovechemos estos días de debate electoral para ejercitarnos en una real convivencia, poniendo delante de todos, también de los candidatos, nuestras verdaderas necesidades, alentados por las palabras del Papa Francisco: «No tengáis miedo de emprender el éxodo necesario en todo diálogo auténtico. De lo contrario no se pueden entender las razones de los demás».

La HOAC impulsa la jornada mundial por el Trabajo Decente

 

En torno al 7 de octubre, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) impulsa y participa en una serie de convocatorias y actividades con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Para la HOAC, la cita es de una triple importancia.

En primer lugar, tiene que ver con la dimensión internacional de la HOAC, miembro fundador del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), que ha convocado a todas sus organizaciones a una acción mundial por el Trabajo Decente. Esta iniciativa del MMTC utilizará las redes sociales para visibilizar «nuestra preocupación por el retroceso que están sufriendo los derechos laborales y sociales de los trabajadores y las trabajadoras en todo el mundo».

La segunda cuestión relevante está vinculada al compromiso de la HOAC junto con las organizaciones firmantes de la declaración «Iglesia unida por el trabajo decente», que quiere mostrar una Iglesia preocupada por las realidades sufrientes en el mundo obrero y del trabajo, como son las situaciones de desempleo galopante “que afecta a los jóvenes, que se ven sin trabajo, sin posibilidad de independizarse, sin recursos para crear una familia y obligados muchos de ellos a emigrar para buscarse un futuro fuera de su tierra; o el que afecta a otras tantas personas -mayores de 45 años, migrantes, mujeres…- y que sigue siendo un drama social y humano hoy”.

Este grupo de organizaciones está impulsando una dinámica de colaboración para desarrollar, en torno al 7 de octubre, en las diferentes diócesis del país, la realización de vigilias de oración y actos de reflexión y denuncia sobre la actual situación de las condiciones de trabajo. Estos actos serán anunciados, en breve, en la web www.hoac.es.

Finalmente, la tercera característica tiene que ver con los compromisos de las personas militantes de la HOAC en sus sindicatos, que en este día 7 de octubre desarrollan también actividades en torno a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente convocada por la Confederación Sindical Internacional (CSI).
La HOAC hace una llamamiento a todas las personas sensibles a esta reclamación a participar en los actos que se convoquen.

«…es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos, y que su principal valor es el bien de la persona humana, ya que la realiza como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales, creativas y manuales. De esto se deriva que el trabajo no tenga solo un fin económico y de beneficios, sino ante todo un fin que atañe al hombre y a su dignidad. ¡Y si no hay trabajo esa dignidad está herida!».
—Papa Francisco

Más información en https://www.hoac.es/2015/09/29/la-hoac-impulsa-la-jornada-mundial-por-el-trabajo-decente/